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La industria cervecera: antes y después del Covid-19

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Amalie Ablin 21 mayo de 2020

Por Amalie Ablin (*) 

El sector cervecero afrontó un reto substancial a nivel local y mundial en los últimos años con la aparición de nuevos competidores y, aunque continúa siendo un producto de consumo masivo, su demanda no sigue incrementándose al ritmo de la aparición de nuevas marcas. Eso conlleva una pérdida de cuota de mercado para las grandes empresas.

Como resultado, los grandes fabricantes mundiales avanzan hacia la concentración del mercado, a través de fusiones y adquisiciones. Así, por ejemplo, Anheuser-Busch InBev N.V. (AB InBev) -mayor fabricante mundial de cerveza con sede en Bélgica- concentra ya casi 25 % del mercado mundial. A su vez, la misma produce cervezas con marcas globales como Budweiser, Corona Extra, Stella Artois y Beck's, además de otras locales en sus respectivos países tales como Bud Light, Skol, Brahma y Quilmes, entre otras.

De esa forma, el creciente control de las marcas permite a las empresas acumular mayor porcentaje del mercado global, por lo que empresas como AB InBev, Heineken y Carlsberg se ubican como las mayores cerveceras mundiales por volumen en 2019.

Sin embargo, la propagación del Covid-19 en el curso de 2020 parece estar produciendo cambios integrales en la industria a nivel mundial, y en particular desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo categorizara como pandemia, tras haberse propagado en un importante número de países a nivel mundial, con el contagio de un enorme número de habitantes. En efecto, como consecuencia de la crisis sanitaria a nivel planetario -que moviliza a gobiernos, científicos y profesionales de la salud- se advierte un profundo impacto en materia económica y financiera, entre otros factores.

Consecuentemente, se registran diversos posicionamientos de los respectivos gobiernos frente al consumo de bebidas alcohólicas, que han flexibilizado o restringido su venta ante el avance del Covid-19.

De esa forma, se observa que en Europa la población ha incrementado el consumo de alcohol pari passu con la progresión de la pandemia. De tal manera, parecería que las normas que obligan en dichos países al aislamiento y eventual confinamiento de la población ha generado creciente ansiedad y angustia, provocando el aumento del consumo de bebidas alcohólicas en los respectivos hogares, asociado a cambios notorios -dada la profusión de nuevas tecnologías- en la mecánica de compras y stockeo de los productos elegidos.

Así, por ejemplo, desde que se impuso el confinamiento en las viviendas en marzo, las ventas en Rusia se incrementaron 31% para el caso del vodka, 47% en whisky y 25% de cerveza.

Por su parte, en España -con una cultura gastronómica y alcohólica muy diferente- el incremento alcanzó en líneas generales al 37% en comparación con la etapa previa a la cuarentena.

Asimismo, en Francia se observó un aumento del 12% de las ventas del sector en los supermercados, destacándose la cerveza con 7% y el vino rosado con 3%, mientras que el “champagne” decreció 52% en la primera semana del confinamiento dispuesto en marzo.

Sin embargo, según informaron los productores, deberán descartarse en el mes de mayo al menos 10 millones de litros de cerveza que no han podido ser consumidos durante el confinamiento decretado para frenar la pandemia. Eso se debe a que la cerveza más popular no suele estar pasteurizada y se contamina con el paso del tiempo.

En cualquier caso, más allá de las varianzas registradas en la demanda en los diversos países europeos, puede concluirse que la cerveza se ha convertido en el producto estrella, cuyo consumo promedio ha crecido 80% a nivel regional, acorde un reciente estudio difundido por diversas empresas especializadas en análisis de mercado, como A.G. Nielsen y otras.

En la misma dirección la cervecera más grande de Australia -Carlton & United Breweries- y su gran rival Lion manifestaban en marzo preocupación ante la eventualidad que se produjera desabastecimiento de hasta tres meses si su sector quedaba incluido en la suspensión de la actividad industrial. Por el contrario, en otras regiones del mundo la venta de bebidas alcohólicas fue regulada por las autoridades a partir de la pandemia.

Por ejemplo, Hong Kong prohibió su venta en 8.600 restaurantes y bares, medida adoptada para mantener la distancia social requerida con el objeto de frenar la expansión del Covid-19, dada la costumbre doméstica entre los clientes locales de interacción en las tabernas (pubs).

Por su parte, cabe mencionar que California ?segundo Estado más poblado de Estados Unidos- flexibilizó las medidas relativas al consumo de alcohol en los restaurantes, permitiendo la venta para llevar (take-away) de cerveza, vinos y cocteles, criterio adoptado para intentar aliviar los daños que afectan a las empresas del sector ante las medidas de confinamiento.

Al respecto, las ventas globales de volumen de cerveza de Estados Unidos decrecieron 2% en 2019 mientras que las ventas de cervezas artesanales continuaron creciendo a un ritmo del 4% en volumen, alcanzando al 13,6% del mercado de cerveza del país en volumen. Asimismo, las ventas minoristas de dicha categoría aumentaron 6% en dólares, alcanzando los US$ 29.300 millones, superando el 25% del mercado de cerveza estadounidense de US$ 116.000 millones.

A su vez, se registra un muy relevante colapso en el consumo local del sector, que ha causado estragos en la cadena comercial como resultado del estancamiento de cientos de miles de barriles no consumidos en los almacenes de distribución y cervecerías de todo el país. No obstante, algunos productores de cerveza optaron por redestilarla para producir whisky, aunque no se trata de una solución que pueda extenderse demasiado.

