Peronismo

Vida después de la muerte

El peronismo atraviesa una de sus crisis más profundas de su historia, donde los factores que posibiliten la recuperación serán más exógenos que nunca.
El peronismo pierde cada vez más elecciones. .
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El nuevo milenio se inauguró con una década de renovación y resurgimiento del justicialismo bajo una nueva identidad. Aun con constantes disputas internas dentro del movimiento, este sector político mantuvo vigente al histórico hegemón del sistema de partidos argentino. Sin embargo, en la última década se observa un declive notorio de la legitimidad del discurso del kirchnerismo, pero también del peso del peronismo como marca electoral.

Desde 2021 la novedad estuvo cooptada por el crecimiento de un espacio inicialmente amorfo que, enmarcado inicialmente dentro del espectro antiperonista, supo comenzar a generar una identidad propia. Por primera vez en décadas, el eje de la división política argentina veía como el clivaje identitario alrededor del peronismo perdía relevancia. 

La gestión del Frente de Todos y los escándalos que le siguieron cristalizan los paradigmas de las críticas anti peronistas, afectando los cimientos de la construcción justicialista. La presidencia de Alberto Fernández no sólo deja sin herramientas discursivas para que los miembros de su frente electoral defiendan al movimiento desde su doctrina, también conmovió las bases morales del peronismo kirchnerista frente a la opinión pública.

Una de las dudas más importantes de cara al ordenamiento de la oferta electoral y en cuanto a los incentivos de la dirigencias para aliarse en un contexto incierto, es en qué medida el peronismo no K se ve afectado por este proceso. Según sondeos ha crecido la identificación con el justicialismo no K frente al kirchnerismo.

Sobre esta división ¿tiene sentido seguir viendo a estas dos facciones como espacios de un mismo movimiento? La evolución de la última década nos da indicios de qué hay un sector del peronismo federal con aspiraciones nacionales cuyas preferencias, identificación demográfica e intereses son prácticamente irreconciliables con el kirchnerismo. 

En este sentido, el justicialismo tiene una oportunidad de renovación en el único sector realmente renovador, que se supo distinguir del liderazgo hegemónico del partido nacional hace más de una década. El acompañamiento de los votantes tendrá mucho más que ver con el contexto y las expectativas socioeconómicas que con la selección de dirigentes dentro de este espacio.

Las condiciones ya fueron generadas, el mensaje de Juan Schiaretti en la campaña del 23 lo posiciona en el lugar de legítimo defensor del justicialismo republicano, federal y no menos importante, alejado de la experiencia del Frente de Todos. El peronismo cordobés ha sabido expandirse y llegará a las legislativas con personería jurídica nacional y aliados en prácticamente todas las provincias.

El kirchnerismo ve su oportunidad de supervivencia desde la provincia de Buenos Aires, gracias a que aún se mantiene el piso electoral del kirchnerismo (como marca) y del gobernador (como abanderado). Las legislativas del 25 tendrán mucho que decir sobre el futuro el peronismo y del kirchnerismo, cuyo paso previo es el ordenamiento de dirigentes al qué hay que estar atentos en los próximos meses.