Paolo Rocca, Presidente del Grupo Techint, estuvo en el Congreso Aço Brasil, en San Pablo, y habló de todo.
Esto fue lo más importante de su presentación. Las citas son textuales.
Consumo de acero
- Nuestro sector, que durante un tiempo fue un mercado global, se está regionalizando y la situación entre las regiones es cada vez más distinta.
- Estados Unidos, junto con Canadá y México, han tomado un camino para defender su industria, que es considerada estratégica, con buen avance hacia la descarbonización. Esto permite un mayor nivel de precios.
- Europa y Japón están intentando defender sus industrias y promover la descarbonización mediante subsidios y la implementación de barreras comerciales (CBAM Carbon Border Adjustment Mechanism - Mecanismo de Ajuste en Frontera de Carbono). Pero las diferencias entre ambos son grandes y no permiten la adopción de medidas decisivas. Sus costos, particularmente la energía y mano de obra, son altos y los precios se ven afectados por las importaciones.
- India es la potencia emergente que hoy representa el 8% del consumo mundial. Pero, dentro de 10 años, si se mantienen las actuales tasas de crecimiento relativo, podría tener un peso de alrededor del 17%. Hay una política de expansión, pero no una verdadera política de descarbonización. India aprovecha su carbón barato y todas las inversiones en curso se basan en la tecnología AHBOF (Altos Hornos).
- China, al alcanzar un nivel de consumo equivalente al 50% del consumo mundial, continúa invirtiendo en mayor capacidad, basada en gran medida en carbón. El exceso de capacidad en un contexto de menor crecimiento está dando como resultado precios internos y de exportación inferiores a los costos de producción, incluso si están subsidiados.
- En este contexto, es muy difícil coincidir en una posición común entre las distintas regiones sobre una visión y objetivos compartidos respecto de los desafíos del sector: exceso de capacidades, articulación con cadenas de valor y descarbonización. Cada región, y en muchos casos cada país, juega de forma independiente, en un escenario de restricciones geopolíticas y equilibrio interno.
- Considerando todo este escenario, el primer punto que quisiera resaltar es un aspecto que, para mí, es muy importante y determinante para el estancamiento de nuestra industria aquí en América Latina: el bajo nivel de consumo de acero per cápita.
- Es decir, en los últimos 15 años, el consumo de acero per cápita en toda América Latina creció muy poco: de 114 kg/pc a 119 kg/pc. En Brasil, el consumo cayó de 130 kg/pc a 110 kg/pc. México fue el único país latinoamericano que estableció una dinámica diferente, habiendo alcanzado el doble del consumo per cápita que otros países latinoamericanos.
- Todos los países desarrollados tienen un consumo de 2 a 4 veces mayor que el de América Latina. China y Corea tienen un consumo 5 o 6 veces mayor.
- Nuestra industria y toda su cadena de valor tuvieron que lidiar con un mercado estancado, lo que impactó significativamente en la capacidad de incorporar nuevas tecnologías, renovar activos productivos y atraer recursos humanos y financieros.
- El consumo de acero no crece porque nuestras economías crecen muy lentamente, en un modelo que privilegia los productos primarios y los sectores financieros y de servicios.
- Hace 15 años, las economías del Mercosur (4 países) representaban el 4,1% del PBI mundial. En 2023, representaron sólo el 3%. En términos de PBI per cápita, crecimos menos del 10% en los últimos 15 años. Mientras tanto, los países desarrollados crecieron entre un 25% en EE.UU. y un 15% en Europa. Los países en desarrollo en su conjunto crecieron mucho más: India y China estuvieron cerca de duplicar su PBI per cápita en el mismo periodo.
- Ésta es la imagen de un fracaso colectivo, que ha tenido consecuencias muy graves para la calidad institucional y la gobernabilidad de la región. Y seguirá haciéndolo si no somos capaces de revertir este escenario.
