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El peor semestre

03 mayo de 2016

Federico González Rouco (*)

Todos los días escuchamos a políticos, periodistas, sindicalistas y demás participantes de la vida pública hablar sobre el “segundo semestre”. Las dudas sobre los próximos meses están alrededor de la inflación, el dólar, el empleo y la reactivación económica. Si bien la situación actual es complicada, podríamos decir que estamos transitando los que serán los peores meses de los cuatro años. De ahora en adelante, todo tenderá a mejorar.

Varias son las razones por las cuales se podría pensar que la situación económica está en su piso y que, de aquí en adelante, se comenzarán a ver los progresos. En primer lugar, la salida del default prepara el terreno para que las empresas locales y los gobiernos provinciales (más allá de, obviamente, el Gobierno Nacional) puedan tomar créditos a tasas menores dado el menor nivel de riesgo. Así, las empresas podrán financiar sus inversiones y generar mayor nivel de empleo y producción. Esto ya se está viendo, con las inversiones de Globant, Molinos Río de la Plata, Fiat y Dow, solo por nombrar algunas en el sector privado. Por otro lado, se anunciaron inversiones desde el sector público en turismo, donde se esperan 300.000 puestos nuevos. Las Unidades de Vivienda (UVI's) y el impulso al crédito hipotecario reactivarán un sector que sirve de motor en momentos de desaceleración.

En cuanto a precios, primero hay que separar entre precios relativos e inflación. La inflación se entiende como un proceso sostenido y generalizado de aumento de precios. Así, los aumentos en tarifas que estuvieron estables durante mucho tiempo no son una causa de la inflación, sino una consecuencia de ésta dado que, durante años no subieron al ritmo del resto de la economía, por lo que su valor real cayó fuertemente, alterando la relación que hay entre estos precios y el resto. Así, un aumento en la electricidad, por ejemplo, no es inflación dado que, tal como fue dicho, es un solo aumento en un solo servicio. El aumento en la electricidad no es sostenido. Si bien varios servicios públicos registraron aumentos en sus tarifas, estas siguen siendo muy pocas en relación a la cantidad de bienes de la economía. Es decir, las “tarifas” incluyen a, como mucho, diez servicios cuando la economía tiene infinitos bienes y servicios. Esto implica que, una vez que los saltos en precios dejen de darse, el aumento de precios estará motorizado por otros factores y ya no por los tarifazos.

La inflación, entonces, es independiente de las tarifas. Si todos los bienes suben, algo debe estar generando la pérdida de valor del peso. En los últimos meses, la inflación núcleo (que excluye bienes regulados y estacionales) ha mostrado una tendencia a la baja debido a las decisiones de política monetaria que se han tomado. El aumento de las tasas de interés y las opciones de inversión en pesos han generado una mayor demanda de moneda local, lo que quitó presión sobre los precios en general y sobre el dólar en particular. SI bien mantener una tasa de interés de Lebacs al 38% anual puede parecer nocivo para la actividad dado el racionamiento del crédito que genera, siendo que esta es a 35 días, implica una tasa efectiva de 2,7%, menos de la mitad de lo que se prevé que fue la inflación en abril. Es decir, aunque estamos con una alta tasa de interés, ésta sigue siendo menor al aumentos del IPC, por lo que sigue siendo una tasa de interés real negativa. Por otro lado, la mayor oferta de dólares le quitó presión al tipo de cambio. Entonces, una vez que las correcciones en tarifas terminen, los precios solo responderán a los factores subyacentes de la inflación, que están siendo bien manejados por el Banco Central.

Así, dado el impulso a la actividad económica que se verá fruto de las inversiones y de la caída de la inflación, sumado a las políticas de ingresos que se promueven desde el Gobierno Nacional (reducción del IVA a bienes de la canasta básica, la universalización de la AUH y el programa de 1er empleo, solo por citar algunos), se puede pensar en un segundo semestre muy superior al primero. Por otro lado, el sector que mayores políticas de incentivo recibió, el campo, parece ser el que más reaccionó aunque esto se verá recién en la campaña del año que viene.

En conclusión, si bien en este semestre de precios nuevos y salarios viejos, todo parece caótico, los fundamentos de la economía pueden anticipar un segundo semestre con aumento del salario real debido a las paritarias, inflación a la baja y mejoras en el nivel de empleo. Con el objetivo puesto en reducir los niveles de pobreza con que se comenzó en diciembre, un segundo semestre mejor que el primero es necesario y, según lo expuesto, posible.

(*) Economista (UCA) y magistrando en Políticas Públicas (UTDT).

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