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El 50% de la PEA se encuentra en una situación de precariedad

El trabajo en el comercio y la construcción explican el mayor porcentaje, según un informe conjunto de la Untref y la Uocra

05 julio de 2017

Los trabajadores que tienen un empleo de calidad en Argentina representan sólo la mitad de los ocupados del país, según un informe conjunto del Centro Interdisciplinario de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (CIEA-UNTREF) y la Fundación UOCRA. El Indice de Precariedad Laboral elaborado por las entidades señala que esa situación alcanza al 43% de los ocupados y se explica fundamentalmente por el empleo en el comercio y la construcción. Por otro lado, la categoría ocupacional que acarrea mayor informalidad es el cuentapropismo, en el cual el 65% de las personas registra algún grado de precariedad.

El tercer informe sobre calidad de empleo y estructura socio-productiva, titulado “La naturalización del trabajo precario”, asegura que nos encontramos frente a mejoras selectivas dentro del mercado de trabajo, condicionadas fundamentalmente por los factores estructurales. “Las situaciones de mejora se estarían localizando en los estratos o segmentos más dinámicos y, viceversa, las condiciones más difíciles se notan más en aquellos sectores que estructuralmente ya estaban en situaciones de desventaja, como por ejemplo los puestos de trabajo de la informalidad estructural”, apuntaron.

Como ejemplo de lo anterior, refiere mejores niveles de actividad dentro de sectores vinculados a las actividades de agricultura y ganadería, que en términos de empleo traccionan solamente el 0,5% de los ocupados, proporción que se eleva a alrededor de 1,5% si se incluyen algunas actividades conexas. En contraposición, existen algunos sectores muy heterogéneos en su productividad pero altamente demandantes de empleo, por ejemplo el sector de la construcción demanda algo más del 9% de la mano de obra y el sector del comercio un 18%, que no están registrando recomposiciones en términos de empleo. A su vez, el trabajo doméstico por sí solo emplea más del 7% de los ocupados. “Muy probablemente no alcanzará con un incremento de la productividad y un mejor desempeño de alguno sectores dinámicos, especialmente si no se traducen en una elevada demanda de fuerza de trabajo”, añade el informe.

El estudio presenta el Indice de Precariedad Laboral, que además de incluir a la propia informalidad estructural adiciona otros problemas de empleo dentro del sector moderno tales como la subocupación, el empleo moderno no registrado y el empleo doméstico no registrado. Asimismo, incluye a los desocupados, quienes consideran que son “aquellos que mayores problemas sufren respecto a su situación socio-laboral”. Los resultados de este índice muestran que, a pesar de años de significativo crecimiento del PBI, a fines del año pasado se encontraba un 43% de ocupados con problemas de precariedad laboral. Si se incluye además al desempleo abierto, cerca de un 50% de la PEA estaba atravesando una situación de precariedad laboral. La tendencia a largo plazo muestra una disminución del índice de precariedad luego de la crisis de los años 2001/2002 muy marcada hasta el 2008, que luego se modera.

Dicha precariedad se evidencia dentro de sectores específicos, encabezando el ranking el sector de comercio, con una participación del 21% del total del empleo precario, mientras que en segundo lugar se observa a la construcción, con un 17% de este tipo de actividad laboral. Entre ambos explican cerca del 40% del empleo precario.

Por otro lado, de acuerdo a la categoría ocupacional se observa que la precariedad laboral se concentra principalmente dentro del grupo de los cuentapropistas, donde el 65% registra algún grado de precariedad dentro de su ocupación. En segundo lugar están los asalariados, con una incidencia del 38% del empleo precario, por problemas de registro, de subocupación de su fuerza de trabajo o, directamente, porque están dentro de una unidad productiva de la informalidad estructural. Asimismo, el índice refleja que hay una mayor incidencia de la precariedad y, también de la informalidad estructural, dentro de los grandes aglomerados urbanos, donde se concentra buena parte del empleo privado, en las zonas del noroeste argentino y en ciudades particulares como Mar del Plata y Río Cuarto por ejemplo.

La naturalización del trabajo precario

Los investigadores consideraron que el si bien el crecimiento económico funciona como una condición necesaria, no es suficiente para disminuir a valores “no preocupantes” la informalidad estructural en un núcleo de trabajadores con desventajas económicas y sociales vinculadas directamente a la configuración diversa, compleja y fragmentada de la estructura social y productiva.

Este núcleo de trabajadores se presenta como un excedente estructural de fuerza de trabajo que, al no contar con los recursos para financiarse el proceso de búsqueda de un empleo “moderno” y “protegido” (lo que lo situaría dentro del desempleo abierto) se ha visto forzado a “inventarse” un puesto de trabajo en condiciones precarias, sin tecnologías aplicadas, de alta vulnerabilidad y desprotección social, con resultados finales de muy baja productividad e ingresos. Es lo que suele llamarse la “economía popular”, cuyos trabajadores fueron reconocidos por la ley de Emergencia Social sancionada en diciembre del año pasado.

Los investigadores consideraron que, frente a este panorama, las políticas públicas deberían ir más allá de los esfuerzos de regularización desde lo “legal”. “En lo posible, las políticas deberían avanzar en un trabajo de mediano y largo plazos afrontando aquellos problemas que se derivan de las fracturas estructurales, tanto económicas como sociales”, concluyeron.

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