Luego de las elecciones, los primeros análisis se concentraron en determinar cómo funcionaría el sistema político a partir de la nueva correlación de fuerzas surgida de las urnas. Pero también los resultados del 14-N dispararon e hicieron visibles las diferencias internas en ambos espacios.
Esto obedece a que comenzaron a perfilarse las candidaturas para cargos ejecutivos y a que no hubo ganadores ni perdedores absolutos en ninguna de las coaliciones que dejasen en claro los liderazgos internos.
En el oficialismo, pocos quedaron exentos de la derrota y sólo un número reducido de gobernadores salió airoso. El Frente de Todos ganó holgadamente en algunas provincias con poca población mientras que en otras como San Juan, Tucumán y Chaco lo hizo por un margen muy estrecho pese a contar con figuras de peso en cada una de ellas.
La supuesta enorme fortaleza del peronismo del interior demostró no ser tal. En Santa Fe, una provincia que el peronismo recuperó en 2019 luego de tres mandatos socialistas, el oficialismo perdió por casi 10 puntos dos años después.
Tampoco salió fortalecida Cristina Kirchner, porque es la líder de un espacio político que salió derrotado aunque se puede argumentar a su favor la remontada en la provincia de Buenos Aires que es su base de sustentación electoral.
En términos relativos, Alberto Fernández puede mostrar cierto avance, porque como ningún sector quedó en situación de imponer condiciones, recuperó cierto margen de autonomía para su gestión. La propia Cristina dio a conocer un mensaje reconociéndole ese espacio. En esa línea armó una nueva mesa chica que integran los ministros que le son más afines y excluye al camporista ministro De Pedro que lo presionó con su renuncia luego de las primarias.
La otra vereda
En la oposición, son evidentes las visiones contrapuestas entre halcones y palomas dentro del PRO aunque también hay muchos radicales enrolados en esa puja.
Tampoco hubo en ese caso ganadores absolutos. Cerca de Rodríguez Larreta destacan que sus candidatos ganaron en la CABA y en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, de la vereda de enfrente señalan que el triunfo en territorio porteño fue por una margen inferior al esperado con lo que se pretende poner en duda que la jugada del jefe de Gobierno haya sido acertada. Los halcones computan a su favor los triunfos en varias provincias, pero muchos de los candidatos que apoyaron fueron derrotados en las primarias.
Más explícita aún es la interna radical. En primer lugar, está la disputa por la presidencia del Comité Nacional entre el senador Lousteau y el gobernador Morales. Y las diferencias también se expresan en la conducción del bloque de diputados. El sector de Lousteau que en la Cámara baja lidera Emiliano Yacobitti quiere desplazar a Mario Negri de la presidencia aduciendo que perdió la primaria de Córdoba y que en ese contexto su continuidad no sería un buen mensaje. Pero Negri tiene el apoyo suficiente para continuar en el cargo y sus defensores sostienen que el mensaje negativo sería desplazar a quien ha cumplido bien su tarea.
En lo que los radicales parecen coincidir es en que deben tener candidatos propios en 2023, tanto para la Presidencia como para la mayoría de las gobernaciones. Consideran que Juntos debe mantenerse como coalición y no convertirse en un partido porque la existencia de dos fuerzas que compitan por el liderazgo termina fortaleciendo al espacio. Y en otro punto en el que también coinciden es en que el partido debe sostener y promover desde ahora a las figuras que pueden ser electoralmente competitivas en 2023.
