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La inversión crecerá 3% en 2016 y 10% en 2017

17 agosto de 2016

La economía argentina, como todos sabemos, está atravesando un largo periodo de estanflación, y la recuperación se está haciendo desear más de lo previsto. A ese tema dedica Miguel Kiguel su último informe, difundido ayer.

¿Qué plantea el economista? “Para volver a crecer de manera saludable y poder sostenerlo en el tiempo, es necesario elevar la tasa de inversión sobre el PIB en forma permanente”, sostiene, y advierte:

“Pero esto no será suficiente. El desafío complejo ?pero posible? es lograr el crecimiento sin afectar los actuales niveles de consumo ni fomentar las vulnerabilidades externas. Todo dependerá en gran medida del destino que se le dará a los recursos que vaya generando el crecimiento”. Pero, ¿cuáles son los requisitos? Kiguel plantea cuatro..

El consumo debe crecer más despacio que el PIB. “Un crecimiento del consumo más lento le da espacio a la inversión para seguir creciendo, lo que significa que los recursos que vaya generando el crecimiento se vayan mayormente reinvirtiendo en lugar de consumirse. Es lo contrario a lo que sucedió en los últimos años. El consumo privado, más allá de la caída de los últimos meses, se ubica en niveles históricamente elevados, tanto en volúmenes per capita como en su tamaño respecto al PIB, en tanto creció desde el 64% en 2004 al 72% del PIB en 2015”, plantea.

La inversión debe crecer más rápido que el PIB. Según Kiguel, “esto permitirá elevar la tasa de inversión desde el 19,5% del PIB en 2015 hasta (al menos) el 22% del PIB en los próximos años”. La tasa de inversión de los últimos años (19,5% del PIB), dice el economista, “es incapaz de hacer crecer la economía y menos aún de poder sostener un crecimiento en el mediano plazo, aunque sí alcanzó para mantener el estancamiento en los últimos años”. El dato alentador es que, según sus cálculos, la inversión crecería 3% este año y 10% adicional en 2017.

Se debe reducir el déficit fiscal. La inversión, dice, se financia con ahorro privado, público y externo. “Como el ahorro público es negativo (5% del PIB), una parte importante del financiamiento de la inversión la aporta el ahorro externo mediante el déficit en cuenta corriente (2,5% del PIB)”, explica. Para que la inversión pueda crecer sin atizar vulnerabilidades externas (como un déficit en cuenta corriente mayor a 3,5% del PIB), argumenta, “es necesario que el sector público colabore con su parte, baje su déficit y no ahogue el financiamiento de la inversión”. Asimismo, el ahorro privado, por su parte, también crecería en tanto el consumo privado vaya disminuyendo su tamaño en el PIB.

Es necesario que la deuda externa y pública se estabilicen en relación al PIB. Esta condición de solvencia en el largo plazo, explica Kiguel, “prácticamente se deduce del cumplimiento de las anteriores”.

Quizás la mayor complejidad del actual escenario proviene del punto de partida, razona. “La tasa de inversión es relativamente baja y viene maridada con un déficit en cuenta corriente que ronda el 2,5% del PIB. El bajo nivel de endeudamiento mitiga la estrechez del corset, pero lograr una tasa de crecimiento saludable requiere transitar un sendero donde el consumo privado y el gasto público le vayan haciendo un lugar a la inversión dentro del PIB para no forzar la máquina del financiamiento externo”, sentencia Kiguel.

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