Entrevista

"El modelo de Milei no va a convertir a la Argentina en algo parecido a Irlanda o Israel"

En esta entrevista con El Economista, Filmus dice que "Milei es exactamente lo contrario a Sarmiento".
Daniel Filmus .
Ramiro Gamboa 13-09-2024
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"La política de Milei no es de ajuste, sino que busca terminar con la función del Estado en un conjunto de áreas", asegura el dirigente político peronista, sociólogo y profesor universitario Daniel Filmus. En esta entrevista con El Economista, Filmus, quien fue ministro de Educación, Ciencia y Tecnología durante el gobierno de Néstor Kirchner, y ministro de Ciencia entre 2021 y 2023, dice que el modelo de Milei "no nos va a convertir en algo parecido a Israel o a Irlanda, de ninguna manera, ni va a transformar a la Argentina en ninguno de esos países, porque desfinancia a la universidad, la ciencia y la tecnología. Su modelo de desarrollo no necesita a las universidades ni a los investigadores". 

También detalla que mientras Argentina invierte 0,5 % en ciencia, Brasil invierte 1,3 % de su PBI en ciencia y tecnología. "Brasil invierte tres veces más que Argentina en ciencia y tecnología de un PBI —el de Brasil— que es tres veces más grande", profundiza. 

Asimismo, asevera que en La Libertad Avanza no piensan "que los chicos tienen que ir a la escuela. No es una política liberal; los liberales son los que hicieron la ley 1420, en 1884. Los liberales argentinos querían la educación obligatoria; los anarcocapitalistas, no. Milei es exactamente lo contrario a Sarmiento". 

Daniel Filmus también fue diputado y senador nacional, y candidato a jefe de Gobierno en 2007 y en 2011. Hoy es profesor titular de la cátedra de Sociología en la UBA, investigador ad honorem del Conicet y director del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI). "Hoy estoy enfocado en cómo mejorar la calidad de los aprendizajes y cómo la investigación científica en la Argentina puede servir para la articulación público-privada y para favorecer al sector productivo", cuenta Filmus. Publicó más de quince libros, y el más reciente (2024) se titula "¡Afuera! El lugar de la educación y la ciencia en el anarcocapitalismo", en el que Filmus es compilador. 

Cuando El Economista le pregunta a Filmus sobre temas de coyuntura por fuera de la educación y la ciencia, como la interna del peronismo, la evaluación que hace de la gestión de Jorge Macri en la Ciudad, sus diferencias y coincidencias con Horacio Rodríguez Larreta, y las posibilidades que tiene el peronismo de ganar la jefatura de Gobierno porteña, Filmus aclara que no está siguiendo esos temas en detalle: "Es imposible para mí opinar de ciertos temas porque sinceramente no los estoy siguiendo. La verdad es que volví a la investigación, volví a la docencia y estoy siguiendo algunos temas como la educación y la ciencia y, por supuesto, el debate respecto del modelo de Estado a nivel nacional. No tengo autoridad para hablar de otros temas. No soy un 'todista' que habla de todos los temas. Sí puedo responder sobre universidades, ciencia, tecnología, inversión productiva". 

—¿Cómo ves al gobierno? ¿Qué te parece el veto de Milei al aumento de las jubilaciones?

Me dedico más a los temas de ciencia y educación, pero en líneas generales las políticas del gobierno están muy vinculadas a tener políticas de ajuste para el equilibrio fiscal. En el caso del gobierno de Milei, es un grado más que otros gobiernos de la historia argentina, porque Milei cree en la destrucción del Estado desde adentro. Argentina ha tenido históricamente políticas pendulares, con momentos de mayor inversión pública en todas las áreas: universidades, educación, ciencia, obras públicas. Cuando uno analiza los datos del instituto que dirijo yo [El Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI)], se puede ver claramente que durante los cuarenta años de democracia hubo períodos de mayor inversión y otros momentos de crisis profunda de la economía. Pero en el caso de Milei, ya no es solo una cuestión de una política de ajuste o de equilibrio fiscal, sino de una decisión de terminar con la función del Estado en un conjunto de áreas. Milei hace algo parecido a lo que hizo el menemismo en la década de 1990 respecto a las jubilaciones y a la atención a los sectores más desprotegidos. Cuando uno evalúa estos meses de gobierno, el impacto que han tenido las distintas áreas para aparentar el logro de un equilibrio fiscal ha sido muy desigual, y los que más han sufrido son los sectores más desprotegidos, sobre todo en las áreas donde el Estado tiene la responsabilidad de garantizar derechos como la salud, la educación y la ciencia.

