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Polarización, odios cruzados y la sombra de las fake news

El Economista dialogó con destacados analistas sobre los rechazos cruzados que alimentan la polarización, el espejismo de la ancha avenida del medio y cuánto podría incidir en el proceso electoral lo que suceda en dos terrenos pantanosos: Comodoro Py y las redes sociales.

11 marzo de 2019

Por Mariano D'Arrigo

Mientras cada provincia va jugando su propio partido, en la escena nacional el macrismo y los distintos espacios opositores pulsean para imponer su agenda: unos y otros buscan llevar el debate público a su terreno más favorable de cara a las PASO, las generales y un eventual balotaje. El Economista dialogó con destacados analistas y consultores sobre los rechazos cruzados que alimentan la polarización, el espejismo de la ancha avenida del medio y cuánto podría incidir en el proceso electoral lo que suceda en dos terrenos pantanosos: Comodoro Py y las redes sociales.

Agenda. El 22 de junio vence el plazo para la presentación de listas para las PASO ante la Junta Electoral Partidaria.

Para el sociólogo Ignacio Ramírez, “Cambiemos tiene el encuadre más desplegado en la cancha, su estrategia es el no regreso al pasado y el riesgo chavista, mientras que en el archipiélago opositor hay una convergencia discursiva centrada en el fracaso económico y con tono ecuménico en lo político”.

Con la economía todavía deslizándose por el tobogán, ¿hay receptividad social para otros temas? De acuerdo al consultor Carlos Fara la estrategia del macrismo “es correcta porque la economía no le conviene, y también viable dado que el contexto le da margen de acción al Gobierno para hacerlo”.

“El Gobierno tiene algunas cosas para mostrar más en términos de rumbo que de concreciones”, sostiene Fara, y enumera: “La integración al mundo; el destape de ciertas ollas -que la gente de alguna manera se lo atribuye a la presidencia de Mauricio Macri-; la lucha contra el narcotráfico, donde parece que el Gobierno no tiene connivencia con las mafias, además de algunas cuestiones de estilo por ser un Gobierno más dialoguista”.

En tanto, el politólogo Mario Riorda plantea sus dudas sobre la eficacia de esta estrategia: “Que el Gobierno intente minimizar la variable económica, habida cuenta de que 80% de la gente padece la crisis, no quiere decir que lo logre, ni siquiera entre los propios votantes de Cambiemos”.

“Comodoro Py genera noticias, pero poco movimiento electoral y, de hecho, Cristina subió con los cuadernos”, dice Riorda.

Efectivamente, Ramírez asegura que en los focus groups supura en la propia base social del macrismo un malestar intenso con el Presidente que las encuestas no suelen capturar. La palabra que describe ese estado de ánimo es decepción. Ese sentimiento aflora sobre todo entre los que confiaron en la promesa tecnocrática y meritocrática: allí, la credencial de “este es el gobierno de los que saben” entró en crisis.

No sólo eso: en los estudios cualitativos emergen crudas historias de vida, que podrían llevar al macrismo a zona de máximo riesgo. “La novedad del verano es que en el segmento peronista no kirchnerista del electorado -destaca el director del posgrado de Opinión Pública de Flacso- aparece la frase 'me tapo la nariz y la voto', que no se escuchaba antes”. En referencia a Cristina Kirchner, claro.

De esa manera, el kirchnerismo podría sumar a su caudal electoral, además de su tradicional voto emocional e ideológico, un voto más instrumental, vinculado a lo económico, que en la segunda vuelta de 2015 acompañó a Cambiemos.

Así, el oficialismo aparece recluido sobre su núcleo más duro. “Sobrevive su respaldo sobre bases muy ideologizadas, es un votante que encontró su identidad en este voto amarillo y que el radicalismo no representaba. El espacio público argentino sufrió un desplazamiento feroz del centro de gravedad ideológico, hay un ambiente ideológico muy a la derecha”, considera Ramírez. “El contexto económico favorece a la oposición y el contexto ideológico, al Gobierno”, sintetiza.

