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Peronistas y cristinistas alistan sus fuerzas y ven a Macri sin chance

Oscar Muiño 16 mayo de 2019

Por Oscar Muiño

El arrasador triunfo en Córdoba detonó la reacción en cadena. En 48 horas, todos los peronismos calentaron motores. Y arrancaron. No conocen bien la hoja de ruta, ni siquiera tienen los mismos mapas ni cartógrafos y apuestan a diversos pilotos. Pero convergen en su meta: la Casa Rosada.

Todo se disparó cuando las urnas le dieron al PJ más del cincuenta por ciento de los votos cordobeses, el control de la capital y mayorías calificadas en la legislatura.

Ya no se trata de encuestas sino de votos. Un quinto de los argentinos ha pasado por las urnas. Córdoba confirma las derrotas de Cambiemos en todos los distritos que disputó.

Aunque no haya puesto en juego ninguno de los cinco espacios propios, su cosecha fue muy inferior a la prevista. El derretimiento de los votos de 2015 ?ni hablar de 2017- acelera la puja en las oposiciones para acelerar los tiempos. ¿Por qué ocurre todo esto junto? El enflaquecimiento de las chances de repetir de Macri.

Juan Schiaretti, el gran ganador del domingo, camina con pies de plomo. Conversa en secreto con los gobernadores justicialistas. Los escucha y cavila su respuesta. No desea hacerla inmediata, pero los plazos se acortan. ¿Los gobernadores le darán impulso a él mismo? ¿Pedirán por Lavagna? ¿Insistirán en una PASO pan-peronista? ¿Esa PASO con o sin el cristinismo? ¿O una PASO multipartidaria con los socialistas y el radicalismo descontento?

Otras ideas se deshilachan. Alguien rumiaba en reserva una convergencia del peronismo federal con el grueso de Cambiemos, si Macri renunciara a su candidatura. Esta fantasía parece diluirse sin haberse corporizado. Lo mismo ocurrirá en pocas semanas con algún presidenciable.

Todos juntos ganan

Los comicios realizados hasta la fecha muestran varias características. Más allá de las peculiaridades provinciales, los datos dicen que allí donde el peronismo se juntó tras postulantes cristinistas hizo buenas elecciones pero fue invariablemente derrotado. En cambio, cuando el cristinismo bajó sus figuras y eligió candidatos del peronismo federal ?los gobernadores de Entre Ríos y Córdoba- éstos triunfaron por amplísimo margen.

Algunos federales, sueñan que Cristina lea el mensaje, baje su candidatura y convoque a sus adeptos a una interna general de todo el peronismo. Otra fantasía. Pero una fantasía ganadora.

Cristina advierte a la vez la oportunidad y la amenaza. Junta su dirigencia (suma cuatro gobernadores) y alienta una coalición ampliada.

También tratará de convencer a los mercados (y a los pequeños ahorristas locales) que ha cambiado. No lo logrará.

Las corporaciones leen lo ocurrido y se mueven a toda velocidad. La CGT se apresuró a lanzar una huelga general (que había venido gambeteando por meses).

Nadie se distrae. La Corte Suprema de Justicia decidió sorpresivamente tomar un expediente y postergar, en la práctica, el juicio contra la ex presidenta.

Para colmo, el gobierno no sólo se deteriora por la situación económica, los padecimientos sociales y el asedio adversario. Sus ex funcionarios no tienen piedad sobre la gestión. El muy prestigioso Alberto Manguel ?que renunció hace meses a la Biblioteca Nacional- acaba de señalar que “el gobierno no tenía ningún interés en la cultura, entonces no daba presupuesto” y describió la puja de macristas y cristinistas en la Biblioteca como algo llevado a cambo por las partes “sin ningún interés real en el porvenir del país”.

Las previsiones y las conjeturas, por erróneas que sean, terminarán convalidándose si las gentes actúan según el futuro que imaginan.

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