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La juventud necesita políticas específicas

700 mil jóvenes no estudian ni trabajan.

04 agosto de 2011

Según un trabajo de la Sociedad de Estudios Laborales, son 700 mil los jóvenes que tienen entre 25 y 24 años que no estudian ni trabajan en la Argentina. Se trata de un número que está en ascenso desde 2007 pese a que la economía argentina creció a tasas altas durante los últimos años. Las dificultades que enfrentan los jóvenes tienen, por supuesto, una mayor gravedad en los sectores de menores ingresos porque en ellos el 15% de los jóvenes no estudia ni trabaja. Es preocupante, además, que ese porcentaje haya crecido cuatro puntos en los últimos años.

Las políticas públicas y el discurso político en general, apuntan a los sectores que son considerados más vulnerables: los chicos y quienes forman parte de la tercera edad. Pero faltan iniciativas de la misma intensidad para los más jóvenes. Hay medidas que tuvieron un apoyo masivo como la Asignación Universal por Hijo pero que precisamente llegan hasta los 18 años y hay, a partir de esa edad, un corte abrupto. Pero son datos que no deben sorprender.

La mayoría de los niños nacen en hogares pobres y muchos de ellos de madres adolescentes y en hogares en los que faltan figuras adultas. También en muchos sus integrantes están fuera del mercado laboral formal desde hace mucho tiempo. En ese contexto no deben sorprender esos datos de falta de inserción laboral y abandono de la escuela.

Pero los jóvenes de otros sectores sociales también enfrentan desafíos. El desempleo es mayor entre ellos, supera el promedio y no siempre se logra el empleo al cual se aspira por la formación adquirida. Enfrentan, además, problemas estructurales de larga data como el acceso a la vivienda. Se trata de problemas que se dan en otras sociedades, como lo demostraron las manifestaciones masivas registradas en varios países en los últimos meses.

Uno de los temas que más preocupa a la sociedad según todas las encuestas es el de la inseguridad. Y en ese terreno se observa que una gran cantidad de víctimas y de victimarios pertenece al segmento de los jóvenes. La conclusión es que hay que establecer políticas públicas para atender específicamente la cuestión juvenil. Tener 700 mil jóvenes que no estudian ni trabajan es una bomba de tiempo para la sociedad argentina, y por ello, es necesario actuar rápidamente.

Esta demanda se presenta en un momento en el cual, precisamente, se exalta la mayor participación de la juventud en la vida pública. Sin embargo, ese mayor involucramiento no se tradujo, hasta ahora, en una mejora de las políticas dirigidas al segmento. Y allí aparece un riesgo adicional porque la falta de respuestas a sus problemas puede generar una desconfianza generalizada de los jóvenes con el sistema político.

Si a la exclusión de oportunidades laborales se suman un alejamiento de toda participación en la esfera institucional se irá camino a un aislamiento creciente. Precisamente uno de los mayores desafíos es encontrar los caminos adecuados para acercarse a sectores que están lejos de la acción del Estado y, en muchos casos, abandonados a su suerte.

(De la edición impresa)

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