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Turismo espacial: ¿el nuevo enemigo del ambientalismo?

Un pasajero promedio de un vuelo aercomercial puede generar emisiones de entre media tonelada y tres de CO2 mientras que uno de los vuelos espaciales puede producir entre 50 y 75 toneladas de CO2 emitidas en minutos 

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04 agosto de 2021

El mes pasado, tras los viajes de los multimillonarios Richard Branson y Jeff Bezos al espacio, comenzó oficialmente la carrera por el turismo espacial. Aunque eso marcó un nuevo hito para la humanidad, muchos especialistas están preocupados por sus posibles implicancias climáticas negativas.

En el caso de Blue Origin, la compañía de Bezos, su cohete utilizó hidrógeno y oxígeno líquidos, los cuales son mucho menos contaminantes. Sin embargo, Virgin Group, empresa creada por Branson, utilizó una mezcla de combustible sólido llamado HTPB y óxido nitroso, lo cual produce grandes cantidades de CO2. Además, ambos emitieron vapor de agua en las distintas capas medias de la atmósfera, lo que podría actuar como un gas de efecto invernadero.

En general, dos tercios de las emisiones de estos vuelos suborbitales se quedan en la estratosfera y en la mesosfera, permaneciendo allí hasta tres años. Así, estas emisiones contribuyen a que aumente la temperatura de la Tierra, ya que permiten que el calor se estanque en la atmósfera, y entonces dañan la capa de ozono.

En 2018 hubo casi 38 millones de vuelos comerciales y tan solo 114 vuelos espaciales. Los primeros dejaron una suma de 918 millones de toneladas de CO2 comparadas con las 22.780 de los segundos. Sin embargo, ninguna de estas dos genera más del 2,4% del total de las emisiones de dióxido de carbono anuales.

Sin embargo, si se comparan las cifras teniendo en cuenta los pasajeros, los vuelos espaciales no quedan tan bien parados: un pasajero promedio de un vuelo convencional puede generar emisiones de entre media tonelada y tres de CO2, mientras que uno de los vuelos espaciales puede producir entre 50 y 75 toneladas de CO2 emitidas en minutos.

En esta línea, la principal preocupación de los expertos es que, en los próximos años, aumente el interés por el turismo espacial, generando un aumento de los gases de efecto invernadero. Virgin Galactic ya anunció que pretende ofrecer unos 400 vuelos por año.

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