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Un año de Gobierno en Uruguay: desde el primer caso de Covid-19 al comienzo de la vacunación

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04 marzo de 2021

Por Daniel Buquet (*)

El 1° de marzo, Luis Lacalle Pou cumplió un año en el ejercicio de la Presidencia de la República de Uruguay. La evaluación del periodo inevitablemente incluye como asunto central la pandemia de Covid-19, cuyos primeros casos se detectaron 13 días después que asumiera el cargo.

Luego de que el Gobierno tomara medidas oportunas y moderadas, que apelaron a la “libertad responsable”, el país pareció haber controlado la pandemia en la segunda mitad del año. Con el retorno a la presencialidad en la enseñanza y la actividad económica en vías de normalización, el Gobierno gozaba de una gran popularidad, con una aprobación de su gestión que se mantuvo en torno a 60% hasta noviembre del año pasado.

En ese periodo se aprobaron las dos leyes principales del Gobierno, la llamada de urgente consideración (LUC) ?con cerca de 500 artículos- que abarca casi la totalidad del programa de la coalición de gobierno y la ley de presupuesto nacional. Pero la situación mostró un giro (in)esperado cuando el número de casos positivos comenzó a crecer de forma exponencial cerca del final del año. Allí se tomaron nuevas medidas restrictivas y comenzó un nuevo año sin que el Gobierno tuviera acuerdos cerrados para acceder a vacunas, fuera del mecanismo Covax. En febrero, la aprobación del Gobierno había caído a poco más de cincuenta puntos, nada espectacular, pero señal clara de que el manejo de la pandemia influye en la opinión pública más que la economía.

Más allá de que el presidente y sus socios lograron éxitos significativos, el funcionamiento de la coalición sigue generando interrogantes. Al permanente acicate de Cabildo Abierto, que llegó a proponer un proyecto de ley sobre forestación que obtuvo media sanción gracias a los votos del opositor Frente Amplio, debieron sumarse los más leales colorados, que en febrero vieron necesario hacer notar su presencia con la propuesta de un paquete de medidas para impulsar la economía y promover el empleo. Cómo será la cosa que hasta el minúsculo Partido Independiente, que ocupa el Ministerio de Trabajo, consideró oportuno hacer sus propios planteos. La necesidad de marcar perfil propio de los socios de la coalición, a mediano plazo inevitable, se ha visto estimulada por la negativa del presidente a establecer una instancia colectiva de conducción del gobierno, reclamada sobre todo por los colorados.

Es que el presidente se ubica claramente por encima de sus socios, repitiendo hasta el cansancio que se hace cargo y manejando las relaciones con sus aliados de forma bilateral. De esta forma, si al gobierno le va bien, sólo el presidente cosechará los frutos y, si le va mal, se hunden todos, salvo los que tomen distancia oportunamente.

El Gobierno disfruta de popularidad, a pesar de que los desempeños económicos y sociales sean negativos, no sólo porque la pandemia, al menos cuando se percibe como bien manejada, genera una suerte de escudo en la opinión pública.

Los niveles aún altos de aprobación del Gobierno obedecen también a que la oposición, fundamentalmente el Frente Amplio, no ha encontrado aún una posición sólida desde la cual enfrentarlo. Sus cuestionamientos al manejo de la pandemia han sido erráticos y sus reclamos de una mayor atención a los sectores más perjudicados no parecen haber encontrado eco suficiente. Además, carece de un liderazgo claro y bien definido, luego del fallecimiento de Tabaré Vázquez y un retiro parcial de José Mujica.

Por si fuera poco, mantiene un relativamente velado conflicto interno respecto de una nunca elaborada autocrítica y la elección de sus nuevas autoridades, que ha sido postergada para el segundo semestre de este año. La recolección de firmas para someter a referéndum un conjunto de artículos de la LUC le permite mantener activa a su militancia y reforzar sus lazos con la central sindical y otras organizaciones sociales.

Pero la tarea es digna de Hércules, porque se necesita lograr la adhesión del 25% del padrón electoral antes de la mitad del año y en medio de la pandemia. Lograrlo le proporcionará oxígeno para robustecerse en el escenario político y saldar sus rencillas internas en un contexto plácido. Un fracaso será un duro golpe que fortalecerá al gobierno.

El segundo año de Gobierno comienza con la vacunación contra el Covid-19 en marcha y se prevé un ritmo de vacunación que deje en el olvido el retraso en la obtención de las vacunas.

La economía aún sigue sin repuntar, pero algunas señales indican que en la segunda mitad del año estaremos en plena recuperación, aunque lejos todavía de alcanzar los niveles pre-pandemia. En el segundo semestre se reparte una nueva mano de cartas a los jugadores. Dependiendo de cuáles salgan del mazo de la pandemia, del mazo de la economía y del mazo del referéndum, se configurará un nuevo escenario político. Hoy el Gobierno está ganando, pero una mano buena o una mano mala pueden dar vuelta la fortuna cuando la apuesta es muy alta.

(*) Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República

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