La estabilidad es importante para las familias. Los períodos de zozobra suelen desacomodar todas las estanterías, generar caos y, lógicamente, aumentan la desconfianza. Es algo que debe ser valorado y cuidado por las autoridades. Eso se vio (o sufrió, mejor dicho) a lo largo de 2018. Cuanto menos, hasta que el plan doble 0% salió a la cancha.
Desde entonces, volvió la estabilidad (con pinzas, por cierto) y la inflación bajó algunos escalones. Eso se vio reflejado, ayer, en el Indice de Confianza del Consumidor (ICC) de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), que aumentó 12,1% con respecto al mes de noviembre.
Todavía sigue en niveles muy bajos. En la comparación interanual, el índice muestra una caída de 16,7% respecto a diciembre de 2017 y, si se alarga la serie, el guarismo es incluso más bajo que en 2008-2009.
Entre los componentes del ICC, el subíndice de situación personal aumenta 15,6%, el de bienes durables e inmuebles 10,7% y el de situación macroeconómica sube 10,1%, siempre respecto al mes anterior.
En la distribución territorial, la confianza del consumidor aumenta 7,2% en el interior del país, 10,2% en Capital Federal y 16,2% en el Gran Buenos Aires, siempre respecto al mes anterior.
En la distribución por nivel de ingresos, la confianza del consumidor aumenta 12,9% para el sector de los encuestados con mayores ingresos y 11,8% para los encuestados con menores ingresos, siempre respecto al mes anterior.