—¿Qué puede hacer el Estado para que ricos y pobres vuelvan a elegir ir a la misma escuela, para que haya mezcla social en las escuelas de Argentina?

—El Estado debe trabajar fuertemente para mejorar la calidad de las escuelas de gestión estatal, y el principal factor de la calidad de la educación tiene que ver con la calidad del trabajo docente. La calidad del trabajo docente depende en buena medida de las condiciones de trabajo. Si uno sigue y analiza las pruebas estandarizadas internacionales, los países que tienen mejor rendimiento en esas pruebas son los que generan mejores condiciones para los docentes, los que tienen modelos institucionales que permiten mayor concentración de horas de clase en la escuela, los que generan condiciones para una mejor formación inicial y una mejor capacitación permanente. Y también hay un tema que, para la Argentina, es fundamental: las condiciones sociales de origen de los chicos. Las escuelas que tienen peores desempeños, en varios estudios que fueron publicados hace pocos días, son las que tienen estudiantes que provienen de hogares donde el capital cultural es menor, donde la alimentación es más precaria, donde los alumnos no asistieron a la educación inicial. La dificultad de la escuela aparece cuando hay chicos que llegan con características muy desiguales; por eso es triste que los chicos que vienen de puntos de partida más desfavorables lleguen a las escuelas que están en peores condiciones. En momentos de crisis como el actual, hay que tener un conjunto de políticas focalizadas, compensatorias, para darles más a los que vienen de peores puntos de partida. Argentina tenía una alta calidad de educación cuando tenía políticas universales, pero en aquel momento no había pobreza. Cuando hay pobreza, hay que generar políticas que permitan que los chicos más vulnerables reciban libros, computadoras, que las condiciones materiales de aprendizaje sean mejores y que los docentes estén en mejores condiciones. Insisto: cuando se analizan las comparaciones entre los distintos países, el salario docente es uno de los indicadores que define las posiciones de los países en los diferentes rankings globales.

—¿Por qué el gobierno decide desfinanciar a las universidades públicas?

—Cuando alguien escucha al presidente Milei, él plantea que no quiere financiar las vocaciones de los investigadores. Dice: 'No vamos a financiar las universidades, que tienen que ser financiadas por el mercado; los investigadores tienen que vender su trabajo a empresas privadas', lo cual es todo lo contrario a lo que ocurre en los países más desarrollados. Milei dice que quiere tener en treinta años un país como Irlanda, Corea o Israel, y todos esos países invierten en ciencia y tecnología. Países como Irlanda, Corea, Japón, Israel y Alemania no tienen recursos naturales importantes, sino que agregan valor a partir del trabajo y la investigación. El modelo de Milei no nos va a convertir en algo parecido a Israel o a Irlanda, de ninguna manera, ni va a transformar a la Argentina en ninguno de esos países, porque desfinancia a la universidad, la ciencia y la tecnología. 

—¿Cuál es el modelo de Argentina de Milei?

