Este fin de semana, tras recibir el visto bueno del Consejo Constitucional de Francia, el gobierno de Emmanuel Macron promulgó su tan polémica reforma jubilatoria.
El viernes, el Consejo Constitucional validó el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años, y no 42, para cobrar una pensión completa.
Sin embargo, el Consejo Constitucional anuló algunas partes de la reforma, como la obligación para las grandes empresas de comunicar cuántos trabajadores de más edad tienen contratados.
Tras confirmarse la aprobación, el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, explicó que "decidimos promulgar la Ley a menos de 24 horas de la decisión del Consejo Constitucional como es el caso para todas las leyes económicas y la misma entrará en vigor en septiembre próximo. Les pedimos a los franceses que hagan un esfuerzo y acepten esta reforma".
Pero, como era de esperar, la mayoría de los trabajadores no se tomaron para nada bien el anuncio y confirmaron que seguirán movilizándose hasta que el gobierno decida dar marcha atrás.
Con la reforma, Macron espera evitar un déficit de 13.000 millones de euros en las cajas de pensiones para 2030.
Si bien todo parece haber terminado en una victoria para Macron, aún deberán enfrentarse a una última prueba: el 3 de mayo, el Consejo Constitucional debe pronunciarse sobre una petición para organizar un referendo sobre limitar la edad de jubilación a 62 años.
