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Mercados secundarios: la alternativa cripto que vale la pena

El caso de OpenVino es un ejemplo que muestra un uso para el ecosistema que vale la pena a pesar de que la experiencia del usuario puede distar mucho del ideal

Existe un uso para el cual las blockchains pueden tener sentido y que difícilmente podrían ser reemplazadas por soluciones centralizadas
Existe un uso para el cual las blockchains pueden tener sentido y que difícilmente podrían ser reemplazadas por soluciones centralizadas

Mucho de lo que se oye respecto al mundo cripto es puro ruido. Bitcoin, tal vez la cripto más conocida, no sirve para nada más que para especular. 

Es algo así como un objeto de colección, como si fueran estampitas digitales que están de moda. 

Sí, pueden tener un precio en el mercado y ese precio puede subir hasta valores super irracionales, pero eso no quita que esa "moneda" digital no sirva absolutamente para nada útil. Para colmo el sostenimiento de esa estampita digital nos cuesta unos 141 Twh por año, algo así como el consumo de Argentina.

Sin embargo, existe un uso para el cual las blockchains pueden tener sentido y que difícilmente podrían ser reemplazadas por soluciones centralizadas. Ese uso es la posibilidad que tienen las empresas privadas de emitir tokens y que estos sean comercializados en mercados secundarios. Ese tipo de monedas existen hace siglos y eran conocidas como "Token Coins". La idea era que, por ejemplo, un comercio que vendía algún producto podía emitir esa moneda para pagar proveedores y esta estaba respaldada por aquellos productos. De la misma manera, ahora se pueden emitir "Token Coins" en formato digital que se pueden tradear en mercados secundarios automatizados.

Tal vez el caso más conocido por estas pampas sea AgroToken, que permite digitalizar el derecho sobre productos agrícolas y utilizarlo como dinero. 

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Permite comprar un token que representa la producción de una botella de vino

Un nuevo ejemplo surgió recientemente y es el caso de OpenVino, que permite comprar un token que representa la producción de una botella de vino. Esto permite invertir en un activo real, super interesante en el contexto actual de inflación en dólares, para luego hacerse de los fondos vendiendo el token en exchanges. 

No todo en el mundo cripto es robos, esquemas Ponzi y especulaciones. Será fundamental saber distinguir, por tanto, aquellas herramientas que sirven y aquellas que no.

Ese activo digital es la única moneda que será aceptada por la empresa para la compra del vino luego de 3 años de estacionamiento y, por lo tanto, será demandada por consumidores finales y restaurantes.

La plataforma opera sobre Ethereum lo cual hace que la experiencia del usuario, por ahora, sea un espanto. 

Recordemos que la red creada por Vitalik Buterin está en un proceso de transición hacia la tecnología Proof of Stake lo cual le permitirá tener costos y tiempos de transacción competitivos. Mientras tanto su uso resulta realmente engorroso. Para que se den una idea, cuando simulé la compra de un par de botellas, la billetera virtual MetaMask estimaba que el fee por usar esa blockchain sería de aproximadamente US$ 17. Sí, US$ 17 cuando en otras redes Proof of Stake el costo sería de unos pocos centavos. El fee de la transacción es mucho más caro que la botella. No tiene sentido.

No parece casualidad que Arbitrum, una solución de capa 2 desarrollada sobre Ethereum, haya superado en transacciones a la capa 1 por primera vez el pasado 22 de febrero. Para colmo, el precio del vino aparece denominado en Ether, la moneda nativa de Ethereum y,  dado que el precio de Ether varía todo el tiempo, uno no sabe realmente a qué precio está comprando el token porque eso depende de en qué momento se sube la transacción a la red. 

De hecho, aquella variabilidad podría ser también un riesgo para la empresa que vende la botella. Si bien no pudimos chequearlo con la empresa, es algo que deberían tener en cuenta y que muestra los peligros de usar a las monedas nativas como dinero.

Veamos. Dado que el precio de la botella se define en Ether y que las transacciones de Ethereum pueden demorar bastante, uno podría especular para comprar vino a un precio más bajo. 

La idea es la siguiente. Uno podría comprar el vino y setear un fee de transacción muy bajo de forma tal que la misma no se subiera a la red. Si en ese período el precio de Ether bajara, uno podría apurar la transacción enviando una nueva transacción con un fee más alto para que se reflejara en la blockchain con el precio determinado en la transacción original. Si por el contrario, Ether subiera de precio, uno podría enviar otra transacción para cancelar la que aún no se hubiese reflejado en la blockchain. Claro, uno perdería el fee pero al menos no habría comprado la botella con un precio más caro.

Son todas cuestiones que uno debe tener en cuenta cuando utiliza este tipo de instrumentos que nos acerca el ecosistema cripto. La experiencia del usuario puede ser un desastre y las limitaciones actuales, especialmente las que presenta Ethereum, pueden generar riesgos. Sin embargo, eso no quita que al final del túnel puedan existir usos para los que las blockchain descentralizadas puedan generar un valor real, como el caso de OpenVino. 

No todo en el mundo cripto es robos, esquemas Ponzi y especulaciones. Será fundamental saber distinguir, por tanto, aquellas herramientas que sirven y aquellas que no.

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