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Entrevista

“El viejo orden político vigente en la V República parece definitivamente perimido”

El Economista dialogó con Mario Verón Guerra, ex embajador ante la Unión Europea (2016-2018) y Francia (2018-2020), sobre el balotaje del domingo

Mario Verón Guerra.
Mario Verón Guerra.
18 abril de 2022

Por Damián Cichero

El próximo domingo 24 de abril, dos semanas después de la primera vuelta, los franceses deberán volver a las urnas para definir quién será el nuevo presidente de la nación.

Dada la historia y el poderío del país europeo, las elecciones tienen una gran importancia para todo el mundo. Sin embargo, en esta ocasión, habrá varios condimentos que las harán aún más interesantes.

Por un lado, en un complicado contexto internacional, tanto por la pandemia del coronavirus como por la guerra en Ucrania, el presidente Emmanuel Macron intentará convertirse en el primer mandatario es ser reelecto desde Jacques Chirac (1995-2007).

Por el otro, y quizás uno de los datos más preocupantes, es que la extrema derecha, representada por Marine Le Pen, tienen chances de llegar al poder por primera vez en la historia de Francia. En el caso de que esto ocurra, Le Pen también se convertiría en la primera presidenta en la historia del país galo.

Otro de los hechos curiosos del próximo balotaje es que, al igual que en 2017, los históricos partidos Los Republicanos y el Partido Socialista, los cuales gobernaron durante varias décadas, ni siquiera clasificaron a esta segunda vuelta, lo que demuestra que su popularidad está en caída libre. 

Además, las elecciones cobran mayor importancia para la región si se tiene en cuenta la variable del, por ahora frustrado, acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, ya que Francia es uno de los países que más se opone al mismo.

Intentando comprender muchas de estas importantes, y a veces curiosas situaciones, El Economista dialogó en exclusiva con el diplomático argentino Mario Verón Guerra, ex embajador nacional ante la Unión Europea (2016-2018) y Francia (2018-2020).

Al igual que en 2017, Macron y Le Pen volverán a enfrentarse en un balotaje. Sin embargo, en esta ocasión, la extrema derecha parece estar más cerca que nunca de llegar al poder. ¿Realmente cree que esto pueda suceder?

Creo que lo primero que debemos observar son las condiciones en las que se desarrolló y se desarrollarán las elecciones generales y la segunda vuelta en Francia. Piense usted que, hasta llegar hasta aquí, pasamos una pandemia, en curso descendente; el inicio de fuertes hostilidades en las puertas de la Unión Europea, debido a la invasión y agresión de Rusia a Ucrania; y liderazgos emergentes en el ecosistema europeo y, en especial, en Francia, como la aparición de jugadores en el tablero de la elección, como Eric Zemmour y Valérie Pécresse, que no solo amenazaron con llevarse parte del electorado de Macron, sino también de Le Pen. Aunque, según los observadores, el balotaje remediará estas “fugas”. Por otro lado, hay que considerar que Macron cosechó, después de administrar un país como Francia en medio de la aparición de algunos fenómenos políticos como lo chalecos amarillos y los “black blocks”, la mencionada pandemia y los sucesos ocasionados por Rusia, un no despreciable cercano 30% de adhesiones. Por otra parte, se observa el crecimiento de la izquierda, en especial de Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon que alcanzó el 21%. Lo que quiero decir es que, si bien el final es abierto, no hay tendencias que infieran anticipadamente un triunfo de Le pen.

¿Por qué cree que los históricos partidos (Los Republicanos y el Partido Socialistas) han sacado tan pocos votos en estas elecciones? ¿Esto influye en el crecimiento de la extrema derecha?

