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Según la consultora LCG, el rojo fiscal seguirá hasta 2022

01 noviembre de 2016

El informe mensual de octubre de Labour Capital Growth (LCG), la consultora fundada por Martín Lousteau, que hoy dirige Agustín Bruno, arrojó una afirmación de extrema dureza: “Aún en un escenario de crecimiento económico y eliminación completa de los subsidios es imposible alcanzar el equilibrio fiscal en 2022”.

El informe comienza celebrando el arreglo con los holdouts y la salida del default, aunque señala que teniendo en cuenta la Historia Argentina siempre el acceso a financiamiento, que se da gracias al bajo nivel de endeudamiento del que se goza actualmente, es un arma de doble filo. “Que haya una elevada demanda de deuda argentina también puede ser un motivo de preocupación ya que históricamente ha sido alta la tentación de utilizar esta herramienta y postergar indefinidamente la corrección de los desequilibrios. El bajo nivel de endeudamiento tiene que ser la palanca que permita financiar la transición fiscal. El riesgo es excederse y convertirse en la clásica Argentina”, sostiene. Para el futuro de corto plazo, LCG ya prevé nuevos incumplimientos de las metas. Así como este año cerraría el 2016 con un déficit fiscal primario mayor al del 2015 (será de 4,8% del PIB y había sido de 4,1% en 2015), para la consultora dirigida por Bruno el déficit fiscal primario de 2017 sería de 5,3% del PIB. Y el informe así lo justifica: “En 2017 entendemos que el Gobierno priorizará las elecciones y optará por darle mayor impulso a la economía”.

Dificultades estructurales LCG hace hincapié en ciertas dificultades estructurales que presenta el gasto fiscal, que complica (o imposibilita) las posibilidades de llegar al equilibrio en las cuentas, incluso de acá a 2022. “La disminución del déficit fiscal presenta algunos factores estructurales que limitan los grados de libertad del Tesoro y son prácticamente independientes a cualquier contexto macro”, sostiene. Y detalla: “En los próximos años las cuentas fiscales sufrirán un deterioro de 3% del PIB por el crecimiento del gasto en seguridad social (movilidad jubilatoria y Programa de Reparación Histórica) y por la pérdida de recursos (cesión de recursos a provincias y baja de retenciones)”. “Dejando todo lo demás constante, estos factores estructurales determinan que el déficit primario quedaría en los niveles actuales de 5% PIB a pesar de lograr eliminar totalmente los subsidios. Así, para alcanzar el objetivo de equilibrio fiscal en cinco años (2022) se necesita que el resto de los gastos (excluyendo subsidios y seguridad social) bajen 5% del PIB entre 2017 y 2022”, explica.

Y ahí la clave sería que, manteniendo fijo un gasto de capital que no debería bajar del 2% del PIB, habría que bajar el gasto corriente desde el 7% del PIB hasta el 2%, con una dificultad estructural difícil de salvar: históricamente el piso de este tipo de gasto es del 4%.

Entonces concluye: “Esto demostraría que aún en un escenario de crecimiento económico y eliminación completa de los subsidios es imposible alcanzar el equilibrio fiscal en 2022”. Aun así, el informe afirma: “Aún en escenarios macro de estabilidad, bajar el déficit es estructuralmente difícil, pero no bajarlo es financieramente insostenible”.

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