Más aún, la pandemia coincidió con las dos mayores ocasiones de demanda tradicional de alcohol del país (el Día de San Patricio y el torneo de basket universitario “March Madness”) mientras los bares permanecían cerrados. Así, el importante volumen de cerveza reservado para consumo en dichos significativos acontecimientos para la industria tendió a deteriorarse durante la clausura de los establecimientos y las cerveceras tratan de recuperar los barriles estoqueados para así poder reutilizarlos previo al levantamiento de las diversas cuarentenas.

Así, los problemas del sector se intensificaron en marzo, cuando cerca de 38 millones de litros -casi un millón de barriles, equivalentes a la demanda de un mes- debieron ser retirados del mercado ante su inminente caducidad, con la consiguiente pérdida de casi US$ 1.000 millones. Asimismo, aún más cerveza se encuentra atascada en los almacenes de los distribuidores regionales en Estados Unidos o en tránsito hacia otros países y aún en las mismas cervecerías, situación agravada por la exclusión de las cerveceras de las actividades esenciales de México, suspendiéndose la producción y distribución en ese significativo mercado vecino, donde la caída de consumo puede observarse en las tiendas y supermercados.

Por el contrario, otros países como España incorporaron la producción de cerveza en la lista de actividades esenciales, generándose un debate entre aquellos que consideran que la “bebida” contribuye a hacer más llevadero el encierro mientras otros consideran que su consumo favorece la congregación de más de 30 personas, conspirando así contra el aislamiento social.

Por su parte, la industria mexicana ha preferido prudentemente no pronunciarse al respecto, concentrándose en el diseño de estrategias para mantener la distribución del stock disponible en aquellos municipios y alcaldías que aún no han prohibido la venta de alcohol. Así, durante abril y principios de mayo el Grupo Modelo (el mayor productor del país) lanzó diversas iniciativas para apoyar a quienes durante años han distribuido y comercializado sus productos.

En lo que concierne a nuestro país, aun cuando no se cuenta con estadísticas globales del sector, puede observarse que la cuarentena está afectando seriamente a las cerveceras artesanales, que han alertado acerca de una situación casi terminal para una industria que hasta hace apenas tres años vivía un boom de “aperturas” de empresas y locales de venta.

Así, dicho sector artesanal, que viene de experimentar un crecimiento exponencial en los últimos años, registra una retracción de ventas casi total en tanto bares, cervecerías y restaurantes se mantienen cerrados debido a las restricciones impuestas por el aislamiento social, preventivo y obligatorio, estimándose que nueve de cada diez firmas deberán cerrar en forma definitiva a menos que reciban una asistencia estatal.

Este inminente peligro ha sido evocado por el Presidente de la Cámara de Cerveceros Artesanales, quien señaló que si bien la elaboración de cerveza está contemplada como actividad esencial en la normativa vigente, su principal canal de comercialización es el gastronómico, hoy prácticamente inactivo, ya que los supermercados y otros puntos de venta no disponen en general de una oferta regular de tales tipos de cervezas.

Subsecuentemente, 35% de los productores artesanales aseguran que la carencia de asistencia por parte del Estado redundará en una significativa pérdida de puestos de trabajo en el sector, al preverse reducir el número de operarios, una acción ya iniciada por un tercio de las plantas. Al respecto, en relación a los modos de financiación para superar la crisis, se contempla que 30% de los bares aporten recursos de la empresa o propios de los socios para sortear el momento, mientras que solo 20% se muestran dispuestos a tomar crédito y 30% confía en que logrará contar con asistencia estatal.

En cuanto a la cerveza industrial y la situación actual del sector, debe recordarse que la misma quedó asimismo fuera del reciente repunte que vivieron otros productos de la canasta básica -principalmente alimentos y artículos de limpieza-, cuya demanda para el consumo hogareño registró una fuerte alza en las últimas semanas. Así, conforme los datos de las cerveceras industriales, desde que se inició la cuarentena a mediados de marzo la demanda cayó 25% frente al mismo período de 2019, empeorando las primeras dos semanas de abril con una baja interanual del 37%, aparentemente por el recurso a las ventas online y el decrecimiento de aquellas presenciales en los comercios, supermercados, bares y restaurantes.

Igualmente, 50 ciudades argentinas prohibieron en abril la venta de vino, cerveza y fernet, bajo el criterio que el consumo de bebidas alcohólicas promovería la violencia doméstica, al margen de la ruptura del aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por las autoridades para controlar la pandemia. Dicha prohibición ha sido avalada en determinadas localidades por los respectivos municipios, mientras que en otros derivan de la aplicación de normas policiales, resultando en cualquier caso en la imposibilidad de ingreso a las ciudades de los camiones de distribución de los productos, al mismo tiempo que la obligación de los comercios de proceder a fajar las heladeras.

En resumen, puede concluirse que la actividad de la industria cervecera a nivel mundial ha evidenciado el complejo entramado social, económico, financiero y político en cada país -dependiendo de sus singularidades- requiriendo una compleja evaluación que contemple la defensa de la salud de la población, la supervivencia de las pequeñas y medianas empresas y la importante fuente de trabajo que nuclea el sector, así como la incertidumbre respecto de las futuras medidas que pudieran adoptar los gobiernos para comenzar a abandonar el aislamiento social. Indudablemente esta evolución conllevará cambios en la industria tal como la conocemos al presente, aunque resulta aún prematuro poder predecir sus derivaciones futuras.

(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña.

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