Gabriel Boric, presidente de Chile, es un claro referente de la izquierda latinoamericana. Sin embargo, a diferencia de otros líderes de la región, no duda a la hora de criticar a sus pares que violan los derechos humanos, como Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua.
Justamente, ayer, por órdenes de Boric, el gobierno chileno anunció la decisión de acoger a los nicaragüenses privados de su nacionalidad por ser opositores políticos en su país.
El pasado 15 de febrero, el gobierno de Nicaragua declaró como "traidores a la patria" a cerca de 100 opositores y críticos, quitándoles la nacionalidad y sus bienes inmuebles.
Por ello, desde Chile anunciaron que "arbitrará los medios legales necesarios para ofrecerles la debida protección internacional (...) para entregarles un espacio que les permita residir en el país y obtener la nacionalidad chilena según las normas constitucionales y legales que la regulan".
En el texto, también se alude al período de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, en donde cientos de personas fueron asesinadas o desaparecidas.
Por ello se destaca que "la historia de nuestro país nos ha enseñado que la defensa de la democracia y los derechos humanos, y la solidaridad internacional entre los pueblos, trascienden las coyunturas políticas y forman parte de estándares civilizatorios esenciales para la vida en sociedad".
Por su parte, el gobierno argentino, que muchas veces evitó condenar este tipo de situaciones en los países en donde gobierna la izquierda, anunció ahora a través de la portavoz presidencial Gabriela Cerruti que está dispuesto a otorgar la ciudadanía argentina a los escritores nicaragüenses Sergio Ramírez y Gioconda Belli, y a "todos los que están padeciendo lo que está sucediendo en Nicaragua".
