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La clase media argentina se reduce todos los meses

Si bien el crecimiento es el factor más importante para reducir la pobreza, las políticas de redistribución del ingreso y la disminución de la desigualdad son fundamentales para expandir la población de clase media. ¿Dónde estamos parados actualmente?

11 agosto de 2016

por Gonzalo Quilodrán (*)

La informalidad laboral en Argentina es una realidad, que puede doler, estudiarse y combatirse, pero si hay algo que no se puede hacer es negarla. Vastos sectores que pertenecían a una “clase media informal” hoy no están contemplados en los diagnósticos del Gobierno.

Cuando se estudia la implementación de una de política pública, la misma está teñida de muchas variables, alguna duras u objetivas, y otras un tanto más subjetivas y hasta ideológicas.

En estos primeros ocho meses de gestión del Gobierno de Mauricio Macri, vemos que el escenario de problemas que se presentaban en las postrimerías del Gobierno anterior, aun no pudieron resolverse en su mayoría, salvo excepciones. Estancamiento de la economía, inflación y falta de creación de nuevos puestos de trabajo en el sector privado aún quedan en el tintero.

El cierre definitivo con los holdouts, sin duda, fue una buena noticia para la actual Administración. Sin embargo, las consecuencias esperadas todavía no ocurrieron y las millonarias inversiones siguen siendo sólo un anhelo.

Otro de los grandes problemas que no sólo preocupa al Gobierno, sino a todos los argentinos, es la inflación, y para combatirla la estrategia está clara y sus autores no andan con rodeos: las metas son disminuir el déficit fiscal y un “sinceramiento” de la economía y tarifario de por medio. En otras palabras, se pretende enfriar la economía, lo que lógicamente deteriora el poder adquisitivo y disminuye el ingreso real de las familias argentinas.

El aumento de la inflación, que empezó con los alimentos siguió con las tarifas y luego con el transporte; el “parate” tanto de la obra pública como privada, que es determinante porque no sólo se paró el trabajo formal sino el del peón de albañil y, en tercer lugar, un nivel importante de despidos. Se habla de cerca de 140.000 entre el sector público y el privado.

¿Qué ocurrió?

Un mal diagnóstico del Gobierno, basado sólo en la economía formal, cuyo porcentaje encuentra índices más elevados en los grandes centros urbanos, pero que difieren enormemente en el interior del país y en algunos sectores del conurbano bonaerense.

El deterioro del salario real tuvo, entre sus primeros impactos, la contracción del trabajo informal o comúnmente conocidas “changas”.

Lo que el Gobierno parece desconocer (o no tuvo en cuenta) es la enorme cantidad de trabajadores informales, sostenes de familia y que hasta hace poco llevaban una vida de clase media.

Dentro de las ciencias sociales existe el refrán metodológico que reza que si uno efectúa una encuesta cuando pregunta a qué clase cree usted que pertenece la gran mayoría respondería a la clase media.

Para definir parámetros que nos ayuden a entender quienes componen verdaderamente a la clase media, nos basamos en informes del Banco Mundial (BM) para el ámbito internacional. El BM fija tres líneas de ingresos que definen cuatro estratos económicos. Veamos.

Pobres: Aquellos que viven en familias con menos de US$ 4 por día per capita (en Paridad de Poder Adquisitivo ?PPA-).

Vulnerables: Aquellos que viven con ingresos diarios per capita entre US$ 4 y US$ 10 dólares ?PPA-.

Clase media: Aquellos con ingresos diarios per capita entre US$ 10 y US$ 50 dólares (nuevamente, PPA).

Ricos o élites: Aquellos con ingresos superiores a los US$ 50 diarios per capita en PPA.

¿Cómo se llegó a la cifra de US$ 10 PPA por día por persona para determinar que una familia de cuatro miembros pertenece a la clase media? El BM adopta una perspectiva económica, basada en niveles de ingresos, para definir la clase media. El umbral inferior se basa en el concepto de seguridad económica.

Para unificar el parámetro comparativo, el organismo considera que una familia pertenece a la clase media si tiene una baja probabilidad de caer en la pobreza en el futuro cercano. Usando encuestas de hogares de varios países de América Latina, el BM estimó que el ingreso mínimo asociado a una probabilidad de caer en la pobreza en los cinco años siguientes es de aproximadamente US$ 10 PPA por día por persona. Esto quiere decir que una familia típica de cuatro personas se clasifica como de clase media si sus ingresos anuales superan los US$ 14.600, es decir, aproximadamente US$ 1.200 por mes. Al tipo de cambio promedio de $15, el resultado es de $18.000.

En Argentina actual hay una realidad y es que se achica todos los días un poco la clase media. Está claro que el primer factor que explica este fenómeno es la inflación, pero no es la única razón y también influye que durante los últimos años prácticamente no hubo crecimiento de la economía ni creación de empleo en el sector privado.

Si bien el crecimiento económico es el factor más importante en reducir la pobreza y elevar a las personas en la clase media, las políticas de redistribución del ingreso y la disminución de la desigualdad son fundamentales para expandir la población de clase media.

Ahora bien, independientemente de la devaluación del peso argentino, lo cierto es que la disminución del poder adquisitivo, la baja del consumo y la caída del salario real hizo desbarrancar a cientos de miles de trabajadores informales, que con el ingreso de esos trabajos informales, más la percepción de algún ingreso en concepto de programa social, se encontraba muy por encima de los mínimos indicados por el BM para sentirse y vivir como una familia de clase media.

La disminución del poder adquisitivo de las familias de clase media “formales” opera como el disparador de una espiral recesivo, que anteriormente “derramaba” demandando servicios muchas veces no registrados. La primera medida doméstica para hacer frente a la inflación es recortar esos servicios, de los que en el interior del país viven miles y miles de familias.

Ahora bien. ¿Quién y cómo se le explica a esos jefes/as de familia, que vivían de hacer changas en la construcción, prestando servicios domiciliarios, paseando perros, lavando autos o cortando el césped, que durante años pudieron comprar celulares, televisores, netbooks, algún medio de movilidad, o educar a sus hijos en colegios privados, que están afuera del sistema y qué todo fue una ilusión?

El Gobierno debe tomar nota de esta silenciosa situación acuciante en la que miles de familias argentinas, que no están sindicalizadas, no están socialmente agrupadas ni movilizadas en masivas protestas, puedan encontrar una solución a sus pesares cotidianos y ser contemplados en los programas de políticas públicas que aplique el Gobierno de ahora en adelante.

(*) Licenciado en Ciencia Política, docente universitario, director de la Asociación Civil Estudios Populares en Salta y Coordinador de Promoción y Desarrollo de la Delegación Casa de Salta en Capital Federal. @GonzaQuilodran

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