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El mercado laboral en la eurozona y el éxito alemán

Paolo Rizzo 21 mayo de 2019

Por Paolo Rizzo Economista de Econométrica

Los diecinueve países de la eurozona comparten la misma moneda, mientras las políticas fiscales, sociales y de empleo son responsabilidad de cada país. El resultado es que, todavía en 2019, países como España, Italia o Grecia llevan tasas de desempleo en los dos dígitos, mientras otros como Alemania registran una tasa de desempleo a niveles mínimos.

El crecimiento económico que hubo en la eurozona en los últimos cinco años fue sólido pero heterogéneo. De hecho, a más de diez años del comienzo de la crisis, no todos los países han alcanzado el nivel del PIB per cápita registrado en 2007. Mientras Alemania ya lo supera en 9%, en el caso de Italia y Grecia está respectivamente 6% y 23% por debajo.

Los años de la crisis han sido caracterizados también por la destrucción de empleo en casi todos los países, menos Alemania. En 2013, las tasas de desempleo de España y Grecia se habían disparado hasta llegar alrededor del 25%. Sin embargo, en los seis últimos años se han observado mejoras en todos los mercados laborales. Pero a pesar de la recuperación, no se ha producido una convergencia entre las tasas nacionales de desempleo. Según los datos del tercer trimestre de 2019, las tasas de desempleo de España, Francia, Grecia e Italia no han alcanzado los niveles antecedentes a la recesión.

La crisis sigue afectando a los jóvenes de manera especialmente dura. Ya en 2013 el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, habló de la amenaza de una generación sin trabajo. Seis años después, en 2019, un joven cada tres de Italia, Grecia y España resulta todavía desocupado.

En este contexto, los ciudadanos de la Unión Europea emigran a la búsqueda de mejores oportunidades laborales. De hecho, la UE garantiza la libre circulación de los trabajadores comunitarios y asegura la posibilidad de residir en uno de los países miembros.

Según los últimos datos, sólo en 2017 casi 17 millones de europeos emigraron hacia otro país de Europa y la mitad de ellos eligió Alemania (33%) y Reino Unido (20%) como destino.

Sobre ello, se ha sumado el impacto de la inmigración extracomunitaria. En los últimos años, Europa recibió la mayor afluencia e inmigrantes y refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Sólo entre 2013 y 2017 Alemania recibió más de 1,3 millones de ciudadanos comunitarios y poco menos de 2 millones de extracomunitarios. Por otro lado, Italia y Reino Unido han recibido cerca de 900.000 ciudadanos extra-UE.

En el mismo periodo los europeos emigraron de España, Francia, Portugal, Grecia e Italia, mientras entre los países receptores sobresalen Alemania, Reino Unido y Holanda. Es decir que países con alta tasa de desempleo sufrieron una migración hacia países con tasas de desempleo más bajas.

Sin embargo, Alemania, a pesar de la inmigración, sigue teniendo la tasa de desocupación más baja de la eurozona. El actual éxito del país depende principalmente de la llamada “Agenda 2010”, un conjunto de reformas laborales, sociales y fiscales introducidas gradualmente entre 2003 y 2005. Cuando se completaron dichas reformas, Alemania tenía la tasa de desempleo más alta de la eurozona. Siete años después, la más baja.

La “Agenda 2010” representó un cambio radical para Alemania. Se invirtió en centros de servicio de empleo aumentando el número trabajadores sociales e introduciendo el uso del Internet. Se creó el Mini-Job: un nuevo contrato de trabajo a corto plazo (de máximo 70 días al año), a tiempo parcial (15 horas semanales), con un límite de remuneración (450 euros) integrado por ayudas sociales.

Ese contrato fue pensado para regularizar los trabajos de ayudantes domésticos, estudiantes o para segundo trabajo. Se estableció un límite al subsidio de desempleo (actualmente 424 euros) calculado para cubrir necesidades básicas y, en una medida razonable, para la participación en la vida cultural. Se introdujo la posibilidad de recortar los subsidios a los desempleados que rechacen un empleo congruente con sus perfiles. Se cortaron impuestos al trabajador y a las empresas financiándolos con reducción de subsidios federales y privatización de propiedades públicas.

La reforma laboral, social y fiscal que encaró Alemania es la piedra fundamental de su actual éxito. Permitió una legislación moderna apta para una masiva creación de empleo que absorbiera el importante flujo de inmigrantes de los últimos años. El éxito se refleja en que, en 2019, Alemania, a pesar de la inmigración, tiene la menor tasa de desempleo de la eurozona, además de uno de los mejores salarios de todo el Viejo Continente.

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