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Caminos para cambiar la agenda del endeudamiento

Argentina debería destinar esfuerzos diplomáticos para cambiar la agenda del endeudamiento, corriendo el foco desde la resolución hacia la prevención de las crisis de deuda. Asimismo, hay que trabajar para acceder a un endeudamiento más seguro. ¿Cuáles son las opciones?

11 agosto de 2016

por Nicolás Creus (*)

Independientemente del acuerdo o no con los modos elegidos, la resolución del conflicto con los denominados “fondos buitres”, constituyó una de las acciones más relevantes llevadas a cabo por parte del Gobierno de Mauricio Macri, en tanto que abrió la puerta para el regreso de Argentina a los mercados internacionales de capital luego de más de una década de mantenerse al margen.

Herramienta clave

Este hecho se resignifica y adquiere una relevancia mayor aún en el marco del proceso recesivo y de ajuste por el cual transita la economía nacional, con una profunda debilidad en la cuenta corriente y dificultades cada vez mayores para cubrir el déficit fiscal.

Si a esto se suma el hecho de que la llegada de inversión externa directa proyectada por el Gobierno está demorando algo más de lo esperado, el endeudamiento externo es a priori la principal opción para cerrar el modelo ?al menos como un puente en el camino hacia las reformas estructurales necesarias para retomar el sendero del crecimiento?.

De este modo, resulta evidente que en el contexto descripto, la colocación de deuda como instrumento de política económica vuelve a ganar consideración dentro de la caja de herramientas.

La baja relación deuda/PIB heredada de la administración anterior ?como consecuencia de la referida marginación de los mercados de capital? sumada a la persistencia de un contexto internacional con tasas de interés muy bajas, no hacen otra cosa más que reafirmar la elección por el endeudamiento.

No obstante, este es un camino que no está en absoluto exento de riesgos, y es preciso ser precavidos para no repetir errores del pasado.

La experiencia histórica demuestra que la mayoría de las crisis de deuda sufridas por la Argentina no tuvieron que ver necesariamente con un elevado stock, sino más bien con shocks externos y con la volatilidad de su economía, siendo así más importante la composición que el nivel de la deuda. Por esta razón, no debe depositarse una confianza excesiva en la baja relación deuda/PIB.

Asimismo, en lo que respecta al plano internacional, si bien se mantiene la tendencia de tasas inusualmente bajas, la misma no va a durar para siempre. Para muchos analistas, se está generando una gran burbuja de renta fija cuya evolución es preciso monitorear.

Un nuevo camino

En este escenario, Argentina debería destinar esfuerzos diplomáticos para cambiar la agenda del endeudamiento, corriendo el foco desde la resolución hacia la prevención de las crisis de deuda. En los últimos años, en el marco de su disputa con los “fondos buitres”, Argentina orientó sus acciones internacionales hacia el reclamo de mayores y mejores mecanismos para regular los procesos de restructuración de deuda y limitar así el accionar obstaculizador de los fondos especulativos de riesgo.

Sin embargo, esto lo hizo de manera tardía ?cuando su suerte en el litigio judicial ya estaba echada? y errática ?en muchas ocasiones asumiendo posiciones confrontativas para con los únicos actores capaces de tornar efectivas las medidas reclamadas?. Hoy la situación es diferente, Argentina necesita generar mecanismos que la protejan de las crisis de deuda y le permitan acceder a un endeudamiento más seguro.

En pos de lograr este objetivo, el país debería orientar su diplomacia hacia la concreción de una serie de iniciativas concretas, tales como buscar fuentes alternativas de financiamiento que permitan diversificar la estructura de su deuda ?la iniciativa de emitir deuda en yuanes mediante los denominados “bonos Panda” puede ser interesante si la tasa de interés acordada es razonable?; promover la generación de líneas de crédito flexibles en el seno de las instituciones financieras internacionales que permitan responder ante situaciones de iliquidez repentina; contribuir al diseño de mecanismos y de una estructura financiera regional efectiva para limitar el impacto de los shocks externos; encontrar patrocinio y apoyos para la emisión de activos contingentes como es el caso de los bonos atados a la evolución del PIB, lo cual aumentaría el grado de protección en un contexto de volatilidad internacional ?algo por cierto bastante probable en los próximos años? y, por último, es posible agregar la necesidad de desarrollar de una vez por todas un mercado de capitales local capaz de garantizar acceso a un financiamiento en moneda nacional.

Más activismo

Ninguna de las iniciativas mencionadas ?ni siquiera la última?, pueden lograrse sin una política internacional activa. El desafío será entonces construir una agenda convergente con los intereses de la comunidad financiera internacional, capaz de poner de manifiesto que los beneficios no serán solo para Argentina sino que contribuirán a una mayor estabilidad del sistema internacional en general.

(*) Profesor de política internacional argentina de la Universidad Nacional de Rosario

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