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¿Comenzó el ajuste?

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02 marzo de 2021

Por Juan C. Sánchez Arnau Diplomático y economista

En el mes de enero y por primera vez desde que Alberto Fernández es Presidente, las cuentas del sector público presentaron un superávit. Según las cifras publicadas por la Secretaría de Hacienda, el déficit primario de $3.766 millones de enero 2020 pasó a ser un superávit de $24.073 millones en enero de este año, mientras que el déficit financiero disminuyó de $90.818 millones a solo $3.030 millones.

Estos auspiciosos resultados se han logrado sobre las siguientes bases.

En enero 2020 los gastos corrientes superaban a los ingresos corrientes en $80.000 millones mientras que en este mes de enero son los ingresos los que han superado a los gastos en $29.000 millones. Es decir, mientras los ingresos corrientes aumentaron (año contra año) 52,9%, los egresos solo aumentaron 21,3%.

Los intereses bajaron de $87.000 millones a $27.264 millones.

Más importante, pero en clave negativa, los ingresos tributarios aumentaron 80% pasando de casi $200.000 millones a $358.000 millones.

Las prestaciones de la seguridad social, que es el mayor rubro dentro de los gastos corrientes, aumentaron solo 28% contra una inflación anual del 36%.

En otros rubros importantes también ha habido cambios significativos, algunos contribuyendo a estos resultados y otros, limitando su alcance.

Los aportes a la seguridad social ?el segundo rubro en importancia dentro de los ingresos- solo aumentaron 24,2%, expresión de la baja registrada en el empleo del sector formal.

Las remuneraciones del empleo público aumentaron 49%, claramente por encima de la inflación.

Las transferencias corrientes (básicamente subsidios) aumentaron 45,4%.

Hecho interesante, las referidas a las provincias, solo aumentaron 18,1%.

En cambio, el déficit operativo de las empresas públicas aumentó 181,1%.

La inversión real directa aumentó nada menos que 320%.

En definitiva, por primera vez tenemos un balance mensual con un signo positivo. Lamentablemente, esto se ha logrado fundamentalmente sobre la base de un fuerte aumento de la presión impositiva y de la reducción en términos reales de las prestaciones al sector pasivo.

Debe señalarse, en cambio, la importancia de la reducción del pago de intereses y de las transferencias a las provincias. Inversamente, el déficit de las empresas públicas es difícil de explicar.

Cabe entonces preguntarse, ¿ha cambiado el rumbo de la política económica? ¿Se ha decidido el Gobierno finalmente por el denostado ajuste? ¿O esto es solo un resultado transitorio? Los próximos meses y un análisis más detallado de los distintos rubros, cuando esté disponible la información, nos lo dirán.

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