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La clave de las exportaciones está en mirar más hacia adentro

Brasil no logra despegar, China se sigue frenando y los demás socios comerciales de Argentina crecen poco: hay que mirar hacia adentro

07 junio de 2017

Por Andrea Osorio Economista de la Fundación Capital

Las exportaciones argentinas continúan mostrando un comportamiento magro. Tras volver a terreno positivo el año pasado, los envíos siguen exhibiendo subas leves (2% entre enero y abril). No obstante, tras cuatro años de caídas (2012-2015) se encuentran lejos de recuperar el terreno perdido. Por un lado, a pesar de los datos de cosecha récord, el efecto agroexportador continúa retrasándose en los envíos al exterior. Por el otro, si bien las manufacturas industriales muestran un mejor desempeño relativo, los envíos a Brasil siguen en dudas como factor de impulso.

Aquí es clave detenerse en los envíos industriales, que se sostienen como el único rubro que exhibió un aumento en cantidades durante el primer cuatrimestre del año. Asimismo, el 70% de los subrubros industriales muestran alzas interanuales, con una importante difusión de los buenos resultados a nivel de productos. No obstante, para garantizar la expansión del impulso se necesita la demanda brasileña, destino del 35% de los envíos de manufacturas de origen industrial.

En este caso, un nuevo capítulo en la crisis política de Brasil comenzó casi en el mismo momento en que se divulgaron los primeros datos positivos de actividad, luego de dos años de recesión económica. El PIB mostró un leve alza desestacionalizada (1%) en el primer trimestre del año, la producción industrial expuso una suba anual por primera vez desde inicios del 2014 y los indicadores de consumo moderaron sus bajas, mientras la desinflación permitió cierta recuperación de los salarios.

Así, tras algunos meses de relativa tranquilidad, los sucesos políticos vuelven a atraer las miradas y encienden una luz de alerta sobre los posibles impactos de una extensión en la crisis brasileña. Si bien mantenemos el escenario de estabilización de la economía vecina para el año en curso (+0,5%), somos cautos en tanto las mayores tensiones políticas pueden aumentar los riesgos a la baja. Así, si bien no estimamos un nuevo desplome de los envíos a Brasil (cayeron 45% desde 2013), probablemente observemos un impacto sectorial selectivo, con industrias más sensibles a la dinámica del país vecino. En efecto, cerca del 70% de las exportaciones de material de transporte y manufacturas de caucho (en especial neumáticos), y casi la mitad de los textiles y materias plásticas tienen como principal destino al país vecino. Estos sectores ya comenzaban a mostrar cierta recuperación en sus ventas a Brasil (caucho, materias plásticas y textiles) o al menos una desaceleración en el ritmo de caída (como el caso del material de transportes) por lo que deberá monitorearse de cerca si este desempeño se verá comprometido.

No obstante, no podemos mirar sólo a Brasil para comprender nuestros limitados resultados exportadores. En este sentido, el crecimiento estimado de nuestros cinco principales socios comerciales (Brasil, China, Estados Unidos, Chile y la Unión Europea) ponderado por el peso que tienen en nuestras exportaciones es del 2,2%, bien por debajo del esperado para el promedio mundial (3,5% según el FMI). Así, los destinos de la mitad de nuestros envíos mostrarían un menor dinamismo que el promedio, aunque en un escalón por encima del 2016.

Otro desafío es la baja competitividad-precio que condiciona el dinamismo exportador. Si observamos la evolución de la paridad real del peso con nuestros principales socios comerciales se observa un progresivo deterioro del tipo de cambio real desde el 2009 (-45%). Además, las altas tasas de inflación recientes erosionaron gran parte de la ganancia de competitividad ganada tras el sinceramiento cambiario de fines de 2015.

Hace tiempo que Argentina tiene una tarea pendiente en términos de comercio exterior. Las cantidades exportadas se encuentran hoy en los niveles de 2005. Esto implica que el aumento en las cantidades alcanzado entre 2006 y 2011 (14%) se perdió completamente entre 2012 y 2015 (-12%). De este modo, si bien el año 2016 parecía mostrar un quiebre en esta tendencia (las cantidades aumentaron un 7%), los primeros meses del año en curso volvieron a exhibir una baja (-4%), poniendo en duda la potencia del rebote exportador. Medido en dólares, el impulso se compensa porque los términos de intercambio continúan siendo relativamente benevolentes. El nivel actual de exportaciones es un 40% superior al de 2005, en tanto los precios de nuestros productos permanecen por encima de los de ese momento, aún con la fuerte contracción de los últimos cuatro años.

Argentina busca insertarse en un mundo cambiante que implica nuevos desafíos. Brasil no logra despegar, China continuará desacelerando su ritmo de expansión económica y el resto de los socios tradicionales mostrará crecimientos moderados. Por su parte, los precios de nuestros productos exportables no traccionarán como en años previos. Así,  en el futuro el país dependerá más de sus propias dinámicas y de la capacidad de trabajar sobre los problemas de competitividad de la producción local en un sentido amplio. La adopción de una activa agenda externa es un buen primer paso, aunque por el momento resta traducirse en mejores vínculos comerciales y más exportaciones.

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