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¿Avalancha de importaciones?

Según Federico Muñoz, no hay evidencias de un aumento significativo de las compras al exterior.

01 agosto de 2016

En las últimas semanas, desde distintos sectores se advirtió sobre el riesgo que supondría para la industria local la supuesta avalancha de importación de productos extranjeros que está comenzando a venir al país debido a la apertura de las barreras a las importaciones. Sin embargo, según Federico Muñoz, de la consultora homónima, “no hay evidencia de una avalancha de importaciones” en lo que va de la gestión de Mauricio Macri.

“Los datos oficiales de comercio exterior no convalidan esa idea. En junio, las importaciones registraron una contracción de 11% respecto al mismo mes de 2015, reforzando la tendencia declinante de la variable de los últimos años. Nótese que el acumulado anual de las importaciones a junio fue apenas superior al de 2008 (y por entonces, las compras de combustibles eran menores que las actuales). Esto quiere decir que la economía argentina ha tendido a cerrarse durante ambas gestiones de Cristina y no hay evidencia de que la reversión de ese proceso haya comenzado”, señala en su informe más reciente. Sin embargo, al desagregar los datos del Indec sobre comercio exterior, se observa que las importaciones de bienes de consumo, que son las que más afectan a la industria local, crecieron en lo que va del año, a contramano del total.

En ese sentido, el economista titular de la consultora Muñoz & Asociados contrapone también la visión esgrimida por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), la Cámara de la Industria del Calzado (CIC) y la Federación Comercial de Córdoba (Fedecom), y otras entidades vinculadas a la pequeña industria local, respecto al riesgo que implicará el régimen puerta a puerta sancionado por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

Ventas “puerta a puerta”

Un relevamiento realizado por la CAME, indica que sobre un total de más de 300 industrias pequeñas y medianas de todo el país, “el 79,2% asegura que la apertura de las importaciones representa una amenaza para su empresa, mientras que el 49,5% dice que en el último trimestre se han visto claramente perjudicados, perdiendo ventas en manos de los productos importados”. En otra oportunidad, la entidad advirtió que por este nuevo régimen puerta a puerta, “ropa, juguetes, marroquinería, artefactos de iluminación, y vajilla son algunos de los rubros más afectados, donde el consumidor local puede comprar 'made in China', por Internet, el mismo producto que se realiza localmente, con diferencias de precios de entre 62% y 67%”.

En ese sentido, Muñoz contrapuso: “CAME advertía acerca de los perjuicios que el régimen podía causar a la industria y el comercio local. Para ilustrar estos riesgos, presentaron una comparación de costos de diversos artículos comprados por Internet y traídos al país vía courier frente a su equivalente en los comercios locales. El ejercicio resultó por demás elocuente, pues aún considerando el flete y el impuesto de importación de 50% que estipula el nuevo sistema, los bienes en el comercio local terminaban presentando sobreprecios que iban desde 53% en vajilla y mochilas a más de 200% en el caso extremo de ciertos textiles. Lo que CAME pergeñó como alegato contra la conveniencia de este régimen de importaciones terminó siendo un documento sumamente ilustrativo de los precios exorbitantes que nos vemos forzados a pagar los consumidores argentinos”.

En ese sentido, explicó que “es probable que estos sobreprecios tengan un origen multicausal. En la gestación de esa brecha confluyen ciertos vicios de nuestras cadenas de comercialización y logística; nuestros altos costos laborales y el fuerte lastre de la creciente presión impositiva. Pero también es probable que el principal factor explicativo del diferencial de precios sea la excesiva protección a la industria local que se instaló en la última década”. “Por ello, la gaffe de CAME reabrió un viejo debate que había quedado sofocado en el peculiar clima de época de la era kirchnerista: el que enfrenta a proteccionistas y librecambistas”, agregó y expuso que “personalmente, estamos lejos de la posición de nuestros colegas liberales más recalcitrantes que reclaman una apertura indiscriminada de fronteras comerciales; máxime, en una coyuntura de severo retraso cambiario como la actual”.

“En nuestra valoración personal, (y al menos desde lo declamado, también en la del Gobierno), la promoción del empleo formal debe ser un objetivo absolutamente prioritario en la política económica.

Por ello, entendemos que ?en las actuales circunstancias? la defensa del empleo nacional exige mantener algún grado de protección a la industria. La pregunta a plantearse es qué sobreprecios estamos dispuestos a pagar para preservar a ciertos sectores de la competencia externa. Está claro que no hay país en el mundo que pueda aspirar al desarrollo con los sobreprecios de 100% o más que en nuestro país se han convertido prácticamente en la brecha habitual”, opinó el economista.

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