Si finalmente chocan las dos figuras que organizan el tablero político argentino se alcanzaría el clímax de la polarización. “Iríamos ya a unas PASO en modo balotaje -proyecta el analista-, un choque de dos motivaciones negativas y serían tiempos de dientes apretados”. Sin embargo, las estrategias de los principales actores se montan sobre una hipótesis: que Cristina será candidata. En ese caso, ¿qué versión mostraría? ¿La que se dirige sólo a una minoría intensa, fiel, pero minoría al fin? ¿O la Cristina “herbívora”, que busca recomponer lazos con quienes se distanció desde su segundo mandato?

Pero también sobrevuela una pregunta inquietante. ¿Qué sucedería si finalmente ella declina su candidatura, unge a un delfín o allana el camino para un candidato aceptable para todas las tribus peronistas?

Esa movida formatearía el escenario: podría atenuarse la polarización y la campaña girar más en torno a las agendas y propuestas y no estar centradas exclusivamente en los candidatos. Con todo, los dirigentes que aspiran a representar al segmento “ni-ni” todavía no logran resolver el problema de cómo y hacia dónde crecer con una opción competitiva. “La tercera vía existe como demanda, al menos de un tercio de la sociedad, pero no termina de encontrar el relato para generar una esperanza”, analiza Fara.

“El Gobierno tiene algunas cosas para mostrar más en términos de rumbo que de concreciones”, sostiene Carlos Fara.

En este punto, Ramírez plantea la necesidad de hacer “un análisis más estructural de la opinión pública”. Y argumenta: “El lugar intermedio del electorado viene trabando candidatos y es un espejismo. La gente dice que no vota en contra de nadie pero la realidad es otra, el voto es más emocional y Cristina y Macri despiertan pasiones muy vinculantes”.

“Las redes favorecen campañas más agresivas, que tienen un costado luminoso y un subsuelo cloacal”, señala Ramírez.

Además de la configuración final de la oferta electoral y la correlación entre situación económica y el voto, habrá que prestar atención a lo que pueda suceder en otro importante campo de batalla de la política local: Comodoro Py. ¿Cómo afectará ante la opinión pública, sobre todo en el electorado independiente, el rally judicial de Cristina y una eventual ramificación del affaire D'Alessio?

Según Riorda, “Comodoro Py genera muchas noticias pero poco movimiento electoral: desde la aparición de los cuadernos, Cristina no ha mermado en absoluto su caudal electoral y, al contrario, ha subido y al votante de Cambiemos todo lo que tiene que ver con (Carlos) Stornelli tampoco hoy lo afecta”.

Para el presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice), el problema no es la indiferencia de la ciudadanía ante la corrupción, sino la escasa credibilidad de la institución judicial, que ubica en 10%.

Ramírez evalúa que el asedio judicial sobre Cristina “tiene un efecto indirecto negativo”, que condiciona la estrategia de la expresidenta, ya que “obliga al kirchnerismo a mostrarse con su cara más beligerante”.

Otro campo donde se juega la elección, tan pantanoso como el de Comodoro Py, es el de las redes sociales, un terreno fértil para la proliferación de las llamadas fake news.

Fara anticipa que las noticias falsas “van a existir”, pero advierte que hay varios factores que conspiran contra la eficacia de este tipo de campaña sucia. “Primero, no hay tanta tecnología ni profesionalismo en Argentina para desarrollar eso de manera eficiente; segundo, va a ser claramente un contexto de campaña de menores recursos por la situación económica general y, tercero, la Cámara Nacional Electoral va a estar más atenta que nunca a este tema y, de hecho, ha hecho algunas advertencias al respecto”.

Por otro lado, Riorda pone el foco en los consumidores de este tipo de información y en la constitución de “tribus radicalizadas, sostenidas en base a prejuicios”, que comparten incluso noticias sospechadas como falsas si confirman su postura previa.

Finalmente, para Ramírez las redes “están favoreciendo campañas cada vez más agresivas, que tienen un costado luminoso y un subsuelo cloacal”. “El nuevo ecosistema, que era supuestamente democratizado y horizontal, se convirtió en un pantano”, cuestiona, y desde una posición más que pesimista alerta: “Será una campaña muy enchastrada, como ninguna antes”.

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