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Astilla del mismo palo

¿Por qué tanta agresión, falta de misericordia con un derrotado, herido, pero aún con vida, para aplicar una renuncia masiva y mediática? ¿Para mostrar que el Rey está desnudo?

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Carlos Leyba 17 septiembre de 2021

Por Carlos Leyba

“Tú Bruto, hijo mío”. Atribuído a Julio César cuando, en el grupo que lo asesinaba, distinguió a Bruto a quien él había adoptado como su hijo. Al ser del mismo palo las defensas están bajas y los golpes duelen más.

Cristina también podría haber dicho, “Tu Alberto, hijo mío” cuando día tras día, Fernández, desnudaba los que, para él, eran horrores de Cristina. Y lo hizo Presidente.

Alberto ahora deberá beber la misma medicina.

Cristina no debate en el seno de su coalición. Escribe cartas públicas.

“Una vez más me dirijo a mis compatriotas” en la que destrata a su delegado. Escribió: “Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión? que honre la voluntad del pueblo argentino”. Quien deshonra, agravia, ultraja, envilece, viola.

Alberto “no hay peor sordo que el que no quiere oir”. ¿Estas escuchando? Lo que dice ella y lo que dijo “el pueblo” que es uno sólo: el que votó.

La noche de la derrota, Fernández dijo “escuché”, “algo habremos hecho mal”. Pero, ¿por “algo” la voz del pueblo grita de ese modo?

Cristina adelantó a Fernanda Vallejos que hizo una descripción mortal de los fracasos de la gestión de Alberto.

Fue una introducción articulada, un inventario ordenado y desajetivado, de las horas del gobierno de Alberto. Es reflexión. La carta de Cristina la confirmó.

El monólogo de Fernanda es una pieza que no podrán emular con facilidad los opositores al gobierno. La astilla del mismo palo.

La valoración que hace la Vallejos está inspirada en la ideología de su colectivo político y en los métodos de acción que su colectivo creía y cree, deberían y deben ser las llevadas a cabo. Reserva un lugar especial para Martín Guzmán. Lo considera “un okupa” que no transitó el cursus honorum de la política. Sugiere que es un “inflitrado” que responde a Kristalina Giorgieva.

Fernanda presume que el resultado de septiembre es el prologo del resultado de noviembre y la pérdida del control parlamentario por parte de Cristina. ¡Ay!

Ese es el problema. En el tablero del Senado están los trebejos que pueden dar el jaque mate. Para que el juego quede en tablas, es necesario que no se sumen nuevas piezas para un lado o para el otro.

El riesgo es que aparezcan las piezas de la oposición tal como sugieren las PASO.

El segundo tema es el que la Vallejos, “la” economista de Cristina, anticipó al texto de la carta de CFK. Mar de contradicciones del Frente. Vallejos considera a Guzmán un infiltrado del FMI y CFK le pidió que se quede. ¿Quién dice la verdad?

Más aún CFK, en la explosiva carta, sostiene que referido al problema central de la economía argentina hay “necesidad de abordarlo desde un acuerdo amplio de las distintas fuerzas políticas”.

Claro. Pero ¿acaso este zainete epistolar es el camino de un acuerdo con los propios y los ajenos?

No suena franco ni verdadero. Porque lo que establece es un colosal desacuerdo con los propios. ¿Y entonces?

Respecto de los propios, recordó, que les dijo a los “funcionarios inútiles ? busquense otro trabajo”.

Siguiendo a San Mateo, Fernanda anticipó la Carta. Más o menos, dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” y concluye “Por sus frutos los conoceréis”. Para Vallejos los frutos de Alberto y de Guzmán revelan que vienen vestidos de oveja, pero son lobos rapaces. Durísimo. ¿Se acuerda? “No los voy a traicionar”.

¿Qué dice Cristina? ¡Honrar lo que no se honra! La palabra traición no está lejos. Guerra desatada.

¿Por qué tanta agresión, falta de misericordia con un derrotado, herido, pero aún con vida, para aplicar una renuncia masiva y mediática? ¿Para mostrar que el Rey está desnudo?

Renuncia sin pedir cinco minutos para el destinatario. ¿Qué es lo que espera CFK que pase de ahora en más?

Las renuncias fueron hechos. El monólogo de Fernanda es la interpretación ortodoxa que la carta de CFK confirma.

Muchos, que no hubieran votado a Cristina, creyeron que Alberto era un hombre experto, con un diagnóstico y una estrategia de cómo reconstruir la convivencia política.

No fue en esa dirección. En septiembre esas personas no votaron a los candidatos del Presidente.

Insólito, Cristina le reclama en la carta que no trabajó un acuerdo. ¿ Por qué no lo hizo? ¿Quién dice la verdad? Dificil creerle a Cristina.

En el páramo de la derrota Alberto recibió, finalmente, la respuesta que Cristina le debía a todas sus airadas críticas públicas desde que abandonó la Jefatura de Gabinete.

Fernanda aró el camino y finalmente llegó la carta de Cristina categórica. Los intentos de disimulo no alcanzan. Es un reclamo abierto, imprudente, de “obediencia debida”.

También Alberto, en aquel tiempo, fue astilla del mismo palo para pegarle a lo que quedaba de la familia Kirchner.

¿Quién puede olvidar lo que dijo, escribió, en el frente enemigo, de Cristina?

Fue mas allá de los opositores de entonces. No sólo por la dureza de los términos, sino porque viniendo del mismo palo, las afirmaciones críticas adquieren una mayor dimensión de veracidad que las palabras de los adversarios.

