La base monetaria cerró el 2017 en $ 1 billón, y siguió desacelerando el ritmo de crecimiento interanual (+21,8%). Es más, según un informe de LCG, “exhibió una baja en términos reales (-1,8%)”. A la vez, el circulante se mantuvo creciendo por arriba del 35%.
En relación con noviembre, la base se expandió $ 120.800 millones, y tanto el sector público ($29.600 millones) como el sistema financiero ($ 90.400 millones) actuaron de forma expansiva. El sector Público, por pesificación de deuda, requirió $ 16.900 millones y $ 13.200 millones por giro de utilidades.
A su vez, el BCRA inyectó $ 90.400 millones por haber renovado solo parcialmente los vencimientos de pases ($ 12.900 millones) y Lebac ($ 76.300 millones). LCG recuerda que, en la última licitación de letras, renovó solo el 72% del vencimiento, reduciendo el stock en circulación en $ 118.100 millones. La menor renovación respecto a licitaciones anteriores estuvo influenciada por factores puntuales, como la obligación a las aseguradoras de desinvertir en estos títulos, factores estacionales (pagos de aguinaldo del sector público y privado) y nuevas colocaciones de letras del Tesoro.
En todo 2017, la base monetaria se amplió en $ 179.400 millones (diciembre versus diciembre). En el promedio anual, creció casi 5% en términos reales, aunque en los últimos meses, en un intento por cumplir una meta imposible, el BCRA intensificó el sesgo contractivo.
Por la necesidad de cubrir el déficit fiscal el sector público demandó emisión por $ 414.500 millones, 33% más de la asistencia requerida en 2016: $ 150.000 millones los obtuvo por asistencia directa del BCRA y $ 271.700 millones por pesificación de deuda. Esto último le permitió al BCRA acumular US$ 15.700 millones de reservas. Del lado opuesto, el BCRA esterilizó $ 176.600 millones ($ 132.000 millones con Lebac y $ 48.800 millones con pases). Mientras tanto, el sector privado no financiero absorbió $ 5.500 millones.
