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“Pobreza y desigualdad son dos caras de la misma moneda”

06 octubre de 2016

“El gran problema de Argentina es la desigualdad”, coincidieron ayer los integrantes del primer panel de la Jornada Anual de Gestión Pública organizada por la Universidad de San Andrés (UdeSA), y señalaron la necesidad de poner en marcha políticas estratégicas.

En el marco de la mesa titulada “Pobreza, desigualdad y desarrollo” el economista José María Fanelli consideró que Argentina históricamente se ha topado con el mismo escollo, al que llamó la “trampa de bajo crecimiento”. Esta situación, según explicó, es el resultado de la conjugación de tres problemas básicos: “Mucho Estado, muchos pobres y conflictos distributivos, y poca competitividad”. En relación con el primer problema, Fanelli dijo que “la pobreza es alta a pesar del gasto público, porque la provisión de bienes públicos es ineficiente y porque sin inversión no hay creación de empleo”.

Respecto a la composición de los pobres en nuestro país, el economista mencionó que, en comparación con otros países, “no tenemos muchos pobres crónicos” (11% del total), sino que la mayoría de ellos son “pobres transitorios” que aparecen en situaciones de crisis. En este sentido, defendió el “gradualismo” del Gobierno, porque pese al endeudamiento y el tiempo que consideró que implican, evita disparar este segmento de pobres transitorios.

La socióloga Mariana Heredia, por su parte, sostuvo que la “inversión no es necesariamente sinónimo de generación de trabajo” y señaló, como ejemplo, que si bien la agricultura muestra a lo largo de los últimos años un desarrollo flagrante, provee de muy pocos puestos de trabajo. “La mayor parte de los argentinos trabaja o en los servicios o en el sector público en la industria”, precisó.

Heredia se refirió a algunos aspectos no tan evidentes de las “grandes injusticias” que atraviesan a nuestra sociedad y mencionó, en este punto, el avance de la privatización en los niveles educativos iniciales y terciarios, “que claramente se destinan a los sectores populares: los niños que tienen que ser cuidados mientras sus madres salen a trabajar o las personas que terminan el secundario y quieren devenir electricista o plomero”.

La socióloga consideró que pobreza y desigualdad son “dos caras de la misma moneda”, y recordó cómo fue cambiando a lo largo de las décadas la composición de los pobres. Si en los '50 o '60 los pobres eran aquellas personas que no podían trabajar, las viudas o los ancianos sin familia, “hoy gran parte de los pobres ?dijo? son trabajadores”.

Consultados sobre cuál creen que es el problema central de la Argentina entre la pobreza y la desigualdad, Walter Sosa Escudero, director de la Licenciatura en Economía de la UdeSA, respondió rápidamente que la desigualdad, y reseñó que, hasta los '80, se pensó en atacarla mediante programas netamente económicos, pero que luego de la crisis del 2001 fue evidente que era necesario dar un paso más allá de “la baja de inflación o la estabilización”. “Lamentablemente las políticas para tratar la desigualdad son más sofisticadas”, apuntó.

Roxana Mazzola, especialista en políticas sociales y directora del Centro de Estudios y Desarrollo de Políticas (CEDEP), coincidió en que “el gran problema y que no se debate es la desigualdad” y señaló que se manifiesta especialmente en una fuerte concentración de la riqueza. “El 1% de la población mundial concentra más del 40% de la riqueza”, precisó.

Mazzola opinó que las políticas sociales no son sólo aquellas que dispone el Ministerio de Desarrollo Social, sino que tienen que ver con un “enfoque” y una “posición respecto a la relación entre crecimiento y distribución”. En este sentido, consideró que en el escenario actual el crecimiento por sí sólo no alcanza para atacar la desigualdad, sino que hay que pensar “qué tipo de crecimiento” se necesita.

La especialista consideró que medidas como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el aumento de las jubilaciones “sentaron un marco mucho más distributivo y tuvieron un impacto positivo más allá de los prejuicios instalados en la sociedad”. “Los ingresos de la AUH no se va por la canaleta del juego y de la droga, ni éstos sectores de la población se dedican a tener más hijos: en promedio son dos destinatarios por hogar”, explicó. De todos modos, señaló que “no se puede esperar que con estas medidas se resuelva el problema de la desigualdad”.

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