El desempeño económico de China en el primer bimestre del año fue mejor de lo esperado. La producción industrial creció 7,5% con relación al mismo período de 2021. Por su parte, las ventas minoristas subieron el 6,7% anual, su mejor resultado desde junio del año pasado. La inversión en activos fijos creció 12,2% en términos interanuales, mientras que la tasa de desempleo aparece como el único dato negativo porque subió del 5,1% en enero al 5,5% en febrero.
Frente a esos datos, las autoridades monetarias decidieron no avanzar con nuevas medidas expansivas y están a la espera de lo que haga la Reserva Federal mañana mientras que las acciones profundizan su caída.
Pero hay señales preocupantes porque en este momento China enfrenta una nueva irrupción de la variante Omicron que llevó a las autoridades a aislar zonas del país en las que viven 45.000.000 de personas ratificando la estrategia de “tolerancia cero” frente al Covid.
Si las restricciones se mantienen por mucho tiempo o se amplían a nuevas zonas, el nivel de actividad se resentirá en la segunda economía del mundo y afectará a las demás en un momento muy complicado por la invasión de Rusia a Ucrania.
La caída del precio del petróleo en los últimos días obedece, según algunos analistas, entre otros factores, a una probable desaceleración de las compras de China que es el principal importador mundial.
El gobierno de China se fijó como objetivo una suba del PIB de 5,5% este año, pero muchos analistas consideran que en este contexto es una meta difícil de alcanzar. Según el FMI el crecimiento será de 4,8% mientras que el banco de inversión Morgan Stanley prevé que será de 5,1%.
