La economía de Italia, que venía en ascenso, se desempeñó sorprendentemente mal durante el segundo trimestre: el PIB se contrajo 0,3% trimestralmente entre abril y junio, y aumentó un 0,6% interanual.
Los datos son una muy mala noticia para el gobierno de Giorgia Meloni, quien intenta abordar el impacto negativo de la alta inflación. Además, las cifras dificultan que se alcance el objetivo declarado de una tasa de crecimiento del 1% este año, aunque el Tesoro dijo que el objetivo "todavía está completamente al alcance".
Las cifras ensombrecen al sector bancario del país, donde los dos principales prestamistas, Intesa Sanpaolo y UniCredit, registraron la semana pasada ganancias mucho más sólidas de lo esperado.
La contracción del 0,3% dejó a Italia con el llamado crecimiento "remanente" del 0,8% este año, lo que supone que el PIB se mantenga estable en los dos trimestres restantes.
En las últimas semanas, el gobierno había dicho que la economía podría crecer al menos 1,2% este año, argumentando que una tendencia positiva en el sector servicios respaldada por el auge del turismo sería suficiente para compensar una desaceleración ampliamente esperada en las actividades manufactureras.
La buena noticia es que la inflación anual se desaceleró al 6,4% en julio desde el 6,7% en junio, si bien el crecimiento anual de los precios de los alimentos, el hogar y el cuidado personal se situó en el 10,4 %, en línea con el del mes anterior y más del 50% por encima del índice general.
La noticia se da a conocer mientras Meloni y su gabinete analizan si renovar o no el acuerdo con China para seguir formando parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, que expira en marzo de 2024.