- Durante muchos años, los gobiernos democráticos de la región aplicaron políticas económicas que sistemáticamente no lograron alcanzar la tasa de crecimiento y de diferenciación que requieren nuestras matrices productivas.
- El avance sistemático del peso del Estado; la reducción del espacio disponible para el sector privado; la alta y distorsionada presión impositiva; además de la multiplicación de subsidios en busca de estabilidad y gobernabilidad a corto plazo, son factores que, en su conjunto, crearon distorsiones sectoriales, desalentaron las inversiones y promovieron el avance de la informalidad en la economía, generando inseguridad para la sociedad en su conjunto.
- Estas políticas no han logrado el objetivo fundamental para nuestra sociedad: el crecimiento sustentable, el desarrollo económico y social, la creación de oportunidades para las personas y las empresas, y la defensa de los derechos básicos de la población.
- El estancamiento de las economías latinoamericanas deriva de la convicción de gobiernos de diferentes orientaciones políticas de que la gobernabilidad y el consenso se construyen ampliando el papel del Estado. Hoy, el impacto del Estado en el PBI de América Latina ha superado al de los países desarrollados, aunque la calidad de los servicios que reciben las personas dista mucho de estar en línea con la de los países desarrollados.
- Las empresas privadas, sobreexpuestas a una carga impositiva sustancialmente mayor que la que soportan las empresas de Estados Unidos, Europa o Japón, tienen que competir por recursos financieros con Estados que, en la mayoría de los casos, generan grandes pérdidas. Al mismo tiempo, deben asumir roles que, en otros países, son eficientemente apoyados por sus Estados.
- La hipertrofia del Estado llevó a resultados adversos, y el caos de impuestos distorsionados logró frenar la inversión y la iniciativa privada.
- El crecimiento de un país se construye sobre:
- Libertad e incentivo a la iniciativa privada en todos los sectores de la sociedad.
- Promoción y respeto de la rentabilidad del capital invertido, sin demonizar los beneficios y la generación de recursos de los que depende.
- Competitividad y expansión de la actividad y el empleo privado y formal.
- En el caso de Brasil, existen voces empresariales muy respetadas que han impulsado estudios bien documentados sobre las barreras que impiden el desarrollo.
- Me gustaría destacar, entre todos, el excelente trabajo del Movimiento Brasil Competitivo, bajo la iniciativa de Jorge Gerdau y su equipo de colaboradores, que expuso las raíces de la pérdida de competitividad, y posibles medidas para recuperarlas.
- También la acción de la Coalizão das Indústrias, gracias a la iniciativa del Instituto Aço Brasil y el liderazgo de Marco Polo, que ha colaborado en el desarrollo de planes para reducir el costo Brasil. A pesar de las medidas adoptadas, no conseguimos revertir el estancamiento de nuestra economía.
- En un contexto de estancamiento y volatilidad en nuestros países, la defensa de intereses sectoriales se ha convertido en una competencia entre actores de diferentes niveles de la cadena de valor, que buscan diferenciarse en un juego de suma cero, en lugar de unir fuerzas para crecer y ampliar nuestra actividad.
- Para modificar este paradigma e introducir un cambio radical en la dirección de agenda de los gobiernos, tenemos que ampliar nuestra agenda e ir más allá de nuestro horizonte sectorial.
- El acero es un componente esencial de las cadenas de valor de bienes como: construcción, infraestructura, energía y fabricación de productos comercializables a nivel mundial. Es decir, para la transformación de un país. El consumo de acero per cápita es un indicador muy fiable del crecimiento de un país en cuanto a actividad manufacturera, desarrollo de infraestructura y progreso de la industria.
- Nuestros productos se utilizan como bienes intermedios en cadenas de alto valor agregado. Por eso nuestra industria tiene la responsabilidad de promover un modelo de desarrollo integrado y no limitarse a defender los estrechos intereses del sector.
