El gobierno del presidente de Francia, Emmanuel Macron, consiguió un poco de oxígeno este lunes, aunque la tensión continúa.
El gobierno sobrevivió por poco a una moción de censura en la Asamblea Nacional, luego de que la semana pasada esquivara a la Cámara Baja para impulsar su reforma en el sistema de pensiones.
Contra el rechazo de los sindicatos y de dos de cada tres franceses, Macron impuso un retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelantó a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 como ahora) para cobrar una pensión completa.
Pero, sin mayoría clara en el Parlamento, el presidente optó por recurrir al polémico artículo 49.3 de la Constitución, un mecanismo que le permite aprobar la iniciativa por decreto, prescindiendo del voto legislativo.
En este sentido, el hecho de que Macron no haya encontrado suficiente apoyo en el Parlamento para someter a votación sus propuestas de pensiones podría representar un freno para su agenda reformista.
Ante esta situación, la oposición apeló a una moción de censura para anular la legislación, ya que esta era la única manera de impedir su aplicación.
Pero, aunque Macron sobrevivió, la votación estuvo más reñida de lo esperado. Unos 278 diputados votaron a favor de la moción de censura, solo nueve menos que los 287 necesarios para que tuviera éxito.
Una segunda moción de censura, presentada por el ultraderechista Agrupación Nacional (RN), también fracasó, luego de reunir solo 94 votos.
Como era de esperar, los sindicatos y los manifestantes se han comprometido a continuar con las huelgas y protestas contra la reforma que, según el gobierno, generaría 17.700 millones de euros adicionales en contribuciones anuales de pensiones, lo que permitiría que el sistema alcance el punto de equilibrio para 2027.