—Milei cree que el modelo argentino debe reducirse a la exportación de productos primarios sin valor agregado, y para eso no necesita ni profesionales ni investigadores. Su modelo precisa de esa voluntad de ajuste, esa obsesión con el equilibrio fiscal, aunque estrangule a los jubilados. Asimismo, su modelo de desarrollo no necesita a las universidades ni a los investigadores. Él imagina que con una pequeña élite que pueda pagarse su propia educación alcanza para las demandas de profesionales altamente calificados que necesita la Argentina en un país sumamente polarizado. Publiqué un libro que se llama "¡Afuera!", donde explico las políticas del anarcocapitalismo para la ciencia y la educación. El modelo de Milei es altamente concentrado y no financia ni a la educación ni a la ciencia porque no las considera importantes. Milei no quiere ser como Irlanda, Israel o Estados Unidos, porque ellos invierten un montón de su producto en educación y ciencia. Él quiere que Argentina le venda el litio a los países desarrollados para que ellos hagan las baterías, que nosotros les vendamos los granos para que ellos hagan los alimentos. No quiere agregar valor porque Milei piensa que, si agrega valor, va a haber más trabajo, y si hay más trabajo, va a haber más salario. Y si hay más salario, Argentina deja de ser competitiva en los aspectos en los que él imagina que Argentina tiene que competir, que son siempre productos primarios.

"¡AFUERA! El lugar de la ciencia y la educación en el Anarcocapitalismo", el libro compilado por Filmus.

—¿Cómo se comparan los presupuestos de educación y de ciencia de Argentina con el de otros países más desarrollados?

—Argentina invierte 0,5 % de su PBI en ciencia y tecnología; Israel invierte 5 %. Pero no comparemos con Israel, sino, por ejemplo, con Brasil. Mientras Argentina invierte 0,5 % en ciencia, Brasil invierte 1,3 % de su PBI en ciencia y tecnología. Brasil invierte tres veces más que Argentina en ciencia y tecnología de un PBI —el de Brasil— que es tres veces más grande. Si analizamos el 0,5 % de inversión en ciencia de Argentina, el 0,3 % hasta el año pasado era inversión del Estado; este año bajó del 0,3 % al 0,2 %. Es insignificante, por eso acá no hay política de ajuste, porque si un país invierte sólo el 0,2 % de su PBI en ciencia, ¿cuánto se puede ajustar? El presupuesto del Conicet no llega al 0,08 % del PBI. No hay nada que puedas ajustar del Conicet que sea significativo para las cuentas públicas; sin embargo, la voluntad de destrucción del Conicet y de la ciencia tiene que ver con el modelo de país de Milei, que es un modelo sin ciencia.

—¿Qué modelo de país le gustaría a usted?

—Un país fuertemente industrial. Argentina es el único país de la región que se puede sentar en la mesa chica de los países que tienen tecnología espacial, satelital y nuclear, Argentina tiene ventajas enormes. Lo mismo en el desarrollo de la biotecnología. Estados Unidos aprobó el cultivo del trigo tolerante a la sequía desarrollado por especialistas del Conicet; Argentina es el único país de la región que hizo la vacuna contra el Covid. Argentina importa en vacunas más de US$ 500 millons; si desarrolláramos nuestras propias vacunas para todo el calendario de vacunación, podríamos ahorrar una parte importante de esa importación.

—¿Cuál es el modelo de educación del anarcocapitalismo?

—Plantea que la educación no tiene que ser obligatoria. Recordemos lo que dijo un dirigente de su espacio político: si un padre quiere mandar al hijo al taller, tiene que tener el derecho de hacerlo. En la Libertad Avanza no piensan que los chicos tienen que ir a la escuela. No es una política liberal; los liberales son los que hicieron la ley 1420, en 1884. Los liberales argentinos querían la educación obligatoria; los anarcocapitalistas, no.

—El once de septiembre fue el Día del Maestro. ¿Qué tiene que ver Sarmiento con Milei?

