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Reformas son “necesarias e impopulares”

La visión del economista jefe de FIEL, Daniel Artana

03 agosto de 2017

La economía crece. No hay dudas. Pero, ¿lo seguirá haciendo? El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, prometió ayer “muchísimos años” de crecimiento, pero sus colegas del sector privado tienen dudas. “Resuelta la incógnita electoral, el Gobierno parece decidido a avanzar en reformas estructurales en los impuestos, las regulaciones al trabajo y en el sistema previsional. Estas reformas son necesarias para sostener el ritmo de crecimiento y lograr cumplir la consolidación gradual de las cuentas fiscales”, dijo ayer Daniel Artana.

Sin embargo, reconoce el economista jefe de FIEL, “existen algunos escollos que sortear”. Para empezar, “en cualquiera de los tres campos se requiere capital político porque las reformas necesarias son 'impopulares'”.

Si la reforma tributaria procura reducir la carga de los impuestos a la producción, el empleo y a la inversión (entre los más importantes, Ingresos Brutos, impuesto a las transacciones financieras, contribuciones patronales y tasa elevada de impuestos al retorno del capital propio) y se pretende no perder recaudación, dice Artana, “es evidente que tendrá que aumentar la carga fiscal sobre los ingresos y activos de las personas o sobre el consumo”. Una eventual reducción de las cargas patronales para los asalariados de menores remuneraciones, agrega, también genera un costo fiscal.

“Resuelta la incógnita electoral, el Gobierno parece decidido a avanzar en reformas estructurales en los impuestos, las regulaciones al trabajo y en el sistema previsional", dijo Artana

“Este no es el problema principal, sino los sobrecostos que existen en los seguros asociados al empleo formal (duplicación de la cobertura por desempleo, elevada litigiosidad tanto en indemnizaciones por despido como accidentes de trabajo, pagos elevados a obras sociales sindicales y a los sindicatos) y la rigidez tanto en la contratación temporaria como en la permanente. Pero en todos estos casos existen grupos de presión interesados en mantener el statu quo”, dice.

El sistema previsional nacional es altamente deficitario cuando se excluyen los fondos de rentas generales, recuerda Artana. “Ello obedece a la decisión de otorgar jubilaciones a individuos sin aportes y a la existencia de regímenes especiales dentro del sistema contributivo. La relación entre la jubilación a la que puede acceder un trabajador y sus aportes al sistema previsional es entre cinco y siete veces más alta para las empleadas domésticas y los monotributistas que para los asalariados. El problema es que estos casos 'especiales' que generan pagos futuros desproporcionados a los aportes realizados alcanzan a más del 20% de los aportantes”. Además, dice Artana, la expectativa de vida al momento del retiro para las mujeres es de las más altas del mundo.

“Otros países, sugiere, han tratado de corregir estos desequilibrios aumentando edades de retiro o la cantidad de años requeridos de aporte para poder acceder al beneficio, o introduciendo criterios actuariales para calcular las jubilaciones (relacionándolas a los aportes realizados). Pero es evidente que remover (o atenuar) estos 'regímenes de privilegio universales' requiere capital político”, expresa, con astucia, Artana.

La relación entre la jubilación a la que puede acceder un trabajador y sus aportes al sistema previsional es entre cinco y siete veces más alta para las empleadas domésticas y los monotributistas que para los asalariados

“Argentina necesita reformas estructurales para poder lograr la consolidación fiscal y eliminar algunos de los sobrecostos que hoy traban a la actividad productiva. Ante la dificultad, el Gobierno puede limitarse antes de iniciar las negociaciones y proponer reformas light, o aún cuando sea más ambicioso tener que ceder ante los grupos de presión. A la inversa del populismo, la mayoría de las reformas de fondo requiere pagar costos hoy, para poder mejorar ingresos futuros. Ello pone en evidencia que no es fácil avanzar en su implementación. La clave es porque la dirigencia política comprenda que el espacio que provee la capacidad de endeudarse para hacer cambios graduales, requiere que éstos se vayan materializando”, concluye.

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