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Crecimiento rápido, moneda sólida y baja inflación

Los números de Paraguay que dan envidia en Argentina

20 noviembre de 2018

Por Sebastián Senlle

Sin la extendida prensa del modelo chileno, pero a ritmo firme y silencioso, Paraguay es otro de los ejemplos de éxito económico reciente que exhibe la región.

La economía guaraní viene atravesando inmune un 2018 difícil para los países emergentes. Más aún, su crecimiento no se vio resentido y esperan que el PIB avance 4,4% durante el año (según pronósticos del FMI), el valor más alto de la región, levemente por encima de Bolivia (4,3%), Perú (4,1%) y Chile (4%), y el segundo más alto del continente americano, sólo detrás de República Dominicana (6,3%).

El FMI envió, semanas atrás, una misión técnica para supervisar los números de la economía vecina, que concluyó reconociendo los satisfactorios resultados. Paraguay ha crecido a una tasa promedio de 4,5% desde 2003. Esto no solo fue mucho más rápido que en las dos décadas anteriores, sino también estuvo muy por encima de las tasas de crecimiento de la mayoría de los demás países de la región. Si bien el auge de los precios de los productos básicos fue un factor importante para generar un fuerte crecimiento, las políticas macroeconómicas consistentemente prudentes también desempeñaron un papel clave, señalaron los enviados del organismo de crédito en su reporte

El crecimiento no se ha detenido ni siquiera ante el estancamiento de sus dos principales socios comerciales, Brasil (que atravesó el período 2014-2016 en recesión) y Argentina (con variaciones negativas en su PIB en 2014, 2016 y 2018 y resultados magros acumulados desde 2012)

La prudencia en el manejo de las cuentas públicas es uno de los rasgos salientes que ayuda a explicar el crecimiento paraguayo. Desde 2010, vienen obteniendo sistemáticamente resultados primarios superavitarios, lo que al incorporar el pago de intereses, se traduce en un déficit financiero (o total) que pivotea en torno al 1,5% del PIB. En 2017, Paraguay fue el país que presentó el déficit fiscal más acotado de la región. La deuda pública se ubica en un rango manejable, alcanzando el 24% del PIB, lo que ayuda a explicar que el riesgo país sea menos de la mitad del argentino. En octubre, realizaron una exitosa colocación de bonos a diez años en moneda local, por $30.000 millones de guaraníes, pagando una tasa fija de 7,61%.

La política fiscal se apoya en una ley, sancionada en pleno ciclo expansivo en 2012, que fija un déficit máximo autorizado de 1,5% del PIB para la administración central, pero ha sido común a gobiernos con distinto signo político, incluida la administración de centro izquierda de Fernando Lugo.

Los resultados fiscales no se han obtenido en base a una carga impositiva elevada. Muy por el contrario, Paraguay es el país de la región con menor presión tributaria. Los ingresos del Estado representaron, en 2017, 18,8% del PIB, valor que se mantiene sin cambios significativos desde 2011 y que representa en torno a la mitad del registro de Brasil y Argentina.

Esto beneficia la rentabilidad de sus empresas y la competitividad. Pese a estar limitado para encarar acuerdos comerciales por su pertenencia al Mercosur, y a la desventaja geográfica que implica su condición de país mediterráneo, Paraguay ha logrado dar un salto en sus exportaciones. Desde 2010, las ventas al exterior subieron 66%, alcanzando en 2017 los US$ 8.680 millones, contra un estancamiento generalizado en las colocaciones de los otros miembros del Mercosur. De todos modos, aún son bajas en términos per cápita (US$ 1.200, un registro similar al de Argentina pero que significa un tercio de la marca de Chile, por ejemplo) y concentradas en soja y derivados (36%), energía eléctrica (24%, apoyado en los excedentes que le generan las represas de Yaciretá e Itaipú) y carne vacuna (12,7%).

La estabilidad de precios es uno de los rasgos que más contrasta con la experiencia argentina. Desde 2011, el Banco Central de Paraguay viene implementando un esquema de metas de inflación, con resultados auspiciosos en su haber, apoyado en una política fiscal consistente. La inflación promedio (2011-2018) es de 4,03% anual (valores que en nuestro país venimos viendo para variaciones mensuales), sin desvíos significativos respecto a los objetivos que se propuso la autoridad monetaria, que interviene fijando una tasa de referencia. Para 2018, proyectan una inflación en torno al 4%, con la tasa de política monetaria en terreno real levemente positivo (5,3%).

En lo que va de 2018, el tipo de cambio del guaraní, flotante respecto al dólar, sólo se depreció 6% (de 5.600 a 5.931 guaraníes por dólar), lejos de los sobresaltos cambiarios que atravesaron el peso y el real. El Banco Central acumula unos USD 8.000 en reservas, lo que equivale a un sólido 22% del PIB, otorgándole margen de acción ante eventuales corridas. El desafío clave para el futuro será el de mantener un crecimiento rápido e inclusivo. Actualmente proyectamos un crecimiento del 4% para 2019, y tasas de crecimiento similares en el mediano plazo, señala el FMI en su reporte, presagiando que el escenario seguirá siendo de crecimiento para el vecino país.

Aunque aun presenta niveles de ingreso per cápita sensiblemente más bajos que el de sus vecinos, la brecha se ha ido achicando. El PIB per cápita local triplicaba al paraguayo en el 2000, de acuerdo al Maddison Project Database, pero ahora la relación es de 2 a 1.

Los desafíos para consolidar el camino iniciado son varios. Sobresalen el continuar reduciendo la pobreza y mejorando la prestación de servicios públicos (con notorios rezagos en salud y educación), así como el superar algunos limitantes de la oferta (escasez de recursos humanos calificados en numerosos rubros, así como de desarrollo científico-técnico doméstico, baja calidad de la infraestructura).

Pero el caso paraguayo deja lecciones interesantes. Como lo hiciera primeramente Chile, países como Perú y Paraguay demuestran que políticas fiscales razonables y prudentes, tanto en el resultado fiscal como en los niveles de presión tributaria, funcionan como grandes aliadas de la estabilidad de precios, la menor vulnerabilidad a shocks externos, la competitividad exportadora y, en conjunto, del crecimiento económico.

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