- El cambio de paradigmas adoptado hace muchos años es una necesidad, y por eso quiero llamar la atención de esta Asociación (en referencia a Aco Brasil): no hay futuro de expansión y transformación para nuestro sector si no somos capaces de integrar nuestros intereses con los intereses de toda la cadena de valor.
- La alternativa, en un contexto de estancamiento en el que cada eslabón de la cadena de valor lucha por defender sus intereses inmediatos (que en muchos casos son contrarios a los intereses comunes), no es el camino para fortalecer el papel y el peso de la industria en nuestros países.
- Cuando la aspiración de cada segmento de la cadena de valor se enfoca en abrir el mercado para sus insumos, pero protegiéndolos para sus propios productos, el resultado es la pérdida de unidad e influencia para para impulsar un camino de crecimiento integrado para nuestros países.
- Para cambiar esta realidad, tenemos que promover alianzas con nuestros clientes y proveedores, y ganar mayor protagonismo en las definiciones fundamentales que guían la acción gubernamental.
- La industria se transforma a través del crecimiento, la introducción de nuevas tecnologías, la ampliación de la gama de productos, la incorporación de nuevos recursos y la creación de economías de escala. La falta de crecimiento nos perjudica en comparación con otros países que pudieron contar con un crecimiento sólido de su demanda interna.
- Si miramos las matrices productivas de nuestros países, vemos un factor esencial que limitó nuestras posibilidades de crecimiento: la primarización de las economías y la reducción de la participación del sector industrial en el PBI y las exportaciones.
- En los últimos 15 años, el peso de la industria manufacturera en Brasil ha disminuido constantemente hasta alcanzar su nivel actual, poco más del 10%, muy por debajo del 17% de Europa o del 20% al 25% en los países asiáticos y México.
- En las exportaciones, la concentración en los productos primarios ha ido creciendo con el tiempo. En 2022, la concentración en productos primarios con poco o ningún procesamiento local alcanzó alrededor del 70% en Brasil. Por otro lado, los productos industriales representan un porcentaje dominante de las importaciones y una cuota relevante del producto industrial de estos países.
- Nuestros países, donde la industria manufacturera está penalizada por la política económica y ha perdido competitividad, representan un mercado abierto para otros países, mientras que nuestras cadenas de valor industriales no pueden competir eficientemente en los mercados mundiales. La participación de los países latinoamericanos en el comercio mundial de productos industriales (excluido México) ha disminuido constantemente.
- La carga tributaria, la extrema complejidad y superposición de impuestos, estándares laborales, la fragilidad de la infraestructura, la inseguridad jurídica y la pérdida de calidad del sistema educativo en las escuelas primarias, secundarias y técnicas contribuyeron a la pérdida de competitividad.
- Las medidas de protección sectoriales, aunque necesarias en muchos casos, no pueden compensar la pérdida de competitividad de todo un sistema.
- La falta de crecimiento, el aumento del peso del Estado en la economía y los cambios permanentes en las reglas del juego han sido factores relevantes para explicar la primarización de nuestras economías. Se han creado condiciones objetivas para la inversión en el desarrollo y exportación de recursos naturales con valor agregado relativamente menor que el de las industrias manufactureras que produjeron mayores retornos, y con menos riesgo que las cadenas de valor altamente complejas, que crean empleos calificados y diferenciados, pero están más expuestas a la volatilidad de las políticas.
El surgimiento de China
- Durante los últimos 30 años, el surgimiento de China como potencia industrial global dominante, con la ambición de ampliar su área de influencia comercial, política y militar, ha contribuido sustancialmente a la primarización de nuestras economías. Por un lado, la demanda de materias primas y alimentos está aumentando dramáticamente. Por el otro, ocupando un espacio creciente en la producción de bienes manufacturados. La participación de China en la producción industrial mundial aumentó del 5% en 1995 al 35% en 2020.
- Nunca en la historia del mundo se había producido una transferencia de actividad productiva entre países de esta magnitud y en tan poco tiempo.