Los dichos de Alberto sobre Cristina, dichos están

Los hechos son los hechos y Fernanda también se lo recuerda en el monologo. Hay que escucharlo. Es una pieza.

Si hay dudas, la posterior carta de CFK es más dura. Como decía un peronista en su programa radial “la venganza será terrible” y más a la hora de la derrota.

Tanto Fernanda como Alberto, tienen en común tirar munición pesada contra un cuerpo mal herido. Pero Cristina es superlativa.

Si hubieran tenido un mínimo de coraje, tal vez Alberto y Fernanda, podrían haber evitado que ocurra aquello de lo que se agraviaron, Alberto entonces en el llano y Fernanda ahora como la voz precursora de CFK.

Traigan agua para apagar este fuego. La Vallejos rapidito retrocedió en chancletas: “Lamento haber agraviado a compañero con mis palabras y hago públicas las disculpas del caso”.

Por ejemplo, cuando dice, con la misma fraseo de la Cris, “pelotudo de Guzmán o de Kulfas, que escribió libros en contra de Axel Kicillof, o de Vilma Ibarra”.

El golpe de claridad mayor es: “Este señor, que gracias a Cristina y a todos y todas nosotras está sentado allí en el sillón de Rivadavia, no tiene ningún mérito propio para estar sentado ahí. Se tiene que allanar a lo que le diga Cristina que tiene que hacer”. Cristina lo confirmó por carta pública.

Esa es la conclusión de ese lado de la crisis. Alberto tiene que hacer lo que Cristina diga (allanarse).

"Este gobierno hay que relanzarlo. Ya fue, fracasó. Hasta acá. Ya está". "Lo que es claro es que este gobierno ya fue, no se puede seguir encaprichado". Después de ese palazo de Vallejos llegó el martillazo de CFK.

El gobierno está (parece estar o debería estar)plenamente en manos de Cristina (las renuncias son eso)y reclama que “el programa” a partir de ahora sea el de Cristina.

Fernanda lo expresó: no al Presupuesto que propuso el jueves Guzmán.

CFK dijo “hay plata” en el Presupuesto 2021, ¡pongámosla ya!

Conclusión, lo que está en discusión es quién gobierna y cuál es el programa.

Sin embargo, lo que se va a votar en noviembre es si Cristina conserva las piezas que hay en el tablero del Senado o la oposición le come algunas.

Mientras tanto, Martín Guzman avanzó con su Presupuesto 2022, que es “su programa económico”.

No es más que el cálculo estimativo de las cuentas fiscales y de la economía compatible con ellas: el camino de Guzman hacia el acuerdo con el FMI.

Ese es su objetivo central. Y es lo que Fernanda Vallejos le critica porque no quiere el acuerdo posible con el FMI. Quiere otro que, por ahora, no es posible. CFK quiere lo mismo. Pero insolitamente no critica a Guzman.

Guzmán, presionado por su carrera académica, necesita resolver el problema de la “deuda externa” sin que la economía colapse frente al peso de las obligaciones o frente al desmadre de la emergencia de un nuevo default.

Martín considera que ya ha resuelto el problema de la deuda externa con el sector privado, a pesar que la cotización de los bonos no acredita tal “éxito”.

Guzmán, con razón, sostiene que la deuda renegociada con el sector privado sólo se revelará como normalizada (tasas de interés razonables) cuando se resuelva la deuda con el FMI.

Para los economistas, con “lo demás constante”, tiene razón. Salvo que, en el mundo real, lo demás nunca está constante.

Si firma con el FMI, Guzmán puede volver a Columbia. Si ese acuerdo no lo firma él y su CV tendrán un manchón.

El ataque de CFK a Alberto lo es porque, como Presidente, no ha conseguido, hasta ahora, un tablero judicial favorable a la situación de CFK.

Y el ataque de Vallejos a Guzmán es porque ve en él la necesidad de ordenar la economía a fin de satsifacer la firma del acuerdo con el FMI y si no hay plata, cree, la derrota en noviembre es lo más probable.

“Vallejos-Cristina” piden cambios porque Alberto no garantiza que, en noviembre, los trebejos de Cambiemos no rompan la situación de tablas; y que Guzmán, a consecuencia de su frustración profesional que viviría si él no firma con el FMI, se ha convertido en el obstáculo insalvable para hacer, en estos dos meses, una avanzada de consumo sobre el terreno electoral que podrían mantener el status quo judicial.

Es menos de lo que aspiraban cuando triunfaron en 2019, pero es bastante más de lo probable.

En el reino de la imaginación, donde anida el síndrome del quinto piso del Ministerio de Hacienda (una suerte de diario de Yrigoyen), Guzmán establece las bases de su programa, el Presupuesto 2022, con un crecimiento del 4%, una inflación del 33% y un dólar oficial a 131$. Si todo eso ocurre el déficit fiscal será de 3,5% del PBI, el consumo privado crecerá 4,6%, la inversión 3,1% las exportaciones crecerán 7,5% y las importaciones 9,4%. El déficit financiero, con pago de deuda, alcanzará a 5,4%.

Para decirlo con pena, esos números de lo que “pasará” son como un testamento de una fortuna que nunca existió.

No hay palo que resista si está astillado.

No nos merecemos estas sorderas, monólogos y cartas, mientras el 40% sobrevive en la pobreza y a estos protagonistas no se les cae una idea para rescatarlos.

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