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El gradualismo fiscal es sostenible (si todo lo demás sale bien)

14 noviembre de 2016

La deuda externa puede no ser un problema y, en rigor, no lo es para la mayoría de los países del mundo. Por eso, los defaults soberanos son eventos raros. Sin embargo, en Argentina, cuando la deuda empieza a subir, también lo hacen los temores de que eso termine en una nueva crisis. Motivos no faltan.

Nuevamente, el tema está en agenda y seguirá allí porque el país continuará emitiendo deuda para financiar el elevado déficit fiscal que tienen las cuentas públicas, una estrategia que suscita críticas entre los economistas y empieza a preocupar a la población. En 2017, hay que emitir unos US$ 30.000 millones.

Sin embargo, no hay motivos para pensar en un endeudamiento excesivo que ponga en peligro su sustentabilidad. Un motivo clave es que el país tiene poca deuda con los privados: menos de 20% del PIB. Asimismo, también se espera que la economía crezca, el tipo de cambio no se dispare y el rojo fiscal, aunque cada vez más gradualmente, se vaya recortando.

Según los cálculos de Federico Muñoz, se registraría un fuerte crecimiento del ratio en el 2016, producto de la regularización del pasivo con los holdouts, el amplio déficit fiscal y la licuación del PIB en dólares por la devaluación y la recesión. “Pero tras este salto inicial, el crecimiento futuro del ratio deuda-PIB sería bastante más lento, merced a la reducción progresiva del déficit y al crecimiento del PIB nominal. En 2019, el ratio treparía a un máximo de 54%”, sostiene.

“Asimismo, la deuda neta intra sector público (a nuestro juicio, la verdaderamente relevante a la hora de evaluar la solvencia estatal) pasaría de 19% a 26% del PIB en el año en curso. Pero a partir de 2017 y hasta el final del mandato macrista se estabilizaría debajo del 30%, un nivel que bajo ningún concepto comprometería la imagen de solvencia del sector público”.

Ajustar, crecer y convencer

En definitiva, concluye, “en la medida en que se cumplan los supuestos pautados (básicamente, que el déficit fiscal tienda a reducirse progresivamente y que la economía retome a partir del año entrante un sendero de crecimiento al 3% anual), la tan cuestionada estrategia de gradualismo fiscal sería perfectamente sostenible”.

Sin embargo, el cumplimiento de esos supuestos no puede darse por descontado. A la economía le está costando dejar atrás la recesión, está por verse si se concreta la reducción del déficit en 2017 y habrá que ver si la irrupción de Donald Trump no afecta la disponibilidad de financiamiento en los mercados. Continuará?

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