La guerra en Ucrania ha dejado en claro que, más allá de los puntos de vista particulares, es muy difícil que la comunidad internacional se ponga de acuerdo en quién es el "bueno" y el "malo" de la película.
Sin embargo, esto no ocurre a la hora de los desastres naturales, los cuales permiten que hasta los enemigos se alíen detrás de una misma causa con tal de socorrer a las víctimas.
Y el mejor ejemplo es el de Turquía, que la semana pasada sufrió uno de los terremotos más fuertes de su historia, y Armenia, quienes este miércoles expresaron su voluntad de acelerar el proceso de normalización de las relaciones.
Los dos países se encuentran enfrentados desde el fin de la Primera Guerra Mundial, luego de que el Imperio Otomano exterminase a más de 1,5 millones de civiles armenios.
Turquía, la heredera del Imperio Otomano, nunca ha aceptado el uso de la palabra "genocidio" para referirse a ese suceso y, desde 1993, las fronteras entre ambos países están completamente cerradas.
Pero, tras el terremoto, que dejó más de 40.000 personas muertas en Turquía y Siria, Armenia envió cinco camiones con ayuda humanitaria a su "enemigo" a través del paso fronterizo de Alican, en la provincia de Igdir, que fue reabierto por primera vez en 35 años.
Y ahora, después del buen gesto, desde Turquía invitaron al ministro de Exteriores armenio, Ararat Mirzoian, a visitar el país.
"Armenia ha dicho que entregará ayuda adicional. Les damos las gracias por ello. Armenia ha mostrado solidaridad y cooperación en estos días difíciles. Es muy significativa la visita de Mirzoian", declaró su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu.
"Necesitamos mantener esta solidaridad. El proceso de normalización continúa en el Cáucaso Sur", agregó.
Por su parte, Mirzoian reiteró la voluntad de Armenia de "construir la paz en la región" así como de "normalizar totalmente y establecer relaciones diplomáticas con Turquía".