—Milei es exactamente lo contrario a Sarmiento. Soy un gran admirador de la mirada educativa de Sarmiento. Es importante resaltar que Sarmiento no fue ministro de Educación de la Nación, sino que fue un presidente preocupado por la educación. Eso necesitamos hoy, un presidente como Sarmiento, preocupado por la educación, la ciencia y la tecnología. Fui a la Academia de Ciencias de Córdoba, que fue creada por Sarmiento, como también fundó el primer Observatorio Astronómico Nacional; las primeras instituciones de investigación las creó Sarmiento. Si alguien lee los debates parlamentarios de la época de Sarmiento, muchos diputados decían: "¿Para qué queremos ciencia en Argentina si Argentina es pobre?". Justamente Sarmiento decía que quería invertir en ciencia para que la Argentina saliera de la pobreza. Esto lo defendía en 1881. El debate hace cien años era si ciencia sí o ciencia no, y hoy ese debate sigue vigente. Sarmiento trajo maestros de Estados Unidos para desarrollar la educación de Córdoba. Fue un dirigente realmente preocupado por el desarrollo nacional y por la industria. También uno puede no estar de acuerdo con Roca en muchas cosas, pero Roca fue quien hizo la ley 1420 de educación laica y obligatoria; rompió relaciones con el Vaticano por el matrimonio civil y por la educación obligatoria.

Filmus, en Mercedes, con Wado de Pedro

—Según estudios, Chile hoy tiene más graduados de universidades que Argentina, y según especialistas en educación, como la periodista Luciana Vázquez, no se trata solo de gastar más, sino de gastar mejor. ¿Usted qué opina del modelo chileno?

—Hay que gastar más y hay que gastar mejor. Sin dudas, Argentina tiene que encontrar mecanismos que permitan no solo gastar mejor, sino gastar de forma más igualitaria. La diferencia que hay en el gasto, aunque no lo llamaría gasto, sino inversión en educación, de acuerdo a las jurisdicciones, es enorme. La matriz del problema de Argentina y el deterioro de la educación tuvo y tiene que ver con la transferencia de las escuelas a las provincias sin los recursos correspondientes. En la década de 1990, el Estado Nacional le transfirió a las provincias las escuelas técnicas, las de formación docente, las escuelas medias, las de adultos, pero no les transfirió los recursos. Eso se compensó posteriormente, en parte, con el incentivo al salario docente, durante el gobierno de De la Rúa, cuando la Nación recuperó la capacidad de invertir en las provincias, y con la Ley de Financiamiento Educativo, que fue votada por unanimidad en el año 2005 y que llevó la inversión en educación al 6% del PIB, que ahora Milei quiere quitar totalmente. Milei no quiere que la Nación invierta en educación. Es cierto que hay que gastar mejor, pero también es necesario gastar más, porque cayó la inversión respecto de lo que Argentina se proponía invertir en educación. Asimismo, es necesario generar mejores condiciones de igualdad. La Ciudad de Buenos Aires tiene condiciones para invertir dos o tres veces más de lo que invierten las provincias del norte. No hay que olvidar que una de las diferencias entre Argentina y Chile es que Chile es un país unitario; Argentina es un país federal.

Daniel Filmus con Carla Vizzotti, durante el Gobierno de Alberto Fernández

—Si el modelo anarcocapitalista de Milei se profundiza y se consolida, ¿qué país vamos a tener en unos años?

—Va a haber un deterioro muy grande de las condiciones sociales con las que los chicos llegan a la escuela, y cada vez menos posibilidades de que la escuela pueda compensar esas desigualdades. El principal problema de Argentina es la calidad de la educación, y durante el gobierno de Milei se va a deteriorar. Argentina tiene en la sala de cinco, en el nivel primario y en el nivel secundario a casi la totalidad de los chicos y chicas, y no aprenden lo que la escuela promete enseñarles. Nosotros vamos a trabajar fuertemente, al contrario de lo que hace Milei, en fortalecer a los docentes. Para Milei, los docentes son secundarios. Nosotros tenemos que generar la conciencia de que los docentes tienen que tener autoridad a partir del saber, de la capacidad que tienen para transmitir, construir y recrear conocimientos en el aula. Argentina tiene que tener políticas de calidad educativa que impliquen invertir más y mejor, e invertir de forma más igualitaria. El único ente capaz de igualar condiciones de veinticuatro jurisdicciones, que tienen una desigualdad enorme entre sí, es el Estado Nacional. La utopía de la educación es que sea el esfuerzo, la capacidad, el mérito de cada chico lo que determine su destino en la vida, y no que sea su origen socioeconómico. Para eso hay que generar condiciones de igualdad. Argentina en este momento trabaja en un sentido contrario.

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