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El 2020 se escribe con los mismos números que 2002, pero no mucho más que eso

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08 julio de 2020

Por Marcelo Capello IERAL de Fundación Mediterránea

Es probable que en 2020 el PIB baje alrededor del 12%, mayor que la caída del 10,9% observada en 2002. Si en 2020 el PIB disminuye 12%, la caída acumulada en el período 2018?2020 será del 16%, versus 18,4% que se deterioró entre 1998 y 2002. Si la caída en 2020 resulta finalmente del 14%, el acumulado desde 2018 será muy parecido al de la crisis del final de la Convertibilidad. Por estos motivos ya muchos comparan ambas crisis, y se comienza a debatir sobre si la salida de la recesión actual podría ser similar a la de hace casi dos décadas. Recordemos que en 2003 el PIB se recuperó 8,8% y la suba siguió en números altos hasta 2008.

La actual recesión comenzó en abril de 2018 y por ende ya lleva 27 meses. La recesión del final de la Convertibilidad comenzó en noviembre de 1998, y se profundizó notablemente en 2001-2002, con una duración de 40 meses. Todo indica que la actual será casi tan profunda como aquella, pero que durará menos. En 2002 la tasa de desempleo llegó al 19,7% y la tasa de pobreza alcanzó 57% de la población. Actualmente el desempleo superó el 10%, y la tasa de pobreza podría estar acercándose al 50%,

Los orígenes de ambas crisis

Luego que en 1999 Brasil devaluó fuertemente su moneda, Argentina había perdido competitividad cambiaria contra la mayoría de los países del mundo, al contar con tipo de cambio fijo con el dólar, en un contexto en que la mayoría de países del mundo devaluaban contra dicha moneda. Ello había derivado en problemas de competitividad cambiaria y un déficit comercial de cerca de US$ 5.000 millones, que derivaba en un déficit de Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos del 4,3% del PIB. El contexto externo jugaba en contra con un precio de la soja menor a US$ 200 por tonelada.

Además, el retorno al déficit fiscal, en menor medida en el Gobierno (por la reforma previsional), pero especialmente en provincias (alta responsabilidad de la provincia de Buenos Aires), llevó a un aumento de la deuda pública, la cual costaba cada vez más servir, en un mercado que hacia 2001 comenzó a dudar de la viabilidad del programa argentino.

La recesión actual comienza en 2018, cuando en medio de una situación internacional de mayor desconfianza hacia los países emergentes y elevados déficits de cuenta corriente y fiscal (4,8% y 4,5% del PIB, respectivamente) en Argentina, nuestro país sufre una fuerte salida de capitales y por ende un ataque especulativo sobre el tipo de cambio. Esta situación se concatenó con un año eleccionario en 2019, en que las mayores posibilidades estaban dadas para la oposición al Gobierno, propuesta que incrementaba la desconfianza en los mercados y, por ende, exacerbó la salida de capitales y la suba del tipo de cambio. El aumento del dólar en buena parte fue a precios, de modo que cayó el salario real, deterioró el consumo y profundizó la recesión. Por supuesto, desde marzo de 2020 se agrega el efecto exógeno de la pandemia por Covid-19 y los efectos económicos del confinamiento social impuesto para apaciguar el avance de los contagios.

La inactividad lleva a la quiebra y cierre de muchas empresas, lo cual implica una pérdida de capital social y humano, por los conocimientos y experiencia acumulada que existía en las actividades abortadas.

El Tipo de Cambio Real (TCR) más alto y la fuerte recesión generaron un importante superávit comercial y equilibrio en Cuenta Corriente. Por su parte, las medidas compensatorias decididas en la crisis (IFE y ATP, entre otros) llevarán el déficit primario a más de 6% del PIB en 2020 y a la expansión de la cantidad de dinero a más de 70% nominal anual.

Salida de la crisis

Con los salarios muy bajos en dólares que se observaban en 2002 (pasaron de US$ 900 a US$ 300), comenzó un proceso de sustitución de importaciones pues con un tipo de cambio muy alto y, por ende, bajos costos salariales, la industria argentina pudo competir mejor y sustituir importaciones.

El TCR muy alto generaba un impresionante saldo positivo en la balanza comercial (15% del PIB), que con flotación sucia comenzó a generar un exceso de oferta de dólares y una fuerte expansión de la emisión monetaria, que era “demandada” por los agentes económicos y, por ende, inicialmente no generó mucha inflación, y coadyuvó al incremento de la producción. Como había muy alto desempleo y baja capacidad utilizada inicial en la industria, la expansión desde 2003 no resultaba inflacionaria, hasta 2006.

Además, desde 2003 comenzó a subir el precio de la soja (aunque mostró sus mayores valores recién hacia 2008 y 2012-13). Esta situación generó flujos adicionales de dólares, y evitó que el aumento de la demanda interna, cuando se recuperaron salarios y gasto público, terminara rápidamente con el superávit comercial.

Al analizar la situación en 2020 respecto a 2002, debe tenerse en cuenta varios asuntos.

El TCR contra el dólar es 32% mayor ahora que en 2017, pero 31% menor que en 2002.

El superávit comercial es del 4,4% del PIB versus 15% en 2002. Las reservas del BCRA son equivalentes a 11,5% del PIB versus 10% en 2002

El déficit fiscal primario nacional sería 6,5% del PIB en 2020, versus equilibrio en 2002.

En ambos años existe default de la deuda, aunque en 2020 existe mayores chances de acuerdo, cuando en la otra oportunidad recién ocurrió en 2005.

El gasto público de Nación y Provincias pesa 16 puntos del PIB extras en 2020 que en 2002, y la presión tributaria representa 10 puntos extras.

La caída de salario privado formal en dólares fue del 35% en esta crisis, versus 67% en la de 2002. La tasa de inflación en 2020 (43%) podría resultar bastante mayor que en 2002 (26%). Respecto al contexto externo, en 2020 caen fuertemente el PIB mundial y el de Brasil, y el precio de la soja en 2020 está en un valor intermedio, aunque 89% mayor que en 2002.

En definitiva, en 2020 se tiene la siguiente situación.

Contexto internacional con caídas de producción en casi todo el mundo.

Precio de la soja mayor que en 2002, pero sin la perspectiva de la fuerte suba que ocurrió entre 2002 y 2013.

Hay mucho menos margen cambiario y nivel salarial en dólares que en 2002 para crecer inicialmente vía sustitución de importaciones y aumento de exportaciones.

En 2020 se parte con una inflación mayor que en 2002, y con un alto déficit fiscal que, si no resulta transitorio, consolidará una alta inflación anual en los próximos años.

En 2020, por efecto de la pandemia y de algunas decisiones gubernamentales, hay un problema de credibilidad hacia la política económica, que puede demorar las decisiones de inversión. Se agrega un estricto control de capitales (cepo) y dudas sobre la seguridad jurídica.

Además, en 2020 existe menos margen para crecer vía suba de salarios, porque la caída fue menor a la de 2002, y porque la inflación puede ser también mayor. Tampoco queda ahora mucho margen para aumentar el gasto público porque el déficit y la presión tributaria ya son muy altos.

En conclusión, el rebote sería más tenue en 2020-2021 que en 2002?2003 y con mayor tasa de inflación. El riesgo de una inflación muy alta reside en la posibilidad de que bajen mucho las reservas del BCRA y, si se usa el dólar oficial como ancla inflacionaria, aquel se vea obligado a ajustar fuertemente el tipo de cambio.

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