Los fenómenos políticos en Europa y, especialmente en Francia, son producto de la crisis de representación, como dice José I. Wert, ex ministro de educación de España: “En este contexto hay muchas dudas de la utilidad de mantener fuera de la conversación política ordinaria, la que tiene lugar en el Parlamento y en el resto de las instituciones representativas, a segmentos de la ciudadanía que, a falta de voz, tienden a optar por el grito, cuando no por la piedra”. En ese sentido, Macron es parte de la renovación que desplazó a otros líderes clásicos y es recipiente de lo moderados de derecha e izquierda. También Mélenchon representa ese fenómeno, ya que el 1,75% de Anne Hidalgo (Partido Socialista) tiene dos partes: la crisis del Partido Socialista y una candidata poco atractiva para el votante no parisino. Hace cinco años, Macron consiguió romper todas las leyes de la política francesa y, en especial, la dinámica de la V República que había hecho base en el pilar de la centro izquierda socialdemócrata y de la centro derecha. La semana pasada ninguna de estas fuerzas sumadas llegó al 8%, mientras que en el 2012 ambas fuerzas juntaron el 60% de los votos totales. En 2022, la catástrofe se hizo más evidente y el viejo orden político vigente en la V República parece definitivamente perimido. ¿La pregunta es porqué sistema o por quiénes será sustituido? Al parecer, con excepción de Macron, los polos opuestos están vivos y tanto Marine Le Pen como Mélenchon están en carrera política. Para el caso del segundo, si bien no llegó al balotaje, se llevó 22% de las voluntades con un detalle: prácticamente el 15% de sus votos vinieron de los dominios de ultramar y de los jóvenes, lo que es una señal que no hay que desmerecer. Justamente, el crecimiento de los extremos es la contra cara de la caída de la influencia de los partidos tradicionales en sus capacidades de dar respuestas. 

Teniendo en cuenta que Macron es uno de los principales impulsores del europeísmo, ¿cómo impactaría en la Unión Europea una hipotética presidencia de Le Pen?

Son conocidas las posiciones de Le Pen sobre el tema de la Unión Europea. La candidata de extrema derecha piensa efectuar un viraje radical que acabaría con la cooperación militar con Berlín-Madrid-Roma y sustituiría la UE por una alianza de naciones. Además, al mismo tiempo continúa hablando de cooperación militar con Rusia, todo un dilema sobre lo que trata esta idea. En 2017, cuando fue recibida por el presidente ruso, ella afirmaba que compartía los mismos valores e ideas que Putin. No sabemos a ciencia cierta cómo piensa Le Pen, ya que cambio de opinión varias veces según el compas electoral. Recientemente, reiteró que buscará recortar aportes franceses al presupuesto de la Unión Europea y restablecer la primacía de la ley francesa sobre la normativa del bloque. Algo muy parecido a la posición inglesa sobre la soberanía legal. Veremos en su momento cómo reaccionarán los agentes económicos franceses cuando sus intereses se licuen con relación a las actuales preferencias económicas que gozan en toda Europa, ocasionándoles enormes pérdidas y cómo seguirá esa dinámica en la eventualidad de la prevalencia de Le Pen.

Desde la perspectiva argentina, ¿la presidencia de cuál de estos dos candidatos sería más beneficiosa para las relaciones bilaterales?

Es difícil establecer esa línea de cuál será mejor o peor, pero lo cierto es que el riesgo de que Francia presione para un mayor cierre de la economía, en especial del sector agrícola y de alimentos, es mas grande con Le Pen que con Macron, aunque, en este momento, es Francia unos de los países que mayor presión tiene sobre los resquemores de sufrir pérdidas. En el resto de las cuestiones bilaterales a la fecha, Le Pen no se ha pronunciado sobre cuál sería su política para Latinoamérica en general y para con la Argentina en especial en la eventualidad de ejercer la presidencia. Hay aquí una limitación importante en el horizonte de la política exterior de Le Pen. Con Macron ya conocemos que existe buena cercanía, pero debo decir que no se compara con otras administraciones, como François Mitterand o Chirac, donde la intensidad de la relación era mayor.

¿Y para el Mercosur?   

Para el Mercosur impera una lógica similar que en el plano bilateral. Creo que las “constituencies” de Le Pen no son favorables a un acuerdo con el Mercosur por diferentes motivos: el principal es la negativa de los sectores tradicionales de Francia a competir particularmente en sectores agrícolas y de producción de alimentos. No se olvide que el Mercosur es muy eficiente en estos sectores y menos eficiente en sectores industriales y de servicios, donde Europa puede tener oportunidades. No obstante, es muy fuerte la pulsión por la protección del sector agrícola, de alimentos y bienes intermedios, por más rentable que eventualmente sea cualquier tipo de acuerdo. A su vez, Macron tiene una visión diferente, aunque no demasiado alejada de este razonamiento, aunque creo que no impedirá un acuerdo entre la UE y el Mercosur. Los intereses que genera este acuerdo están por encima de estas cuestiones coyunturales, ya que es el “deal” más grande y significativo que haya firmado la EU. Representa un mercado unificado de aproximadamente 800 millones de consumidores e involucra a dos bloques con 31 países y economías muy significativas que abarcan disciplinas comerciales como servicios, compras públicas, propiedad intelectual, etcétera. No creo que Europa ni el Mercosur dejen pasar esta oportunidad.  

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