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Reencontrarse con los sectores medios: el nuevo desafío para la "segunda oleada" del progresismo regional

"El progresismo tiene el gran reto de reencontrarse con la clase media para garantizar la victoria de lo popular", dice el ex vicepresidente de Bolivia

Alvaro García Linera
Alvaro García Linera .
29 enero de 2022

Por Bernarda Llorente

En su doble rol de hombre de ideas pero con experiencia en la gestión, Alvaro García Linera sabe lo es el desafío de administrar el Estado con un gobierno de sesgo progresista y raigambre popular.

Su experiencia como vicepresidente de Bolivia entre 2006 y 2019 -trece años junto a Evo Morales- lo llevó a entender el riesgo que corren los proyectos políticos que promueven la distribución del ingreso cuando, una vez en el poder, logran procesos de movilidad ascendente pero descuidan la "modificación de la subjetividad" de los sectores que mejoraron sus condiciones de vida.

Ese fenómeno, advierte el intelectual con currículum de hombre de Estado, puede derivar "en el malestar de la clase media" frente a las gestiones progresistas, una situación que ya se vivió en la región y ante la cual cada país debe identificar sus causas "para establecer políticas públicas que jalen a la clase media para el lado de la igualdad y así evitar que los discursos conservadores y racistas".

"Unir lo popular con la clase media tiene que ser el objetivo de este nuevo progresismo, con nuevos programas, para volver a esta alianza", exhortó en un tramo clave del diálogo exclusivo con Télam.

Y convocó: "No le entreguemos la clase media a los sectores conservadores. El progresismo tiene el gran reto de reencontrarse con la clase media para garantizar la victoria de lo popular".

-En Argentina, parte de la oposición se debate entre presentarse como moderada y endurecerse, tratando de seducir -dentro y fuera de las propias fuerzas políticas- a sectores medios atentos a un discurso extremo que pretende expresar sus frustraciones. En este contexto, ¿cómo se puede reconquistar y tener un mensaje interesante para esos grupos sociales que también son víctimas del neoliberalismo?

-Alvaro García Linera: Los gobiernos progresistas de la primera oleada lograron su victoria porque tuvieron la habilidad para unir a los sectores populares, los más explotados y humildes, con los sectores medios. Encontraron una fórmula precisa y unos líderes, palabras e imágenes precisas, que permitieron formar un bloque social progresista que se mantuvo durante una década o casi una década. Nuestro objetivo en esta segunda oleada tiene que ser lo mismo: un restablecimiento del bloque de los sectores obreros, campesinos y más desfavorecidos, con los sectores medios latinoamericanos. Ahí radica la posibilidad de la victoria. Los liderazgos moderados que las fuerzas progresistas proyectaron para la segunda oleada apostaron a unir a los sectores subalternos con los sectores medios, y eso les dio la victoria. Funcionó. Pero esas alianzas sociales nunca son duraderas: es un método de construcción de alianzas, y tus aliados de hoy pueden distanciarse. Pongo el caso de Bolivia: las políticas exitosas que implementó el Gobierno progresista de Evo (Morales) permitieron que el 30% de la población indígena y campesina saliera de la pobreza. Es un gran logro. Algunos seguían siendo campesinos y obreros, pero con ingresos medios y otros pasaron a clase media. Personas de origen indígena popular, pero con un negocio propio, o que entraron a la universidad y son profesionales. Es la construcción de igualdad. Pero al promover eso hay también una modificación de la subjetividad social: distinto es un compañero indígena con el arado egipcio y la casa de adobe y paja que el mismo compañero con un tractor, la casa de ladrillo y con el hijo profesional gracias a la educación gratuita. Ha cambiado su subjetividad, sus expectativas han cambiado, sus vínculos han cambiado. A veces el progresismo no se da cuenta del fruto de su logro y sigue repitiendo cosas cuando la sociedad ya ha cambiado. Han cambiado las aspiraciones sociales. Aunque una parte de la sociedad haya quedado muy abajo, y haya que entender y proponer cosas para esos sectores, para el sector que ha tenido movilidad social ascendente, ya no puedo tener el mismo lenguaje. Hay una nueva clase media que le quita a la antigua clase media tradicional sus antiguos puestos, sus antiguos pequeños privilegios: esta clase media indígena tiene formación universitaria y viene del sindicato, y entra al Parlamento, a los ministerios. Antes, la antigua clase media más 'imaginadamente blancoide' resolvía los problemas de las contrataciones para el Estado en el club de tenis, o cenando en una embajada. Ahora esos temas se resuelven en el sindicato, en una asamblea. Ese ascenso social plebeyo produce que la clase media tradicional se sienta marginada, y, aunque haya apoyado inicialmente las políticas de igualdad, ahora se siente afectada y, en vez de mezclarse e integrarse a la nueva clase media, lo que hace es encapsularse y radicalizarse. Este es el punto de partida de la 'fascistización' de la clase media tradicional.

-¿Y qué debería hacer el progresismo ante ese fenómeno del giro conservador de la clase media?

-AGL: Requiere del progresismo entender el proceso social. Hay que encontrar mecanismos para incorporar las expectativas de ese sector medio, que se ha visto igualado por la avalancha popular que mejoró sus ingresos. Hay varias fuentes de malestar en la clase media y en cada país hay que encontrar de dónde viene ese malestar de la clase media. Cada país requiere de un estudio particular porque el objetivo tiene que ser: tenemos que incorporarlo. No la entreguemos a los sectores conservadores. Disputemos el liderazgo y la satisfacción de las expectativas de igualdad de las clases medias desde el progresismo, y no los dejemos en manos de las fuerzas neoliberales, que no les van a resolver los problemas. Las fuerzas conservadoras no se preocupan por la clase media, hablan en nombre de ella pero la desprecian, los consideran perdedores. Los ganadores son los que tienen grandes empresas o su dinero en los paraísos fiscales. Hay que pensar un conjunto de propuestas, como una fuerte reforma fiscal que no afecte a la clase media sino a los muy ricos; es un elemento importante. Hay que recuperar las expectativas de la preocupación por el medio ambiente que le interesan a las clases medias. A esa clase media ilustrada, formada académicamente o con pequeños negocios, hay que decirle: "Oye, con los neoliberales enfurecidos te va a ir peor, aquí tenemos una solución". El progresismo tiene que reencontrarse con la clase media para garantizar la victoria de lo popular.

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