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Idesa: “Hace rato que las escuelas pasan parte del tiempo cerradas”

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27 abril de 2021

Mientras se espera la palabra de la Corte en el debate sobre las clases presenciales, la educación en Argentina va a requerir un debate ulterior. La pandemia, eventualmente, pasará y sería necio pensar que la educación en Argentina volverá a un escenario ideal. Como la economía, la educación entró a la pandemia con las defensas por el piso. “Es necesario discutir menos qué hacer con la educación en la pandemia y más cómo revertir la decadencia”, dice un nuevo trabajo de Idesa. “La pregunta es si la Argentina, con el virus dominado, va a recuperar la educación”, agrega el trabajo.

Para medir la decadencia se pueden utilizar, por ejemplo, los resultados de las pruebas PISA, la reconocida evaluación que se toma a jóvenes de 15 años de edad para medir sus capacidades de lectura. Con una referencia de 500 puntos (que tienen los países desarrollados), en la región sudamericana se observa que Argentina, en el 2000, obtuvo 418 puntos mientras que en 2018 midió 402. Chile, en cambio, pasó de 410 puntos a 452 en el mismo lapso y Perú de 327 a 401 puntos.

Estos datos muestran que la degradación de la educación en Argentina viene de mucho antes de la pandemia. Según los organizadores de la prueba PISA, una diferencia de 40 puntos equivale aproximadamente a un año de estudios. Es decir que la pérdida de aprendizajes derivada de haber tenido cerradas las escuelas por un año, debido a la pandemia, no son mayores a las pérdidas que ya traía el sistema educativo por su mal funcionamiento. Esto no justifica minimizar las consecuencias de cerrar las escuelas durante la pandemia, pero permite enfatizar que en Argentina los problemas de la educación son mucho más graves y estructurales”, señala Idesa.

Uno de los problemas “graves o estructurales”, dice Idesa, es que “las escuelas, especialmente las que atienden a los sectores más vulnerables, hace rato que pasan gran parte del tiempo cerradas”. Un estudio publicado en el Journal of Labor Economics (“Los efectos de largo plazo de los paros docentes: evidencias desde la Argentina”) señala que los paros docentes harían que los alumnos, cuando sean adultos, tengan menos empleos y peores salarios. “Más allá de lo controversial que puedan ser estos resultados, el dato duro de este estudio es que contabilizó 1.500 paros docentes en la Argentina desde que recuperó la democracia hasta el 2014. Los autores tomaron a Argentina para hacer el estudio porque es difícil encontrar otro país donde los alumnos hayan sufrido tantos paros”, señala el informe de Idesa.

“Los paros docentes y la proliferación de feriados es uno de los factores, pero no el único. Las deficiencias en la gestión de los recursos humanos son decisivas. Los vetustos y atávicos estatutos docentes permiten y promueven malas prácticas como el ausentismo, la falta de compromiso, la mala o nula capacitación y los viejos métodos de enseñanza”, agrega Idesa y señala que ese sistema “castiga a los docentes que se esmeran por la enseñanza y el aprendizaje de sus alumnos al negarles el reconocimiento de sus méritos a la hora de definir su salario”. Así es como en las provincias argentinas hay, en promedio, 2 cargos docentes de primaria por cada 25 alumnos, pero las aulas están abarrotadas de alumnos y los docentes que trabajan están mal pagados.

“La incertidumbre que envuelve la pandemia hace recomendable ser flexible y tolerante respecto a cómo balancear prioridades educativas y sanitarias. Mucho menos opinable es la profunda y larga decadencia del sistema educativo. En este terreno hay más certezas donde sería bueno que, quienes declaman defender la educación, las aborden con seriedad”, concluye el trabajo.

“La sociedad argentina ha despabilado al problema educativo. Esto es un hecho extraordinario y supone una oportunidad histórica que merece una respuesta y una reflexión a la altura del desafío”, señala Manuel Alvarez Trongé, presidente de Educar 2050.

“Lo que está sucediendo con la educación de nuestro país es mucho más grave que la suspensión de la presencialidad. Las escuelas abiertas son un medio, no un fin, y no han sido en nuestro país garantía de aprendizaje. En la Argentina previa al coronavirus la mayoría de los adolescentes no alcanzaba los aprendizajes mínimos y solo 3 de cada 10 estudiantes egresaban en tiempo y forma de sus estudios obligatorios. Pero esta realidad no despertó a la sociedad pero lo importante es que despertó. Esto es un paso adelante que merece un aplauso y ser aprovechado para lograr una solución integral”, señaló en Twitter.

A muy corto plazo, la urgencia será recuperar a los alumnos que se perdieron a causa de la no presencialidad de 2020 y los que probablemente se pierdan en 2021.Un estudio exploratorio realizado por Víctor Volman, Sandra Ziegler y Federico Braga en diversos barrios populares del país muestra que 1 de cada 4 estudiantes de nivel primario discontinuó su escolaridad en 2020 y 1 de cada 10 no retornará a la escuela en 2021. “Al semáforo epidemiológico previsto para resolver las aperturas y cierres de las escuelas se le adiciona la necesidad de contar con un 'semáforo pedagógico' para trabajar en el retorno a la escuela de quienes la están abandonando y suplir los aprendizajes pendientes de todos”, señaló Ziegler en un artículo publicado en DiarioAr.

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