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Con commodities en precios normales y sin acuerdo con el FMI, la economía podría caer 3,8% en 2022

Según un informe de Equilibria, que analiza diversos escenarios. En el extremo opuesto (commodities altas, tasas bajas, crecimiento mundial arriba de 4% y acuerdo con el FMI), el PIB crecería 4,7%.

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24 agosto de 2021

Algunos eventos favorables relajaron durante 2021 la restricción externa que estructuralmente sufre Argentina. El crecimiento de la economía durante los próximos años estará directamente relacionado con la posibilidad que tenga nuestro país para hacerse de divisas y también de arribar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que genere certidumbre.

Un informe de la consultora Equilibra analizó dos escenarios particulares que podrían darse en el 2022 y sus consecuencias. En concreto, el trabajo proyectó que en un contexto internacional “excepcional” y acordando con el FMI, Argentina podría crecer hasta 4,7% en 2022. Sin embargo, una vuelta a la normalidad del contexto internacional y no acordar con el organismo de crédito se traduciría en una caída del 3,8% para el mismo período.Nuestro país logró el año pasado reestructurar la deuda pública nacional y encaraba el 2021 con mínimas reservas netas en el BCRA (US$ 3.300 millones), elevados vencimientos de deuda con el FMI y con el Club de París. A eso se sumaba la imposibilidad de acceder al financiamiento externo, crecientes restricciones, brecha cambiaria y un nivel de importaciones y actividad en franca recuperación tras la finalización de la cuarentena estricta.

En ese contexto, los mejores precios internacionales de las exportaciones y la inyección extraordinaria que representaron los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, que ingresaron ayer, relajaron la restricción externa. Entre las commodities y los DEG, Argentina tuvo un espaldarazo cambiario imprevisto de casi US$ 15.000 millones.

Es una incógnita hasta cuándo durará este contexto excepcional: la restricción externa podría volverse operativa nuevamente en 2022”, aclaró Equilibra.

En ese marco, el trabajo de la consultora proyectó dos escenarios extremos (sobre 6 en total) que podrían darse en 2022. El mejor de todos tiene que ver con un acuerdo razonable con el FMI y un contexto externo “excepcional”, donde los precios de las commodities se mantengan en los elevados valores actuales, las tasas sigan en mínimos y el mundo crezca más de 4%.

El segundo escenario es el desierto de dólares sin ancla de expectativas, como podría ser un acuerdo con Washington. En ese supuesto, no habría un acuerdo con el organismo internacional y la situación externa sería “normal”: los precios de las commodities caerían 15% (regresando a la media histórica) y el crecimiento mundial sería menor al 4%.

Contexto excepcional y acuerdo con el FMI

En la primera situación planteada por Equilibra, las exportaciones de bienes y servicios crecerían 11,4% en 2022 producto de un contexto internacional excepcional. Además, habría una reducción de la brecha cambiaria a 50% o menos luego de un acuerdo con el FMI. El riesgo país, hoy arriba de 1.500, podría meterse debajo de los 1.000 puntos básicos.

Para Equilibra, la mejora significativa de las exportaciones y una cuenta capital más relajada permitirían al BCRA fijar una meta de acumulación de reservas ambiciosa, “clave para fortalecer el esquema en el mediano plazo”, y dejaría margen de dólares para que las importaciones crezcan hasta 12% en volúmenes.

El informe proyectó que, considerando la elasticidad importaciones/PIB promedio histórica de 2,5 puntos, “ese volumen de importaciones permitiría una expansión máxima del PIB de hasta 4,7% en 2022”. De todas formas, enfatizaron que esa tasa señala sólo lo que podría crecer la economía en 2022 sin que la disponibilidad de dólares opere como una restricción.

Para los especialistas, que esa expansión se materialice dependerá “no solamente de que se dé el contexto internacional descripto y que se llegue un acuerdo exitoso con el FMI, sino también de que la demanda agregada tenga la fuerza suficiente para expandir la actividad en esa cuantía y que no se observen restricciones de oferta vinculadas al Covid-19 como hemos visto en 2020 y 2021”.

Contexto normal y ruptura con el FMI

El escenario más opuesto está signado por una vuelta a la normalidad de los precios internacionales, una Reserva Federal subiendo tasas antes de lo previsto y una ruptura con el FMI. En ese caso, las exportaciones de bienes y servicios caerían 6,2% en 2022 y tanto la brecha cambiaria como el riesgo país se dispararían tras el incumplimiento de pagos al FMI y al Club de París.

El trabajo de Equilibra afirmó que la caída de las ventas externas y la creciente incertidumbre sobre la política económica tras la ruptura con el organismo multilateral de crédito obligarían a reforzar aún más el cepo, “lo que podría concebirse como giros de utilidades y ventas de divisas prácticamente nulos en el mercado oficial”.

A diferencia del escenario externo excepcional y acuerdo con el FMI, un default con el FMI (“arrears”, en la terminología) potenciaría la incertidumbre sobre el devenir económico, reduciendo la demanda los activos financieros locales y la inversión extranjera directa.

