No es noticia que la sociedad israelí se encuentra convulsionada como consecuencia de la polémica reforma judicial que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, quiere aplicar.
Pero, mientras las protestas continúan, algunos problemas económicos empiezan a aparecer para Israel: la tensión impactó en la calificación crediticia del país y ya varias empresas emergentes ligadas a la innovación empiezan a analizar desinvertir o irse.
La semana pasada, la Knesset (parlamento) ratificó el primer proyecto de ley de la reforma judicial, privando a los jueces de la Corte Suprema de anular las decisiones del gobierno que considere "irrazonables".
Desde ese momento, las protestas han ido en aumento, impactando negativamente en muchas variables económicas, entre ellas en la moneda local, el shekel, que se ha desvalorizado frente al dólar.
Además, las calificadoras de riesgo no ven con buenos ojos lo que está sucediendo. Por ejemplo, desde Moody's comunicaron que "la naturaleza amplia de las propuestas del gobierno podría debilitar materialmente la independencia del poder judicial e interrumpir los controles y equilibrios efectivos entre las distintas ramas del gobierno".
Por su parte, Morgan Stanley previó "una mayor incertidumbre sobre las perspectivas económicas en los próximos meses".
Actualmente, Israel tiene uno de los ecosistemas tecnológicos más innovadores del mundo, con 89 unicornios (empresas de alta tecnología valoradas en más de US$ 1.000 millones).
Pero, según una consulta que realizó Start-Up Nation, "el 68% de las startups israelíes comenzaron a tomar medidas legales y financieras activas, como retirar reservas de efectivo, cambiar la ubicación de la sede fuera de Israel, reubicar empleados y realizar despidos".
