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La obsesión por el dólar, la “batalla cultural” que Macri tampoco podrá ganar

El Gobierno, como lo intentó sin éxito el kirchnerismo en su momento, quiere que el dólar no sea un tema de conversación

07 julio de 2017

Por Leandro Gabin

“El dólar flota, sube y baja. Hace un mes hablábamos de lo bajo que estaba. No me preocupa. Claramente, esto beneficia a las economías regionales, a la generación de empleo. Si sucede, es porque hace a un equilibrio en la economía. No hay de qué preocuparse”. Mauricio Macri intentó, así, llevar tranquilidad a los ahorristas (pequeños y no tanto) que veían la disparada del dólar en la tapa de los diarios, algo que -a pesar de la retórica oficial- molesta y mucho.

Tuvo que salir el mismísimo Presidente a dar estas palabras horas después de que deambularan por los medios varios de sus funcionarios a minimizar la devaluación que, con la venia oficial, llevó el dólar a un récord histórico de $ 17,40 el miércoles en las pizarras de la city porteña.

A desdolarizar

El ninguneo de Macri con el dólar, algo que también había repetido antes Sebastián Galiani, el segundo de Nicolás Dujovne en Hacienda, y que además decían off the record los hombres más cercanos a Federico Sturzenegger en el BCRA, viene por una simple razón: el Gobierno, como lo intentó sin éxito el kirchnerismo en su momento, quiere que el dólar no sea un tema de conversación. Busca, en forma mucho más prolija que sus antecesores claramente, desdolarizar Argentina. Por lo menos, que no haya histeria cuando sube.

La estrategia oficial viene de hace rato: este BCRA comenzó su mandato sin dar estimaciones sobre el tipo de cambio ni decir a qué nivel le gustaría que estuviera. Se mantienen firmes en que lo único que rigen es la tasa de interés, y que el valor del dólar es -en definitiva- un resultado ajeno a la entidad. Se habla, tan solo, de la importancia de la “flotación” del tipo de cambio. “No sé a qué valor va a estar el dólar el mes que viene. Si vos sabés decime”, chicaneó Demian Reidel, el vicepresidente segundo del Central, hace más de un mes en la última conferencia brindada a la prensa.

“Estará donde quiera el mercado. Nosotros no intervenimos a lo sumo en situaciones extremas”, decían (y dicen) en Reconquista 266. Es cierto: cuando la cotización se desplomaba por el aluvión de divisas (mayoritariamente provenientes de las emisiones de deuda soberanas, subsoberanas y corporativas, pero muy poco de las inversiones reales), el BCRA permitía ese juego que producía una apreciación del tipo de cambio (algo que despertó críticas por el atraso cambiario). Ahora vuelve a permitir el movimiento (esta vez hacia arriba) del billete. “No le tenemos miedo a flotar”, acotan en la entidad.

Incertidumbre

El nerviosismo por el dólar no fue solo del chiquitaje: cuentan en los bancos que la venta de billetes físicos en los últimos días trepó entre 30% y 50%. En parte, por el efecto aguinaldo y vacaciones de invierno, y también influido por la escalada de la cotización. En términos del sistema financiero, se pasó de vender US$ 90 millones por día a US$ 120 millones, como mínimo. Fue tal la incertidumbre con el dólar que los principales jefes de las mesas de dinero de los bancos tuvieron que llamar a sus pares del BCRA para conocer de primera mano qué estaba pasando.

La contestación que recibían del otro lado del teléfono era que “el dólar puede subir o bajar, pero tienen que aprender a estar en un esquema de tipo de cambio flotante”. La frase corrió por cuenta de la mesa del BCRA, comandada por Agustín Collazo pero con injerencia directa del trader más experimentado que reclutó Sturzenegger desde Nueva York: el economista y físico Reidel. “Están jugando con fuego, a un mes de las PASO dejan que el dólar se dispare así. Hacen ejercicios teóricos en medio de un temporal. No se entiende cómo actúan”, explicaban desde uno de los bancos que se comunicó con la autoridad monetaria.

Recién ayer hubo un alivio, por ahora transitorio, con el dólar. Apareció la oferta y cortó un alza de diez jornadas consecutivas del billete. El que operan los grandes players ajustó un poco más (ocho centavos) y quedó en $ 17,08 mientras que el dólar minorista cedió tan sólo tres centavos hasta $ 17,37. Al parecer no sólo aparecieron los exportadores sino que hubo un banco local que tuvo una capitalización desde el exterior que ayudó a inundar de dólares la plaza. Esa entidad, que se rumorea sería Banco Macro, era uno de los que venía pagando muy fuerte en los últimos días. “La verdad es que parece que algunos lo estaban inflando un poquito de más”, contaban desde otro banco privado.