- Pero todo esto no ocurrió en un contexto institucional y político comparable al del Occidente desarrollado. Esto fue posible en el contexto de un gobierno autoritario, capaz de concentrar recursos y capturar el excedente derivado del gran aumento de la productividad de una parte muy importante de su población. Desde el empleo en el sector rural, hasta la manufactura y la construcción de infraestructura.
- China no es una democracia, es un país con un sistema de gobierno autoritario y centralizado, que tiene la capacidad de asignar recursos a diferentes sectores de la economía en base a decisiones de conveniencia táctica y estratégica.
- Competir con China durante los últimos 30 años ha sido sustancialmente imposible por varias razones. Un informe de 700 páginas, publicado en abril por la Comisión Europea, destaca las anomalías que hacen que el sistema económico chino este impulsado, en gran medida, por la intervención del Estado y del Partido Comunista Chino:
- La amplia presencia de empresas estatales.
- La simbiosis entre el Estado y el Partido Comunista.
- La planificación central versus la asignación de recursos a través del mercado.
- La influencia del Estado y de las Empresas Estatales en la adquisición de bienes.
- La distorsión del sistema financiero.
- Las restricciones a la inversión extranjera.
- La violación a la propiedad intelectual.
- Las restricciones a los factores de producción, p.ej. propiedad de la tierra.
- La ausencia de organizaciones sindicales independientes y los límites impuestos a movilidad de personas.
- El costo de la energía.
- La aparente complementariedad entre una economía que necesita materias primas y quiere exportar productos manufacturados y nuestros países con grandes recursos naturales (agrícolas y minerales) es absolutamente asimétrica. China gana y Brasil pierde.
- Las importaciones chinas ayudan a controlar la inflación en nuestros países, pero tienen un impacto negativo en nuestros sectores industriales; y tienen efectos aún peores sobre la inversión y el crecimiento.
- La acción del gobierno chino ha sido muy relevante en varios aspectos para:
- El acero: China ha impulsado inversiones hasta el punto de crear un importante excedente de capacidad productiva que hoy, ante la caída de la actividad relacionada con la construcción, busca mercados para exportar sus productos. Como sabemos, este es un tema muy importante hoy para las actividades de la industria siderúrgica en el Mercosur.
- La cadena de valor de la fabricación: China es una amenaza existencial. La balanza comercial de manufacturas no agrícolas del Mercosur con China es cada vez más deficitaria (en 2023 fue negativa en US$ 14.000 millones con Argentina y US$ 35.000 millones con Brasil).
- La cadena de suministro de energías renovables: China lo abarca por todas partes por su extensión, desde el refinado de litio y cobre hasta paneles solares, baterías y materiales relevantes para la industria automotriz. China ve la transición energética como una oportunidad extraordinaria para reducir su dependencia de los combustibles fósiles, que necesariamente se importan a través de rutas marítimas expuestas a sanciones y/o vulnerables en caso de conflictos armados. Al mismo tiempo, busca consolidar una posición dominante en la producción y/o transformación de insumos básicos, con costos y escalas de producción difíciles de replicar en otros países.
- Inversiones directas: En los últimos años, los flujos de productos manufacturados se están complementando con inversiones directas de empresas chinas en sectores relevantes de nuestras economías. En muchos casos, se trata de proyectos que se basan en la importación de repuestos y productos intermedios que garantizan un mayor control de los canales de distribución, o de sectores de servicios estratégicamente relevantes.
La desindustrialización
- La desindustrialización -una preocupación común para muchos países desarrollados y en desarrollo- se ve, en nuestro caso, agravada por el estancamiento económico.
- La dependencia de China y su espacio económico ampliado también es un factor de preocupación. Hoy en día, las preocupaciones geopolíticas se han visto agravadas por el impacto que factores que afectaron las cadenas de valor globales como por ejemplo: la invasión de Ucrania, los conflictos regionales, la pandemia y una complejidad logística global. Hay escenarios extremos -como la voluntad de China de ampliar su área de influencia sobre Taiwán con un bloqueo o una acción militar-, donde las interrupciones en las cadenas de valor globales serían mucho mayores de las que hemos visto en los últimos años.
