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Ahora también la globalización será made in China

23 noviembre de 2016

Donald Trump está dispuesto a avanzar con las propuestas que esbozó durante la campaña electoral. Puede ocurrir que modere algunas de ellas por falta de apoyo en el Congreso pero no por propia decisión. Ya anunció que retirará a Estados Unidos de las negociaciones por el Acuerdo Trans ? Pacífico (TPP según sus siglas en inglés) al que calificó como potencial desastre y reiteró que sólo hará acuerdos comerciales bilaterales. Esa decisión generó un amplio debate sobre las consecuencias que puede tener sobre la economía global. Estados Unidos y China representan el 40% del PIB mundial por lo cual, la disputa entre ellos, no es una cuestión bilateral sino que repercute sobre el resto del mundo.

Durante la campaña, Trump había acusado a China de manipular su moneda para obtener ventajas comerciales. Pero se trata de una visión equivocada según C. Fred Bergsten, economista del Instituto de Economía Internacional con sede en Washington, cuya opinión tiene valor porque durante mucho tiempo acusó al gobierno chino de distorsionar el mercado cambiario. Para Bergsten, eso ocurría antes porque entre 2003 y 2014, China compraba activos por US$ 300.000 millones por año para fortalecer al dólar frente al yuan. Por eso vía obtuvo una competitividad artificial para sus exportaciones del orden del 30 al 40% y así logró que su superávit comercial llegase a representar el 10% del PIB. Pero, desde hace dos años, se está registrando el proceso inverso. China tuvo salida de capitales y se generó una preocupación global sobre la posibilidad de una devaluación brusca y desordenada del yuan. En ese contexto, decidió vender dólares para evitar una caída mayor de su moneda. Es lógico que Estados Unidos intente reducir el déficit bilateral con China porque explica la mitad de su desequilibrio global pero la acusación de manipular la moneda no se corresponde con la realidad.

Algunos gobiernos de los once países que integran el TPP señalaron que pueden seguir avanzando con el acuerdo y que eventualmente Estados Unidos podría incorporarse después. Pero con realismo, el primer ministro japonés Abe sostuvo que un TPP sin Estados Unidos pierde su sentido. La decisión de Trump mereció críticas por cuanto el TPP estaba diseñado con la intención de recortar la influencia de China en Asia que ahora tendrá espacio para llevar adelante su propio proyecto de acuerdo comercial que involucra a diez países. Lo mismo podrá ocurrir en otros casos porque “como sostiene el economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, José Juan Ruiz, “los espacios que deje libre Estados Unidos, los van a ir tomado otros”.

Para China, Estados Unidos representa el 16% de sus exportaciones pero es el socio comercial con el que tiene un mayor superávit. De todas maneras, tiene capacidad para impactar negativamente en la economía estadounidense si decide responder también con medidas proteccionistas a las decisiones de Trump. Por ejemplo, Estados Unidos podría decidir imponerles aranceles altos a los productos que llegan desde China, que a su vez, podría cancelar órdenes para Boeing y comprar Airbus y de esa manera se entra en una escalada de conflictos. Pero es altamente improbable, por el costo económico que representaría para todos, que estalle una guerra comercial, pero la tensión entre las dos economías más grandes del mundo se sentirá en los próximos meses.

Por otra parte, muchos países que intentaban realizar acuerdos comerciales para tener acceso al mercado estadounidense, deberán tener paciencia. Quienes tomen la valija y vayan a vender a Washington no serán muy bien recibidos en esta etapa. Por eso, los gobiernos de distintos países volverán a destacar la importancia de los acuerdos regionales, al menos hasta que la ola proteccionista estadounidense pierda fuerza. Entre los países que recientemente habían logrado avances para ingresar al mercado estadounidense se encuentra Argentina, que por lo tanto, deberá estar atenta a la nueva situación.

De todas maneras, aun los que no coinciden con Trump, reconocen que haya espacio para encarar las negociaciones comerciales de otra forma y que tratados como el Nafta, pueden tener modificaciones.

En este momento China se ha convertido en el principal defensor de la globalización y la integración económica. El Brexit, el resurgimiento electoral de los partidos populistas en Europa y el triunfo de Trump muestra el cuestionamiento a la globalización por parte de muchos sectores sociales de los países ricos. Por eso la antorcha de la globalización también es made in China.

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