Un tema cultural

“En algún momento hay que cambiar la cultura que hay con el dólar. La gente tiene que entender que puede subir y bajar, y que esos movimientos son normales como en cualquier país del mundo”, explicaba un funcionario de Casa Rosada. La clave para el Gobierno es que se internalice el concepto de “flotación”. “En algún momento hay que empezar y mejor ahora que después”, agregaba la fuente.

En Reconquista 266 creen que con esta nueva corrección alcista del dólar se incentivará al agro a liquidar los dólares que, por varias razones, estaban “encanutando”. De hecho, en el BCRA tienen planillas detalladas con el monto de divisas que debería ingresar luego de esta suba del dólar. Algo de eso apareció ayer, pero falta mucho más. Creen que ahora con este dólar más alto los que especulaban con liquidar, empezarán a vender en forma más acelerada.

Pero lo cierto es que, a pesar de lo que dicen, podría no ser inocua la suba del dólar. El famoso “pass through” podría ser una realidad y afectar así a la ya alta tasa de inflación. Pero en el Central no creen que haya traslado. “No vemos que venga más inflación por la suba del tipo de cambio”, refutan, tajantes, desde la mesa chica del BCRA.

Sin embargo, empezó a trascender que empresas de alimentos y bebidas ya comenzaron a enviar nuevas listas de precios a los comercios con remarcaciones groseras. Lo mismo podría pasar con el rubro salud, donde -explican en el sector- el 50% de los costos están atados al dólar. De ese porcentaje, sólo el 10% puede ser reemplazado por productos locales (en el caso de ciertos medicamentos) pero que, a nivel insumos, que representa el 40% de los costos de un hospital, están totalmente ligados a lo que pase con el billete. “Claramente para nosotros el costo aumentó. Habrá que ver cómo se traslada al consumidor”, explicaban.

Las diez ruedas consecutivas en donde el dólar subió (tomando lo sucedido en el mercado mayorista), de todas formas, tampoco funcionaría para la tan mentada “competitividad” cambiaria. Eduardo Costantini, el dueño del Malba y Consultatio, dijo que “ahora hay incertidumbre con el dólar, pero estaba demasiado atrasado. La suba de 6,8% no hace que equipare a la inflación desde el principio de año (que hasta mayo fue de 10,5%), y eso dejando de lado el atraso del año anterior”, indicó.

¿Significa que se vienen más subas? Imposible saberlo. Lo cierto es que el mercado se debate entre dos teorías: una, que la cotización ya hizo un techo y se empezará a acomodar o incluso bajará más y, dos, quienes creen que sólo fue un respiro lo del jueves. El consenso de los bancos estaría indicando que, por ahora, el dólar tiene más para bajar que para subir. “No sería raro que el viernes arranque para abajo. Creo que el próximo precio que vamos a ver es el de $17”, decía el trader de un banco extranjero.

Más allá de que el mercado haya hecho techo o no, lo cierto es que la implicancia de esta suba en la inflación (que ya venía picando en punta el mes pasado) podría retrasar las aspiraciones de Sturzenegger de bajar la tasa. El martes que viene hay decisión de Política Monetaria y Reconquista 266 mantendrá todo como está. La inflación de junio, que el Indec dará a conocer el mismo día de la reunión por las tasas, estará cerca de 1,5% y lo que se espera para julio (ya se habla de 2%) hace imposible que empiece el “relajamiento monetario”.

Estudio Bein dice que los aumentos en expensas, prepagas, naftas, servicios doméstico y cigarrillos ponen un piso de 0,99% a la inflación de julio. De hecho, ahora algunos creen que la tan mentada baja será en septiembre cuando antes esperaban que ocurriera en julio (por caso, Miguel Kiguel). El BCRA empezó a subir las tasas en el mercado secundario de Lebac, interviniendo vendiendo letras. Las razones son obvias: suba del dólar y el temor de que en la licitación de mediado de mes el mercado no le renueve los vencimientos, que llegarían a más de $ 400.000 millones.

Lo que quedó en claro, más allá de todo, es que los movimientos del dólar (mucho más cuando son hacia arriba) generan tensiones en los agentes económicos que llegan -inevitablemente- a la tapa de los diarios. La cruzada por perderle el miedo a lo que pase con el dólar, en Argentina y a poco de las elecciones, resulta más que una utopía, una ingenuidad.

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