Tras varios días de incidentes por la muerte de un joven de 17 años a manos de la policía, las protestas continúan en Francia, aunque en un tono un poco más moderado.
Este lunes se llevaron a cabo concentraciones frente a varios ayuntamientos, pero la policía realizó menos de 160 arrestos durante la noche.
La muerte de Nahel, un joven de padres argelinos y marroquíes, ha abierto una profunda vena de resentimiento contra la policía en los suburbios pobres y racialmente mixtos de las principales ciudades francesas, conocidos como "banlieues".
Desde que se produjo el incidente el martes pasado, los manifestantes han incendiado automóviles, saqueado tiendas y atacado ayuntamientos, escuelas estatales y otros edificios públicos.
El ministro del Interior, Gerald Darmanin, apuntó a las familias que habían permitido que los niños causaran estragos en las calles, diciendo que el promedio de arrestados era de 17 años, con algunos de tan solo 12.
"No depende de la policía nacional o de la gendarmería o del alcalde o del estado resolver el problema de un niño de 12 años que incendia una escuela. Es una cuestión de patria potestad", expresó Darmanin.
En total, se desplegaron unos 45.000 policías por cuarta noche consecutiva, para tratar de controlar los disturbios que han visto más de 5.600 automóviles incendiados, 1.000 propiedades privadas incendiadas o dañadas y 250 comisarías atacadas.
Las protestas son un duro golpe para el presidente, Emmanuel Macron, quien en 2018 enfrentó una situación similar con los "chalecos amarillos". Además, los incidentes siembran un claro interrogante de cara a los Juegos Olímpicos que se deben celebrar en París el año que viene.
