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Una salida elegante ante una situación compleja

Si bien el espacio para reducir la tasa de política es limitado, hay lugar para hacer una política monetaria menos agresiva sin necesidad de perder independencia

09 enero de 2018

Por Guido Lorenzo ACM

Los primeros gestos del BCRA luego del anuncio del cambio de metas mostraron disconformidad por parte del presidente de la entidad. Sin embargo, viendo que en el pasado Federico Sturzenegger cedió a las necesidades de la política, esperamos que nuevamente actúe en esa dirección.

Si bien el espacio para reducir la tasa de política es limitado, hay lugar para hacer una política monetaria menos agresiva y que sea consistente con lo que sugiere el resto del Gabinete económico sin necesidad de perder independencia. El primer trimestre posiblemente sea el más duro en materia de inflación, principalmente por aumento de precios regulados y pasaje a precios de la depreciación del peso. Como primer paso, creemos que la tasa de política monetaria podría bajar en el orden de 150/200 puntos básicos para ir calibrando el impacto de primera y segunda ronda de aumento de tarifas e ir monitoreando cómo impacta la devaluación en los precios.

Luego, si los datos de alta frecuencia y las expectativas no deterioran el panorama, el BCRA continuaría gradualmente con la convergencia de las tasas a un nivel de equilibrio de 3%-5% en términos reales (forward looking). Este abordaje gradual sería adecuado para evitar el riesgo de tener que subir la tasa en un futuro. Esta volatilidad en las tasas es el aspecto más criticable en la gestión de Sturzenegger hasta ahora.

Mantener las tasas o bajarlas mínimamente no justifica el ruido político que generó el cambio de metas. En términos de reputación, se podría decir que el BCRA cedió ante las presiones de Jefatura de Gabinete, con una baja de hasta 150/200 puntos básicos, que es lo que el mercado de cambios ya descontó viendo las tasas del mercado secundario de Lebac. Eso no generará grandes movimientos: es una dosis que conformaría tanto al mercado como a Jefatura y el BCRA tendría aún un sesgo hawkish.

El primer trimestre posiblemente sea el más duro en materia de inflación, principalmente por aumento de precios regulados y pasaje a precios de la depreciación del peso

Si la baja fuera de menos de 100 bps, en primer lugar, volverían los rumores de enfrentamiento entre el BCRA y Jefatura de Gabinete. Algo que deja menos tranquilo al público que una reducción de tasas. Por otro lado, el precio del dólar se pincharía, volvería la expectativa que la mejor alternativa es el carry trade, e inversores (principalmente extranjeros) dejarían de desarmar posiciones de Lebac y comprar dólares, algo que se vio durante la semana pasada.

Hay que desdramatizar la situación. La baja de tasas ya ocurrió en el mercado secundario y el cambio de metas se realizó justamente para bajar la tasa: 175 puntos básicos en el tramo corto y un poco más cerca de los 300 puntos básicos en los tramos más largos. La tasa de pases que mañana define el BCRA debería acompañar esa decisión sino, realmente, no se comprendería lo que realizó la semana pasada y lo que anuncia esta tarde. Con ello, el dólar se acomoda en un nivel un poco más conveniente y, aunque quizás el pass-through contamine la inflación, no es una política monetaria basada

en el tipo de cambio como ancla nominal, y esas correcciones deberían ser soportadas por la política antiinflacionaria.

Mantener las tasas o bajarlas mínimamente no justifica el ruido político que generó el cambio de metas. En términos de reputación, se podría decir que el BCRA cedió ante las presiones de Jefatura de Gabinete

Una reducción más allá de los 200 puntos básicos podría ser demasiado agresiva, y quizás generaría presiones en el mercado de cambios y es algo que no le conviene ni al BCRA ni al Ejecutivo. Además, se corre el riesgo de que luego tenga que subir la tasa en un futuro cercano. No creemos que sea ese el camino, a menos que quiera demostrar que el relajamiento de las metas influye en las expectativas, tesis que Sturzenegger venía anunciando.

Algo que llama la atención es que ante los rumores de renuncia, la incertidumbre acerca de las tasas y el (des)contento de Sturzenegger debido a la mayor coordinación que pidió el ejecutivo, no haya salido a dar declaraciones, emitido un comunicado o una entrevista siquiera. Parece que el banquero central se pronuncia con sus actos, y es por ello que tomó tanta relevancia la decisión del día de hoy. De todas formas, el 18 de enero se hará la presentación del IPoM, y ahí quizás haya más certezas sobre el rumbo de la política monetaria. La película continuará...

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