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Auge, debacle y recuperación de las exportaciones argentinas

17 diciembre de 2018

Por Martín Polo

“Tenemos que exportar más”. Es la frase más leída en cualquier artículo que trate las problemáticas de la economía de Argentina, sin importar qué ideología tenga quien la transmita. No es para menos, pues cualquier indicador que tomemos en relación a las exportaciones muestra fácilmente que son bajas y que necesitamos con urgencia mejorarlas para mejorar la solvencia externa del país. A lo largo de la historia económica de nuestro país, las exportaciones nunca lograron consolidarse y tuvieron una dinámica muy inferior a la que mostraban las del resto del mundo. Y peor aún si la comparación la hacemos contra la que presentaron otras economías emergentes.

En este artículo haremos un breve repaso por la dinámica de las exportaciones en los últimos 11 años, período que lo dividimos en tres: Salto (2007 a 2011); Derrumbe (2011 a 2015) y Recuperación (2015 a 2018). Finalmente analizamos las perspectivas para 2019.

El salto. Entre 2007 y 2011 las exportaciones aumentaron 48%, pasaron de US$ 56.000 M a US$ 83.000 M. Esta dinámica estuvo asociada con un alza de 45% en los precios mientras que las cantidades sólo subieron 3%. El mayor aporte de los precios se notó en las exportaciones de productos primarios, manufacturas agropecuarias y combustibles, que disimuló la pobre performance de las cantidades, y en especial de combustibles, que cayeron casi 40%. Lo más destacado de este período fue que los envíos de manufacturas industriales tuvieron un alza del 30% en las cantidades, explicado en gran parte por el fuerte dinamismo de las ventas de autos a Brasil (más que se duplicaron), el salto de las exportaciones de oro y, en menor medida, de productos químicos y plásticos. El período finaliza con un récord histórico de exportaciones que permitió mantener el superávit comercial por encima de US$ 11.000 M.

El derrumbe. Tras el máximo alcanzado, en los cuatro años siguientes las exportaciones se derrumbaron y finalizaron en 2015 con el mismo nivel de 2007. Concretamente, entre 2011 y 2015 las exportaciones cayeron 32% hasta los US$ 57.800 M. A diferencia del período anterior, la performance estuvo asociada a la combinación, casi en partes iguales, de caída de precios (16%) y menores cantidades (18%). La baja en los precios afectó a los productos primarios, manufacturas agropecuarias (sus volúmenes tuvieron una ligera caída) y las ventas de combustibles, aunque en este caso también fue acompañada por el continuo derrumbe en las cantidades. El brillo que habían mostrado las manufacturas industriales en “el salto” se fue rápidamente y cayeron casi 40% interanual con una fuerte disminución en los envíos a todos los destinos (no fue “sólo Brasil” ni “sólo autos”, pues las exportaciones industriales a los demás destinos y demás productos cayeron a ritmo similar). Mientras que las ventas se derrumbaron, en el mismo período las importaciones subieron 30% y, así, el superávit comercial de US$ 11.300 M de 2011 pasó, en 2015, a un déficit de US$ 3.500 M. No viene al caso, pero recordemos que esta drástica pérdida del resultado comercial no era motivo de alerta de varios colegas, como sí lo es ahora, debido a que el Indec del Gobierno anterior falsificaba las cifras de comercio exterior, sobrestimando las exportaciones y comunicaba que aún teníamos excedente comercial.

La recuperación. Ya con un nuevo Gobierno y con una política económica más abierta y con mejores incentivos (liberalización de mercado cambiario, baja de retenciones y ajuste del tipo de cambio), las exportaciones comenzaron un nuevo período de recuperación, aunque en términos generales, sin salto y muy gradual. Concretamente, de los US$ 57.800 M de 2015 en 2018 finalizarían en torno a los US$ 61.000 M, lo que lo hace un incremento de 6% (2% en 2016, 1% en 2017 y 4% en 2018). Es cierto que esta suba no alcanzó a compensar el alza de 10% en las importaciones y por ello el rojo comercial de este año llegaría a los US$ 5.000 M y agravó el desequilibrio del balance de pagos. Pese a lo modesta que parece la dinámica de las exportaciones en los últimos 3 años, vale destacar que una parte la explican la caída de 40% en los envíos del complejo sojero (especialmente este año por los efectos de la sequía y la consecuente caída en la cosecha) en tanto que el resto de los productos marcan un cambio de tendencia favorable. El caso más claro es el de las exportaciones de combustibles que, tras el derrumbe de la década anterior, se duplicaron debido a que los precios y cantidades subieron en torno al 50%. No menos importante fue el alza del 14% en las manufacturas industriales, entre lo que se destacó que Brasil no fue protagonista excluyente, sino todo lo contrario: la mayor parte del crecimiento lo aportaron otros destinos. De hecho, a pesar del alza de las exportaciones a Brasil en 2018, respecto a 2015 muestran una baja de 25% mientras que los envíos de manufacturas industriales al resto del mundo marcan un alza del 35%. También se destacan la buena performance de las ventas externas de los productos primarios y las manufacturas agropecuarias (sin complejo sojero) que marcan un alza del 25% respecto a 2015. Podemos citar varios ejemplos de estos últimos como carnes, pescados, frutas, tabaco, lana, hortalizas y en 2018, además, se sumaron lácteos e infusiones.

2019, ¿despegue?

Las perspectivas para 2019 son alentadoras por varias cuestiones. En primer lugar, se espera una importante recuperación de la cosecha impulsada por la mayor producción de soja y maíz, lo que da un piso de aumento a las exportaciones de US$ 5.000 M. A esto se agregan el resto de agroalimentos que de la mano de la apertura de nuevos mercados y mejora de la competitividad seguirán mostrando un buen desempeño (entre los más importantes estarán carne bovina, langostinos, vinos, frutas, cítricos, aceite de oliva e infusiones). Sin dudas, con el fuerte crecimiento que viene marcando la producción de petróleo y gas no convencional, las exportaciones de combustibles seguirán en alza y podrían alcanzar US$ 6.000 M. Finalmente, las exportaciones de manufacturas industriales también serán protagonistas dado al mayor dinamismo de las compras de Brasil y el avance en otros mercados de la región.

De esa manera, si la cosecha no falla y el contexto global no nos vuelve a jugar una mala pasada, en 2019 las exportaciones totalizarían US$ 69.000 M y habrían acumulado un alza de 20% respecto a 2015 y con sectores que a lo largo de los últimos cuatro años se fueron integrando cada vez más al mercado internacional. Al mejor desempeño de las exportaciones se agrega que las importaciones marcarían una ligera caída (en parte por la dinámica del nivel de actividad y, por otro lado, por las menores compras de combustibles) y con ello en 2019 Argentina volvería a tener superávit comercial.

El camino para consolidar las exportaciones es largo y no menos dificultoso. Argentina tiene la ventaja que la mayoría de los sectores productivos exportan, pero la debilidad es que las ventas externas pesan relativamente poco. Está claro que tener una macroeconomía sana sin desequilibrio fiscal y menor inflación son condiciones necesarias, pero no suficientes. Es por ello que en los últimos tres años se vienen logrando importantes avances (desburocratización, facilitación y apoyo a nuevos exportadores) para incentivar a que más empresas aprovechen el comercio global, en especial las pymes, y lograr que más empresas exporten y que vendan cada vez más. Hay muchísimo camino por recorrer y por ello es imprescindible que sigamos avanzando y apostando a una integración inteligente con el mundo.

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