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“El 2016 no fue un año perdido”

30 noviembre de 2016

La inflación está cerca de 2% mensual (como en el kirchnerismo) y Argentina tendrá una de las inflaciones más altas del mundo; la economía no crece (en rigor, cae más de 2%); el déficit fiscal es enorme y creciente; el tipo de cambio exhibe cierto atraso; el consumo privado se contrae; la presión impositiva, pese a cierta caída por retenciones y Ganancias, es altísima; la inversión no camina y el sector privado casi no crea empleo de calidad. Además, el salario real cayó y subió la pobreza? No es difícil encontrar motivos para creer que el 2016, que ya se está despidiendo, fue un año perdido.

Sin embargo, Miguel Kiguel, en el editorial de su informe semanal, dice que hay motivos para tener un abordaje distinto y más compasivo con los tiempos que corren. “El 2016 no fue un año perdido”, dice el director de Econviews.

Versus 2014

“La economía todavía no repunta y hasta los más optimistas empiezan a preocuparse. Para esta altura del año muchos esperábamos más brotes verdes. Pero ese optimismo no puede olvidar todos los factores adversos que afectaron la actividad económica este año. Tampoco desconocer que esos mismos factores fueron, por el contrario, muy favorables durante 2014 cuando la economía, sin embargo, terminó cayendo incluso más que este año. Las comparaciones suelen ser odiosas, pero a veces son útiles”, dice Kiguel.

Los datos

Los salarios reales, dice, cayeron más en 2016 que en 2014 (5,2% versus 3,8%, respectivamente); “no hubo push fiscal y cayó el gasto público”, dice, incluyendo allí la obra pública, que creció en 2014; la política monetaria fue más dura y las Lebac rindieron más que la inflación esperada; la devaluación fue mayor en 2016; las tarifas aumentaron más; cayó la cosecha y se agravó la recesión en Brasil, principal socio comercial del país.

Las perspectivas

“A pesar de estos factores adversos, la economía en 2016 caerá alrededor de 2,2%, menos que en 2014, cuando cayó 2,5% tras la devaluación de enero de aquel año, precedida por una prolongada sangría de reservas, similar a la registrada durante 2015”, dice Kiguel, y señala que hoy la situación es más sustentable. “La economía hoy ya no necesita quemar reservas para volver a crecer ni atrasar las tarifas o el tipo de cambio para contener la inflación y están dadas las condiciones para salir sostenidamente de una estanflación que ya lleva 5 años”. Pone como ejemplo que la inversión en equipo durable ya está comenzando a reaccionar y cerraría el año con un alza de 3% en volumen físico, “tal vez la primera vez en la historia que crece en un año recesivo”.

Además, enumera, en 2017 la cosecha crecerá 12%, ni Brasil ni la resaca por las obras públicas impagas serán un lastre para el crecimiento, no habrá devaluación real ni ajustes de tarifas como los de 2016, la construcción volverá a crecer empujando la inversión, los salarios reales volverán a crecer y la reparación a los jubilados también empujará el consumo. “La economía crecerá probablemente entre 2% y 3%”, resume.

“No fue gratis remover varios de los obstáculos que en los últimos años impidieron alcanzar y sostener el crecimiento. A mediano plazo, para seguir creciendo y bajando la inflación en forma sostenida, habrá que remover obstáculos más complejos, como reformar la estructura tributaria, reducir la informalidad laboral, mejorar la calidad del gasto público, avanzar hacia la consolidación fiscal y aumentar la productividad”, concluye Kiguel.

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