- Esta necesidad de reposicionar las cadenas de valor extendidas a escala global ofrece una oportunidad extraordinaria para nuestros países que tienen las condiciones para aumentar su nivel de integración con grandes bloques económicos con los que hay afinidad política y valores compartidos -el TMEC, Europa, Australia o Japón- y con quienes podemos competir en igualdad de condiciones.
- El reshoring tiene fundamentos estructurales y será un factor esencial para determinar las decisiones de inversión. Esto lo estamos viendo hoy en México, donde las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, están haciendo un aporte esencial a la diferenciación de la economía mexicana en términos de crecimiento, industrialización e incorporación de tecnología.
- Reducir la primarización y la dependencia de las exportaciones de materias primas y commodities también representa una oportunidad extraordinaria para las economías de América Latina.
- Las condiciones necesarias, aunque no suficientes, para atraer segmentos de estas cadenas de valor, que inviertan en emprendimientos que creen valor agregado industrial, son:
- La defensa contra la competencia desleal. La estabilidad de las reglas del juego.
- Reducción de la carga fiscal sobre las transferencias, las inversiones y la mano de obra.
- La libertad de circulación de los flujos financieros que entran y salen de los mercados locales.
- La previsibilidad del sistema judicial de cada país.
- La calidad y formación de los recursos humanos.
- La seguridad de las personas y de la propiedad privada.
- Las inversiones de grupos locales y extranjeros avalan todos estos factores, que podríamos definir como calidad institucional y condiciones favorables para hacer negocios. En un ranking de 0 a 100 puntos publicado por el Banco Mundial, el Mercosur aparece con 60, Estados Unidos con 82 y Europa con 75.
- Menciono tres ejemplos negativos de nuestra propia experiencia en la región:
- La ruptura de contratos en Argentina en el área energética entre 2002 y 2007. Aún hay procesos en curso en el CIADI.
- La inversión de Ternium en Sidor en 1998, que termino con la expropiación de la compañía por el gobierno de Hugo Chávez en 2008.
- La adquisición de acciones de Usiminas por parte de Ternium dentro del mismo grupo de control. Recientemente, contrario a la decisión de cinco órganos administrativos y judiciales, que decidieron oponerse durante 12 años, una Cámara del Tribunal Superior de Justicia ordeno el pago de una multa de 5.000 millones de reales, equivalente a tres veces el valor de nuestra participación accionaria.
Sobre el medio ambiente
- En este contexto de estancamiento de nuestro sector y sobrecapacidad global, la necesidad de reducir el impacto ambiental y descarbonizar, se ha convertido en un desafío de enorme complejidad.
- Por un lado, nuestra industria tiene una necesidad imprescindible de reducir el impacto ambiental en las comunidades en las que estamos presentes. Nuestra responsabilidad con la seguridad, la mejora de la calidad del aire y el cuidado de nuestros recursos naturales es indiscutible. El compromiso con las comunidades es esencial para mantener la licencia social para operar.
- En este área en la que podemos y debemos actuar con mucho foco, con inversiones en nuestras instalaciones y en nuestras prácticas operativas, proporcionando información detallada de lo que estamos haciendo y los resultados que podemos mostrar.
- Este desafío de dimensión local es una condición de supervivencia para nuestra industria, y debemos afrontarlo con toda nuestro esfuerzo y capacidad para generar recursos suficientes para financiar las inversiones necesarias.
