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“Es una recuperación y aún no es crecimiento"

En diálogo con El Economista, Ramón Frediani ofrece su visión sobre la realidad económica

29 agosto de 2017

Entrevista a Ramón Frediani Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)

En diálogo con El Economista, Ramón Frediani ofrece su visión sobre la realidad económica y los desafíos del Gobierno.

¿Cómo está viendo el ritmo de la economía? Según el Indec, estamos creciendo 4% anual, y el empleo también muestra una tónica positiva. ¿Es una mera recuperación cíclica de lo perdido en 2016 o un crecimiento genuino?

Ese 4% es una buena noticia, pero se refiere al último mes. Si tomamos los ocho primeros meses del 2017, estamos apenas 2% arriba respecto del PIB de los 8 primeros del 2015, y con este impulso, podemos llegar a 2,7% a fin de este año, apenas para estar unas décimas arriba del negativo 2,3% que fue la variación del PIB en el 2016. Es una reactivación económica, pero falta mucho para hablar de crecimiento económico. En el caso argentino, habrá crecimiento cuando se logre una tasa mínima del 3% al 4% anual acumulativa e ininterrumpida durante al menos veinte años.

¿Qué hace falta para hacer sustentable el crecimiento y, como dice Nicolás Dujovne, crecer varias décadas?

Iniciar cuanto antes  una agenda de ocho reformas profundas para que Argentina ingrese al Siglo XXI. 1) Reforma tributaria para volver a una presión fiscal razonable y poder competir en el mundo; 2) redimensionar y modernizar el Estado por dentro en sus 3 jurisdicciones para hacerlo eficiente; 3) actualizar la legislación laboral y sindical , que en promedio tiene 50 años y no es funcional para crecer; 4) reforma del Poder Judicial para garantizar, más allá de la independencia, honestidad y eficiencia; 5) reforma del sistema político y electoral; 6) reforma previsional para extender voluntariamente la edad de retiro a los 70 años; 7) reforma de la infraestructura de transporte para priorizar el tren para carga de media y larga distancias y dejar  el transporte en camión para el resto y 8) reforma educativa en la secundaria y la universidad, para preparar a los jóvenes a la cuarta revolución industrial que ya está llegando. Si estas reformas no se concretan, seguiremos sobreviviendo con un anémico 2% al 3% anual, insuficiente  para bajar la pobreza, modernizar al país y construir una senda de crecimiento para las próximas décadas.

¿Cómo está viendo la batalla que libra, casi en soledad, el BCRA contra la inflación? El Gobierno celebra que cae casi 50% vs. 2016, pero también es cierto que cae menos de lo previsto por la autoridades?

Es meritorio luchar contra la inflación y correcto el uso de metas de inflación, pero es  el 10% de todo lo que hay que hacer en materia económica. Hay un error de diagnóstico en el BCRA: cree que en la calle hay inflación de demanda y en realidad hay inflación de costos. Los precios suben  porque suben los costos impositivos, laborales, financieros, transporte y logística y no porque la gente vaya al supermercado y salga con el carrito desbordando. Paralelamente a la labor del BCRA, el resto de las áreas de Gobierno deben crear condiciones para que la economía sea más competitiva y pase a generar los dólares que necesita a través de la cultura de la exportación y no a través de la cultura del endeudamiento externo, algo que llamo “economía a la gorra”. En buena hora que ingresen préstamos del exterior, pero para financiar proyectos de inversión productiva y no para financiar un gigantesco déficit fiscal total del 8% del PIB (sumando Nación, provincias, municipios, BCRA y empresas del Estado), causado por un excesivo gasto corriente en burocracia.

El Gobierno tiene un plan de convergencia fiscal (2,2% del PIB en 2019) y, hasta ahora, viene cumpliendo los targets intermedios. Sin embargo, no parece convencer a los analistas, sobre todo a los más fiscalistas. ¿Usted qué opina?

El plan de reforma tributaria y convergencia fiscal tiene 2 puntos débiles: tendría una implementación muy lenta en el tiempo y, aunque no se dice,  no habría una decidida intención de bajar la actual presión fiscal. El Poder Ejecutivo presentaría al Congreso a fin de año un  primer borrador de convergencia fiscal, para ser discutido durante todo el 2018 y de ser aprobado entrar recién en vigencia en el 2019, cuando ya esté terminando esta gestión gubernamental. Se habla de racionalizar y ordenar la legislación tributaria para hacerla más coherente, pero poco y nada se dice de reducir la presión fiscal, lo cual lleva a la sospecha de que se eliminarían impuestos distorsivos pero reemplazándolos por otros nuevos, y así mantener inalterada la actual presión fiscal total sobre la economía. El argumento: dificultad en acompañar tal reforma con un corte simultáneo en el excesivo gasto corriente que haría viable bajar la presión fiscal.

La inversión viene levantando, pero tímidamente y está muy lejos de los guarismos de 25-30% del PIB que se recomienda para crecer sostenidamente. ¿Cuándo llegará la famosa lluvia de inversiones?

Llegará cuando, al menos, se apruebe en el Congreso una profunda reforma tributaria  en los tres niveles del Estado, para bajar la excesiva presión fiscal actual y una reforma laboral y sindical para modernizar toda la legislación vinculada al mercado de trabajo. Pero implementar estas acciones requiere alcanzar un consenso previo mediante un acuerdo entre todos los partidos políticos con representación parlamentaria en diputados, y las entidades empresarias y sindicales, parecido al Pacto de La Moncloa  español de 1977. Caso contrario, será imposible alcanzar las reformas estructurales que necesita el país para modernizarse e ingresar al Siglo XXI.

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