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Crisis en Perú: un conflicto más complejo que el actual presidente

El problema no es solamente Castillo. Es el sistema. Si Castillo renunciara, ¿Perú realmente logrará mejorar su situación?

Perú otra vez en medio de una gran tensión social y una grave crisis de autoridad gubernamental.
Perú otra vez en medio de una gran tensión social y una grave crisis de autoridad gubernamental.
Clarisa Demattei 13 abril de 2022

Desde la semana pasada Perú atraviesa un momento de alta convulsión social y política, tras la decisión del presidente Pedro Castillo de establecer un impuesto al consumo de combustibles que provocó un masivo paro de transportistas.

Para muchos puede ser un error de cálculo del presidente. Sin embargo, lo que sucede en el país latinoamericano es algo mucho más profundo que no se limita a una sola medida y tampoco solamente al presidente. Es una crisis estructural de todo el sistema político. ¿Por qué?

Intentar entender lo que sucede en Perú implica remontarnos inevitablemente a varios años atrás y ampliar la mirada más allá de las acciones que realiza el actual Presidente. Perú atraviesa un problema social, económico pero sobre todo una crisis muy fuerte del sistema político con bloqueo legislativo, paralización gubernamental, polarización política y un fuerte descontento de la ciudadanía para con sus representantes.

En primer lugar, Perú tiene un sistema de partidos políticos polarizado. Si analizamos el Congreso actual, podemos encontrar entre 8 y 11 pequeños bloques partidarios todos con importantes diferencias ideológicas entre sí. En los extremos encontramos partidos fuertemente de izquierda y otros mucho más de derecha, entre los que se encuentra Fuerza Popular de Keiko Fujimori, con quien Castillo puede tener pocas opiniones en común. Esto genera, no solamente que el Congreso esté compuesto por miradas extremas, sino también que haya pocas oportunidades de generar consensos, lo que puede ser un problema importante para el presidente ante las posibilidades de bloqueos legislativos que paralicen al gobierno.

Por otro lado, y como suele suceder en sistemas tan polarizados, gane quien gane la presidencia lo hace por pocos votos. Y esto fue exactamente lo que le sucedió al actual presidente que si bien llegó al poder tras un ballotage reñido contra Fujimori, en primera vuelta solamente obtuvo 19% de los votos.

Esto significa, entonces, que Castillo ganó la presidencia con un caudal muy bajo de votos, algo que puede llegar a generar cuestionamientos a su legitimidad para ejercer el cargo. De hecho, su gestión siempre estuvo puesta en tela de juicio por sus más acérrimos detractores. Y al estar ante una sociedad tan polarizada, las críticas son (y fueron siempre) extremas hasta llegar a pedir que Castillo dé un paso al costado y renuncie un mes después de haber asumido.

Pero así como Perú atraviesa un momento de una fuerte polarización y fragmentación social y el Congreso representa esa situación con una pluralidad inmensa de pequeños bloques, sí hay algo en el que los distintos partidos políticos han logrado ponerse de acuerdo: en generar procesos para destituir al presidente. Y esto no es algo exclusivo del actual gobierno, sino que si miramos los últimos 5 años de la política peruana, 6 presidentes han renunciado o han sido destituidos, generando un enorme problema de inestabilidad e ingobernabilidad.

¿Cómo se genera eso? A través de un mecanismo contemplado en el artículo 113 de la Constitución peruana denominado “Moción de vacancia” que básicamente es un procedimiento llevado a cabo desde el Congreso para destituir a ciertos funcionarios, entre ellos el Presidente. Y si bien esto es algo perfectamente legal, las condiciones para llevar adelante una “moción de vacancia” son mucho más sencillas que en otros países. Para introducir el pedido de moción en el Congreso solamente se necesita contar con el 20% de los congresistas y solamente el 40% para tratarlo. Esto genera que, si 52 congresistas logran ponerse de acuerdo, el Presidente tenga que enfrentar un proceso de destitución, algo que es capaz de provocar una mayor inestabilidad a un sistema de por sí convulsionado.

Desde que asumió el 28 de julio, Castillo no solamente atravesó más de 10 cambios de gabinete sino también 2 intentos de moción de vacancia por “incapacidad moral” para ejercer el cargo y por sospechas de colusión y tráfico de influencias después de haber mantenido reuniones con empresarios y amigos fuera del Palacio Presidencial y haber asignado sospechosos contratos de obra pública. Pero si además miramos cómo ha actuado la moción de vacancia en los últimos años vemos nuevamente que más allá del actual presidente, otros dos jefes de Estado han sido destituidos de esta manera y Pedro Pablo Kuczynski renunció antes de que la moción se llevara a cabo.

Ya sea por casos de corrupción, por incapacidad moral o por la inestabilidad propia del sistema, Perú ha tenido 6 presidentes en 5 años. Hoy toda la clase política está bajo un serio escrutinio y el descontento social llevó a que el 71% de los peruanos tuviera una imagen negativa del Congreso y el 82% desapruebe al presidente Castillo. A esto se le suma que el 24% de los peruanos son pobres, el crecimiento económico resultó ser la mitad de lo esperado, la proyección de inversión privada es del 0% y la inflación es la más alta en 24 años.  

En conclusión, en Perú el problema no es solamente Castillo. Es un sistema con problemas estructurales que incluye inestabilidad, ingobernabilidad, polarización partidaria y social y un enorme descontento con las instituciones políticas y democráticas en general. En el eventual caso de que Castillo renunciara, ¿Perú realmente logrará mejorar su situación? 

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