- Por otro lado, el desafío de reducir las emisiones de CO2 tiene una dimensión e implicaciones relevantes para la inserción comercial de nuestra industria. En América Latina, el 80% de la producción de acero proviene de AH-BOF (Alto Horno) y solo el 20% proviene de EAF (Hornos de Arco Eléctrico) y reciclaje de chatarra. Incluso teniendo en cuenta el aporte del carbón vegetal, el costo de la transición es muy alto si no se apoya en el crecimiento y la expansión de nuestras actividades. La reducción de las emisiones de CO2 toma una dimensión y una responsabilidad global. Hoy en día, el 70% de la producción mundial de acero pasa por la ruta AH-BOF (Alto Horno), con emisiones del orden de 2 toneladas de CO2 por tonelada de acero. China representa el 57% de estas emisiones, Europa 6%, TMEC 4%, Japón 5% y América Latina 2,6%. La industria siderúrgica de nuestros países representa una parte marginal de las emisiones globales.
- En un contexto de expansión, sería posible planificar un camino de transición que prevea el cierre de los Altos Hornos al final de su vida útil, su sustitución por Hornos de Arco Eléctrico y Reducción Directa, y la incorporación de tecnologías como la captura de carbono y otras medidas para reducir el consumo energético de los procesos actuales.
- Nuestros países tienen la energía y los recursos naturales que permitirían un crecimiento muy eficiente en términos de reducción de emisiones, con inversiones mucho menores que las propuestas para Europa, Japón y el T-MEC (que estarán respaldadas por enormes subsidios estatales). La matriz energética del Mercosur, con amplia disponibilidad de energía hidroeléctrica, gas natural y energías renovables de diferentes fuentes (eólica, solar, biomasa), permitiría un crecimiento racional y eficiente con costos marginales y muy bajas emisiones de CO2 respecto de cualquier alternativa. Pero esta discusión va más allá de los límites de la política industrial de cada bloque y aun no se lleva a cabo con una visión integrada.
Las conclusiones de Paolo Rocca
Mirando hacia el futuro, creo que la agenda de la industria siderúrgica en América Latina debería contemplar:
- El dialogo y la formación de una alianza entre todos los eslabones de nuestras cadenas de valor, para alcanzar una masa crítica de intereses encaminados para: crear oportunidades para la iniciativa privada y reducir el peso del Estado en la economía; liberar las capacidades creativas y emprendedoras; reducir la carga tributaria; promover el equilibrio fiscal; mejorar la seguridad; y cualquier otra medida que fortalezca las cadenas de valor con potencial exportador, reduzca la carga fiscal sobre el trabajo y mejore la infraestructura esencial para la alta eficiencia de las cadenas industriales.
- La promoción de una inserción internacional que promueva las oportunidades abiertas a un reposicionamiento de las cadenas de valor hacia un Occidente con el que compartamos valores y principios, nos sintamos capaces de competir y podamos trabajar por una integración eficiente que permita la incorporación de tecnología e innovación. La industria siderúrgica de nuestros países puede competir sin miedo con los bloques económicos del mundo occidental (Europa, TMEC y Japón). Con China no es posible porque el terreno competitivo no está nivelado.
- La modernización e innovación de nuestros procesos para cubrir la gama de productos más exigentes requeridos por nuestros clientes; la incorporación de herramientas para incrementar la productividad y competitividad de nuestras empresas y la incorporación de herramientas digitales que faciliten la integración vertical con nuestras cadenas de valor.
- El cuidado de las comunidades en las que operamos, para, en primer lugar, reducir nuestro impacto ambiental, conseguir su apoyo y contribuir a su progreso social, económico y educativo. Estoy convencido de que enfocar nuestra atención e inversiones en esto es la clave para el futuro.
- La des carbonización gradual de nuestra matriz productiva, aprovechando las extraordinarias ventajas competitivas que tenemos para lograr una matriz energética sustentable en el largo plazo. En el Mercosur tenemos recursos hídricos y eólicos, además de un extraordinario potencial para integrar el sistema energético, aprovechar las reservas de Vaca Muerta y el Presar, y lograr un costo de la energía absolutamente competitivo a escala global. Es una transformación inevitablemente gradual, pero que se puede lograr con nuestros propios recursos, en la medida en que podemos crecer y ampliar nuestro alcance global.