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¿Una aceleración del gasto público con reminiscencias K?

20 octubre de 2016

Un informe publicado ayer por una consultora hace referencia al reciente incremento de la velocidad del gasto fiscal y, casi al pasar, realiza una comparación polémica. “¿Volvimos a la era K?”, se pregunta. Se trata del último informe de FyEConsult, que resalta cómo el ritmo de la suba interanual del gasto creció en el último mes al punto de casi duplicar la velocidad que traía hasta septiembre.

De hecho, tal como muestra el trabajo de la consultora dirigida por Hernán Hirsch, entre enero y septiembre el gasto primario venía creciendo al 25,3% interanual. En cambio en el último mes lo hizo al 41,8%, lo que se ve reflejado en casi todas las partidas en las que se puede descomponer ese total.

Los componentes del gasto

Los gastos corrientes, que hasta septiembre incrementaban al 32,3% interanual y en octubre lo hicieron al 120,6%, muestran que el gasto de jubilaciones pasó del 37,1% al 140,3%. Las transferencias a las provincias pasaron de un ritmo a la suba de 23% a uno de 122%. El gasto de capital, que venía incluso bajando al 6,1%, pasó ahora, en octubre, a ser positivo por 26,3%. Y dentro de esa categoría, el gasto específico en inversión real directa, es decir, el gasto en obra pública del orden nacional, saltó de un ritmo de 4,8% a 56,6%. En cambio, la obra pública realizada a nivel provincial, pero con financiamiento provisto desde la Nación, que venía mostrando un ritmo de caída de 12,4%, cambió su tendencia y pasó a crecer al 18,4%.

Vuelta a la era K

Todo esto lleva al informe a preguntarse si esto se trata de una vuelta a la última época de la era K, cuando se buscaba elevar el nivel de actividad mediante el uso del gasto público y las transferencias de recursos que apuntaban a mejorar el ingreso disponible e impulsar el consumo.

Para muchos, la persistencia de la recesión, que comenzó hacia el segundo semestre del 2015 y que ya lleva al menos cuatro semestres de vigencia, obliga al ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat-Gay, a aplicar el recetario keynesiano, teniendo en cuenta la merma del consumo (aunque para el Indec creció en el primer semestre las encuestas de supermercados y centros de compras de agosto muestran sendas caídas reales) y el parate que caracterizó a la obra pública en el primer semestre.

Déficit y endeudamiento

Así, parece evidente la decisión del Gobierno de apuntalar el incremento del PIB para el próximo año eleccionario, de la mano del gasto público. De hecho, el déficit fiscal primario, sin rentas del BCRA ni Anses, cerraría en $ 370 M, lo que sería equivalente, según FyEConsult, al 4,5% del PIB. Es decir, un déficit mayor al de 2015, que fue de 4% del PIB. El déficit fiscal global, con las rentas del BCRA y Anses, sería el 5% del PIB, también mayor al de 3,9% del 2015. Y el déficit global, esta vez sin rentas del BCRA y la Anses, sería del 7% del PIB, también mayor al del 2015, del 6,1% del PIB.

Lógicamente, el Gobierno incrementó fuertemente el endeudamiento con “un volumen bruto de deuda colocado por aproximadamente US$ 31.300 M en lo que va del año, cifra que se elevaría a casi US$ 41.942 M, incluyendo los títulos emitidos para cancelar la deuda con los holdouts”. Unos US$ 12.700 M en los últimos treinta días (excluyendo el Boncer 2020). Según Hirsch, “al Gobierno le restaría obtener unos US$ 2.000 M para cubrir sus necesidades de financiamiento del año, según nuestras estimaciones (sin sobreexigir la caja y suponiendo el roll-over de las Letes)”.

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