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El mercado apuesta a que habrá acuerdo por la deuda

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Luis Varela 27 julio de 2020

Por Luis Varela

A pesar de estar sufriendo todos el Covid-19, con algunos países (como Estados Unidos, Brasil, Gran Bretaña y México) con una cantidad de muertos aterradora, las economías reales y los mercados financieros de todas las naciones están en momentos y situaciones bien diferentes.

Hay países que tienen detrás de si fondos de reserva sólidos o monedas con alta credibilidad y, en estos tiempos de bajos niveles de actividad, pueden impulsar los negocios con emisión, soportando el mal momento sin tener tanto desgaste en los valores de sus empresas.

Y, lamentablemente, existen países como Argentina, que vienen de muchos años con políticas económicas muy deficientes, sin reservas, con mucha deuda y con monedas sin ninguna credibilidad y, en consecuencia, la reacción que está mostrando tiene un pulso absolutamente dislocado, que hace girar la cabeza de todos los expertos.

La semana pasada, por ejemplo, la altísima emisión de dólares, de yenes y de euros que están haciendo los tres bancos centrales más influyentes del mundo determinó que el planeta en su conjunto empiece a registrar valoración de las materias primas, no por abundancia o escasez en sus stocks, sino por súper emisión de dinero en efectivo

De ese modo, el dólar, que es la moneda más emitida en lo que va de esta crisis, retrocedió contra todas las monedas del mundo. El su relación con el franco suizo el billete verde bajó de 0,99 a 0,92 unidades, pero también cedió de 0,91 a 0,86 euros, de 0,82 a 0,78 libras y de 109 a 106 yenes.

Y no solo con las monedas duras: notablemente, el billete verde también baja en América Latina. En México el dólar valía 25 pesos y ahora vale 22,50. En Brasil achicó de 5,80 a 5,20 reales. E incluso en Chile, se achicó de 870 a 770 pesos chilenos. Sin embargo, a contramano de todo ese movimiento, ese hundimiento global que está mostrando el dólar marca récords en Argentina. En los tipos de cambio oficiales el mayorista ya está en los $72, el oficial minorista ya roza los $76 y el turista está al borde de los $99.

Y la suba en los dólares libres pone en evidencia aún mayor la debilidad estructural que tiene Argentina. El MEP cerró el viernes en $114,60. El contado con liquidación llegó a $117,50. Y lo más relevante, es que el blue alcanzó un récord de $140 y achicó apenas a última hora del viernes hasta $139.

Esta notable tensión cambiaria, con un dólar que baja en el mundo y con un peso que baja contra el dólar, hace que el peso argentino se desplome en su relación contra otras monedas. Por ejemplo, el viernes en el mercado blue, por un real se superaban los $25, por un euro se llegaba a más de $153 y por una libra ya hubo lugares donde se pagaban $170.

A todo esto se suma un paso muy complejo que debe dar el ministro Guzmán el próximo jueves.

Efectivamente, el 30 de julio se cumplen los treinta días de plazo por el no pago de los cupones de los bonos Discount y Par que surgieron del canje de 2005, que realizó el exministro Roberto Lavagna durante la presidencia de Néstor Kirchner. Si ese día esos cupones no se cumplen, los que entraron a aquel canje y que ya tuvieron por cerrados todos sus reclamos, tendrán la oportunidad de volver con un reclamo que puede tener derivaciones desconocidas.

Con ese marco, mientras la debilidad del dólar hizo que la semana pasada la onza de oro volara hasta pasar los US$ 1.900 (record histórico), con la onza de plata al borde de los US$ 23 dólares (máximo de casi siete años), y con rebrote del virus en muchos lugares donde la enfermedad había amainado, los inversores mundiales empezaron a desensillar de acciones y bonos riesgosos, para pasarse a posiciones más conservadoras.

Y como Guzmán se ve obligado a cumplir con los bonos de 2005, y como el país debe encontrar un punto de encuentro para evitar el default, ya que de lo contrario los problemas se multiplicarían todavía más, mientras los bonos y las acciones y del mundo bajaban, la semana pasada la Argentina tan débil tuvo suba en dólares tanto para sus títulos públicos como para sus papeles privados.

Con expectativa de acuerdo por la deuda, la Bolsa de Buenos Aires tuvo la semana pasada una suba en pesos de casi 7% y del 1% en dólares. Mientras que el resto de las Bolsas anotó subas del 2,8% para México, del 0,5% para la de Chile y del 0,2% para Tokio, pero San Pablo bajó 0,5%, Frankfurt achicó 0,6%, el Dow de Wall Street declinó 0,8% y el Nasdaq, que hasta ahora fue locomotora, se transformó en furgón de cola, perdiendo 1,3% en la semana. Pero cuitado: en las últimas tres semanas ya hay caídas del 5% al 20% en empresas como Tesla, Zoom, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y Google.

Y en medio de esta situación, la Bolsa de Buenos Aires tiene una veintena de papeles que acumulan en julio una suba tremenda. Como si hubieran resucitado, hay alzas del 25% al 160% en papeles como TGLT, IRSA, Cresud, Galicia, Loma Negra, Supervielle, Banco Macro y otros.

Y los bonos también acumulan subas mensuales interesantes, del 5% promedio, con algunos papeles pegando un salto de más del 10%. Eso coloca al riesgo país en 2.220 puntos, el menor nivel desde mediados de febrero. Esto determina que el mercado está convencido de que habrá acuerdo con la deuda.

Por supuesto, como se dijo muchas veces, sólo falta que sea cierto. Y, además, tendrá que verse algo decisivo: si llega a haber acuerdo, cuántos acreedores quedarán afuera. Se tendrá que ver si esos holdouts harán juicio o no. Si podrán trabar los pagos de los papeles futuros.

Y también se enfrentará otro momento de hondo dramatismo. Empezará la negociación con los organismos internacionales, que para apoyar exigirán reformas estructurales. Si el kirchnerismo se inclina por seguir el apoyo de China, con el swap que le acaba de aprobar al Banco Central, es posible que haya una larga discusión por delante.

Si eso llegara a suceder, el principal riesgo que tendrá el país, además de una inflación creciente y de un desabastecimiento que empieza a asomar, será la posible decisión de los fondos de inversión mundiales y de los inversores locales, que pueden llegar a optar por vender después del canje, salir de los bonos argentinos, y no volver hasta tener un Gobierno que demuestre que puede cumplir con la palabra empeñada

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