“Pese a la probable intensificación de la represión financiera, la dolarización de activos encontraría canales no tradicionales para materializarse”, puntualizó el trabajo. En ese escenario, las ventas de divisas por parte del BCRA en los mercados alternativos superarían los US$ 4.000 millones y, producto de una brecha cambiaria que podría alcanzar los tres dígitos, la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones se volverían más relevantes. Casi dantesco?

“Dejar atrás la excepcionalidad de 2021 y volver a una situación de normalidad reduciría significativamente la disponibilidad de dólares por la vía de las exportaciones que, combinada con la desconfianza que provocaría entrar en 'arrears' con el FMI, forzará una contracción de la economía”, aseguró la consultora.

Por tanto, la caída de las exportaciones y una mayor formación de activos externos no permitirían al BCRA acumular reservas ni ampliar la disponibilidad de divisas para importaciones. “Estas últimas bajarían 8% en volumen, lo que utilizando una elasticidad importaciones/PIB levemente menor a la media histórica, se traduciría en una merma del PIB de 3,8% para 2022”, estimó Equilibra.

Según comentó el informe, este escenario no parecería viable desde el punto de vista político-social ya que el PIB per cápita se acercaría “peligrosamente” a 2020. “A diferencia de ese año, la cuarentena estricta/pandemia no sería la causa del deterioro sino la ruptura con el FMI en un contexto internacional menos favorable”, agregaron.

Otras conclusiones

El reporte también arribó a tres conclusiones que se desprendieron del análisis principal. La primera es que “un retorno del contexto internacional a la normalidad bloquearía la posibilidad de crecer en 2022”.

“La vuelta un contexto de precios internacionales en línea con valores históricos impondría una reducción de las exportaciones que, dada la exigüidad de reservas del BCRA, exigiría un cambio rotundo en la confianza inversora para que lleguen dólares que financien una expansión del PIB. Si no se restablece cierto horizonte y confianza para el ingreso de capitales, solo la fortuna del viento de cola internacional podría ayudar a recuperar el terreno perdido durante la pandemia”, detallaron.

La segunda es que, al reducir la disponibilidad de dólares, un retorno a condiciones externas más normales generaría incentivos para que el Gobierno busque un acuerdo con el FMI para evitar un deterioro económico-político-social complejo de administrar. “Sólo un contexto internacional excepcional como el vivido en 2021, daría margen al Ejecutivo para considerar la posibilidad de tensar o dilatar un acuerdo con el FMI”, mencionó el informe. Un nuevo flujo inesperado de dólares podría alargar la procrastinación, aunque la probabilidad es baja y difícilmente tengan el tamaño requerido: hay que pagar US$ 21.200 millones al FMI y el Club de París. La otra opción es usar esa bonanza para capear las consecuencias de un “arreas”.

La tercera es que un cambio en el contexto externo es más relevante para la economía argentina que la decisión de acordar o no con el FMI. “Un acuerdo demorado y a regañadientes tampoco generaría un salto de la confianza”, objetaron.

Por último, la economía también está expuesta a las inclemencias climáticas. El ejercicio teórico del trabajo no supone una producción agrícola afectada por una sequía que reduzca considerablemente la cosecha. “Si estos fenómenos poco frecuentes ocurren, la restricción externa se agravaría significativamente, pues la menor producción local no compensaría la mejora de los precios internacionales asociada menor oferta mundial”, concluyeron.

El camino es complejo, pero parece claro: prender una vela para Jerome Powell y las commodities; otra para las lluvias y una niña tranquila y, por último, lograr un acuerdo con el FMI con el aval de la oposición.

***

La NOAA dice que podría ser Niña

Hay una firme tendencia a la instalación de una Niña que condicionaría las lluvias que recibiría Argentina, sobre todo entre los meses de noviembre a febrero. “Los organismos oficiales han subido la probabilidad del evento de 67 a 70% en un reciente informe. Lo que resta ahora es responder cuál será la intensidad del evento”, dijeron en un reporte de la Bolsa de Comercio (BCR) sobre la base del “partero” climático: la Agencia Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.

En los años Niña, agregó, las regiones agrícolas de Argentina reciben entre 20% a 30% menos lluvias que las normales, dependiendo de la intensidad del evento.

Pero hay algo que agrava esta situación: sería por cuarta vez en 35 años otra campaña gruesa afectada por dos Niñas consecutivas. Y para los cultivos de soja y maíz eso tiene muy malos antecedentes. En los últimos 35 años, hubo tres campañas afectadas por dos Niñas consecutivas: 2008/2009, 2011/2012 y la 2017/18. Para soja, los números nacionales muestran, en la primera un rinde de 18,6 quintales por hectárea (qq/ha) y que se perdió el 38% de la cosecha. En la segunda, 22,6 qq/ha y pérdida de 23%. La reciente 2017/18 terminó con 21,5 qq/ha y se obtuvieron solo 35 millones de toneladas de los casi 52 que se esperaban (32% de pérdida). Para maíz, los rindes nacionales para dichas campañas son 55,2 qq/ha; 53,4 qq/ha y 59,76 qq/ha, respectivamente, cuando el promedio del maíz a nivel país está en los 80 quintales”, dijo la BCR.

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